
A pesar de ser un spaghetti western, Un ejército de cinco hombres, va un poco más allá y se desmarca de otro mezclando elementos del género con el cine de atracos y las películas de comandos militares, en la línea de Los siete magníficos (1960) o Los doce del patíbulo (1967). Con una historia llena de acción, intriga y un subtexto revolucionario, la película sigue siendo una joya poco valorada del spaghetti western.
La película nos sitúa en México, en plena Revolución Mexicana. Un misterioso forajido conocido como el Holandés reúne a un equipo de cinco hombres con habilidades únicas para llevar a cabo una misión suicida: robar un tren del ejército mexicano que transporta una fortuna en oro para las fuerzas federales. Lo que parece un simple atraco se convierte en algo mucho más grande, ya que el oro que intentan robar está destinado a la causa revolucionaria, lo que genera conflictos morales entre los protagonistas. La historia evoluciona en un relato de acción, lealtad y traición, en el que cada miembro del equipo deberá enfrentar sus propias motivaciones y decidir si seguir adelante o abandonar la misión. La película se inspira en la estructura de los westerns de grupo como Los siete magníficos, pero introduce una dosis de cinismo y pragmatismo propio del cine europeo. A diferencia de los héroes clásicos del western americano, estos personajes no están motivados solo por la justicia, sino por razones personales —dinero, venganza, redención—, lo que le da un tono más realista y ambiguo.
Después del éxito al incluir estrellas internacionales en los westerns europeos, fue algo normal ver caras conocidas de Hollywood en ellas. En este caso, Peter Graves, conocido por la serie de televisión Misión: Imposible, interpreta a un líder sereno e inteligente, que siempre está un paso adelante de sus enemigos. Su presencia es imponente y su estrategia meticulosa, pero a lo largo del filme se revela que tiene motivaciones más profundas que el simple robo, lo que añade capas a su personaje. En un papel similar al que haría en Le llamaban Trinidad (1970), Bud Spencer aporta el músculo del equipo. Su personaje es fuerte y brutal en combate, pero también tiene un lado cómico y entrañable que equilibra la seriedad del filme. Su presencia física hace que sus escenas de acción sean de las más memorables. Con estos dos nombres se cubría la cuota de estrellas internacionales e italianas, pero el equipo es de cinco, así que, a su lado, también encontraremos a Nino Castelnuovo como Luis, el acróbata del grupo es clave en las escenas de acción, utilizando su agilidad para infiltrarse en el tren, y que sería recordado participar en El paciente inglés, aporta un toque dinámico y juvenil al equipo; James Daly como Augustus, el experto en explosivos es el cerebro técnico de la operación, su conocimiento en demoliciones es crucial para el éxito del golpe, y su cinismo aporta un contrapunto interesante en la dinámica del equipo; Tetsurō Tamba como Samurái, siendo uno de los personajes más llamativos de la película, ya que introduce una figura de guerrero japonés en el western, algo poco común en el género, su habilidad con la katana lo hace un asesino letal, y su carácter disciplinado contrasta con el caos de la revolución mexicana.

A diferencia de los westerns de Leone o Corbucci, que enfatizaban el uso de primeros planos extremos y paisajes desérticos, Un ejército de cinco hombres tiene una estética más clásica. Don Taylor, aunque mayormente conocido por su trabajo en Hollywood, logra una excelente fusión entre el cine estadounidense y el estilo europeo, con tomas amplias, escenas de acción bien coreografiadas y un montaje dinámico. Uno de los puntos más fuertes de la película es la secuencia del robo al tren, que ocupa gran parte del tercer acto y es un ejemplo de cómo crear tensión y emoción sin abusar del diálogo. Es una escena magistralmente ejecutada, con momentos de suspenso y acción frenética que la convierten en una de las mejores secuencias del spaghetti western.
El desenlace de la película es intenso y sorprendente. Sin entrar en demasiados spoilers, la misión no termina como los personajes esperaban, y el mensaje final es una mezcla de triunfo y desencanto. La película, en última instancia, plantea una reflexión sobre la revolución y el sacrificio, sugiriendo que las grandes causas siempre tienen un coste y que la línea entre héroe y villano es muy fina. Este mensaje resuena con muchas otras películas del spaghetti western que exploraban el cinismo del poder y la traición en tiempos de guerra.
Un ejército de cinco hombres es una película emocionante y bien ejecutada que combina lo mejor del spaghetti western con el cine de atracos y de guerra. Con un gran elenco, una secuencia de robo al tren espectacular y una banda sonora a cargo de Ennio Morricone, es una joya subestimada del género. Si te gustan las historias de golpes imposibles, grupos de forajidos con química única y westerns con un trasfondo revolucionario, esta peli es tu peli.