
The Naked Gun (o Agárralo como puedas porque en España somos así) posiblemente sea uno de esos remakes que nadie pedía, pero que Hollywood insistió en sacar adelante porque la nostalgia siempre mueve montañas. Y oye, al final tampoco salió tan mal. La película es entretenida, simpática y tiene momentos que funcionan, pero no me dejó con la mandíbula desencajada como lo hizo la original. Y esto no es tanto culpa de la película en sí como del peso del legado que arrastra. Rebootear a Frank Drebin es como intentar rehacer un chiste perfecto: puedes contarlo igual, pero jamás va a sonar igual.
Liam Neeson hace un trabajo más que digno. En serio, el tío se lo curra. Tiene el gesto serio, tiene la mirada de “estoy a punto de meter la pata aunque no me dé cuenta”, y se entrega al humor físico con una convicción que sorprende. Es evidente que respeta el material y que disfruta del juego. Pero claro… Leslie Nielsen era otra cosa. Ese hombre tenía un carisma absurdo, una inocencia casi infantil mezclada con un rostro impenetrable que convertía cualquier tontería en oro puro. Neeson imita la fórmula, pero no logra ese efecto hipnótico que Nielsen tenía sin esfuerzo. No es culpa suya; es que Nielsen era único.
Y se nota que la película intenta equilibrar el respeto por la trilogía original con un humor adaptado a estos tiempos. Ahí es donde empieza a cojear un poco. El humor absurdo necesita libertad, necesita descaro, necesita poder tirar un par de chistes picantones sin pedir perdón cada dos minutos. En la peli original había un atrevimiento delicioso, una picardía que hoy sería carne de trending topic indignado. Aquí todo está un poco más filtrado, más soft, más “no vayamos a meternos en líos”. El resultado es un humor más blanco, más controlado, y aunque hay gags buenos, no tienen esa chispa salvaje de antes.
Aun así, hay cosas que funcionan muy bien. Cuando la película se deja llevar por el absurdo visual, los juegos de palabras tontos y las situaciones ridículas que se estiran hasta lo imposible, ahí sí se siente ese toque que uno tanto echa de menos. Hay un par de escenas realmente divertidas. Pero son destellos, no una constante como en las originales.

Sobre Pamela Anderson, me sorprendió para bien. Le da un toque divertido, se nota que está disfrutando, y la química con Neeson es real. Aporta luz, aporta ritmo y ayuda a que la peli tenga un poco más de frescura. Pero de nuevo, por muy bien que funcione el conjunto, falta esa energía descacharrante que hacía que todo en las originales pareciera improvisado por un grupo de genios del chiste absurdo.
En definitiva, The Naked Gun de 2025 es una comedia correcta, bien llevada, que respeta a la original sin destrozarla y que ofrece un buen rato. Pero no es un regreso glorioso al humor que marcó una era. Es más bien una actualización amable, algo más descafeinada, que intenta replicar un estilo que sencillamente ya no encaja del todo en la cultura actual.
Pero oye, también tiene su mérito: al menos no han masacrado la franquicia. Y eso, viendo cómo van los reboots últimamente, ya es para celebrarlo.
