
Después del éxito de Se nos fue de las manos —y su secuela—, Philippe Lacheau y su equipo se reúnen de nuevo para contar una nueva historia llena de malentendidos, situaciones incómodas y muy, muy gamberradas. En esta ocasión, Lacheau se pone en la piel de Greg, un tipo que tiene una empresa que crea coartadas para todos aquellos que las necesiten. No solo para poder engañar a tu pareja, sino también para poder ir a ver un partido de fútbol en lugar de comer con los suegros, o todas esas situaciones que queremos evitar de nuestra vida diaria, pues Greg y los suyos se encargan de que nadie sepa que nos las saltamos. Por su parte, a Greg no le hacen falta excusas, su vida se dedica por completo a su negocio, hasta que en su camino se cruza Flo, de la que se enamora perdidamente hasta llevarlo a hacer las locuras más impensables. Todo perfecto hasta que llega el momento de conocer a sus padres, con la mala suerte que el padre de Flo es uno de los clientes de Greg, uno que le pone los cuernos a su mujer con otra más joven. Ante esta situación, su flamante suegro lo pondrá en una encrucijada, diciéndole que si cumple con lo pactado como empresario, él lo hará como padre de su novia… por lo que se verá obligado a mentir y llevar en su piel un estratagema como las que emplea con sus clientes.
Como hemos dicho, después del éxito de Se nos fue de las manos, no fue ninguna sorpresa que Philippe Lacheau siguiera su carrera como guionista y director de cine, esta vez en solitario, para dar vida a nuevas historias, aunque todas ellas caracterizadas por ese tono de humor de estilo francés —entre lo inteligente y el chiste fácil— y la comedia gamberra enfocada a todo el mundo, pero con el objetivo puesto en el más joven, que, sin duda, llenará las salas para ver cuál es la última travesura de Philippe y los suyos.
Como viene siendo habitual, Lacheau, que dirige y protagoniza, cuenta con la estrecha colaboración de Julien Urruti y Pierre Dudan a la hora de escribir el guión, mientras que ante las cámaras, además de él y Urruti, también aparecen Tarek Boudali, Élodie Fontan, Didier Bourdon y Nathalie Baye en los papeles principales, así como nombres propios de la comedia francesa como son Kad Merad, Samy Naceri y Joey Starr. Todos ellos dan vida a una serie de personajes un tanto estereotipados, pero que están lo suficiente bien descritos y elaborados para que pasemos por alto sus fallos y nos centremos en lo que realmente importa: pasárnoslo bien.

Al igual que sucedía en las anteriores pelis de Lacheau, el humor se centra en todos los despropósitos de una situación relativamente normal. En este caso, se va más allá del mero hecho de una sesión de niñera que sale mal, a una empresa que ya se mete en embrollos peliagudos de entrada, por lo que las situaciones en las que todo se irá a pique, se torcerá y se tendrá que improvisar crecerán exponencialmente. Sin embargo, es aquí donde realmente reside el quid de la cuestión, a partir de unas situaciones que cada vez se complican más y ponen a los personajes contras las cuerdas, nosotros nos partiremos de risa a costa de las desgracias ajenas, no solo por improbables, sino también por exageradas, ya que el ritmo del humor y de los gags va in crescendo hasta un punto en el que es imposible resultar realista, se supera la barrera de lo creíble y se pasa al tono del cómic más descarado.
El resultado final es una comedia francesa —aunque con un tono bastante internacional— amena, rápida, inteligente cuando debe y gamberra cuando se requiere, que se convierte en un entretenimiento de hora y media perfecto que nos hará pasar un muy buen rato sin rompernos la cabeza y en la que partiremos de risa por las barbaridades que se hacen y se dicen en tan poco rato. Si un día estás de bajón, esta es una de esas pelis que te sube la moral y te hace olvidar los problemas.