Después de la decepción de Prometheus, Ridley Scott vuelve al universo de Alien con la promesa de corregir los errores, darnos respuestas y, por supuesto, hacernos temblar de terror. ¿El resultado? Bueno, digamos que si Prometheus era una promesa vacía, Alien: Covenant es ese intento de arreglar algo que ya está roto, y lo peor es que lo estropea más.
Empecemos por lo bueno (lo único que tiene), al igual que la anterior, se ve bonita. Ahí Scott sigue siendo el maestro. Los paisajes alienígenas son dignos de una postal, las naves espaciales parecen sacadas de un catálogo de alta gama de Ikea futurista, y los efectos especiales están a la altura. Aunque como pasa en Prometheus, se pierde esa atmósfera opresiva.
Lo malo vuelve a ser lo mismo que en la anterior. Otra ves tenemos un guion nefasto que no soluciona nada. Recordemos que esta película debía, en teoría, resolver las grandes dudas que dejó Prometheus. ¿Quiénes son los Ingenieros? ¿De dónde vienen los xenomorfos? ¿Por qué todo tiene que ser tan confuso? Bueno, Alien: Covenant responde a esas preguntas… pero no como te gustaría. En lugar de profundizar en la mitología, Scott decide cargarse todo lo relacionado con las pelis originales. ¿Misterio? Olvídate. ¿Sensación de horror cósmico? Adiós.
Del mismo modo los personajes de la película son una colección de lo mejorcito en decisiones nefastas, igual que en la anterior. A pesar de ser una tripulación de colonos y científicos, parecen haber aprendido ciencia espacial viendo reality shows. Y como en Prometheus, este error se convierte en una especie de comedia involuntaria, en la que los gritos de desesperación no provienen de los ataques de los xenomorfos, sino de los espectadores. «¡No hagas eso, idiota!», te escucharás diciendo más veces de las que te gustaría admitir. Porque claro, en esta película, lo importante no es el desarrollo de personajes ni la coherencia narrativa, sino ver quién comete la mayor estupidez antes de morir.
En cuanto al reparto, Michael Fassbender, por su parte, parece estar en otra película, pero en el buen sentido. Su interpretación dual de David, el androide sociópata con delirios de grandeza, y Walter, el androide más bueno y fiable, es lo más cercano a una clase magistral de actuación que esta película nos da. Sus diálogos consigo mismo son de lo poco interesante que tiene la cinta, lo cual te deja preguntándote si el verdadero villano no es el alien, sino la inteligencia artificial con complejo de Frankenstein. En cuanto al resto de actores vuelven a ser un completo desastre, sin ningún tipo de interés ni desarrollo. El más inteligente es James Franco, que muere al empezar la peli.
Al final, Alien: Covenant te deja con una sensación de déjà vu. Visualmente es deslumbrante, Fassbender lo hace muy bien, pero todo lo demás es un batiburrillo incoherente de pseudo-filosofía y horror barato. Si Prometheus te dejó decepcionado, Alien: Covenant probablemente te hará replantearte por qué sigues esperando algo coherente de esta franquicia. Así que, si lo que buscabas era una película de terror visceral que te devuelva a los días de gloria del Alien original, tal vez sea hora de volver a ver Alien: El octavo pasajero… porque claramente, Ridley Scott también necesita hacerlo.