Annihilation de Alex Garland, es una de esas pelis que no dejan indiferente a nadie. Tras el éxito de su anterior trabajo, Ex Machina, el director había ganado bastante reconocimiento, por lo que su siguiente entrega iba a generar bastante interés, la premisa perecía buena: Una región misteriosa donde suceden cosas inexplicables y la gente que se adentra a la zona, no regresa. Pero la forma de llevarla a cabo ha hecho que no todas las piezas del puzzle encajen bien.
La película establece una atmósfera intrigante, y la presentación de la protagonista, interpretada por Natalie Portman, está bien lograda. Sin embargo, a medida que la trama avanza, empiezan a surgir los problemas. Los diálogos, especialmente entre las supuestas científicas, resultan poco convincentes y, en algunos casos, hasta ridículos. Este fallo en la credibilidad de los personajes científicos es una de las críticas más recurrentes: ¿cómo es posible que individuos tan bien entrenados y preparados cometan errores tan básicos y tomen decisiones tan ilógicas en una situación de alta peligrosidad?
La película, que inicialmente se presenta como una obra de ciencia ficción, rápidamente se desliza hacia el territorio de la fantasía. Este cambio de género podría haber funcionado si estuviera mejor ejecutado, pero en lugar de una transición suave, se siente forzado. Las protagonistas se adentran en una zona desconocida sin las precauciones mínimas esperadas: no llevan protección adecuada y su equipo es incompleto, lo que resulta absurdo considerando que nadie ha regresado de esa zona. Este tipo de decisiones narrativas no solo desafían la lógica interna de la película, sino que también socavan la seriedad y el suspense que intenta construir.
Y esta es el principal fallo de la película, el desarrollo de personajes. Los miembros del equipo son estereotipos ambulantes: la líder con entrenamiento militar, la graciosa, la callada, y así sucesivamente. Este tratamiento superficial no solo reduce el interés del espectador en sus destinos, sino que también impide cualquier conexión emocional profunda. A lo largo de la película, las protagonistas toman decisiones cada vez más absurdas. Esta estructura hace que la película pierda credibilidad y se sienta más como un ejercicio en clichés que como una historia coherente y bien pensada.
Aunque no todo es negativo. El apartado técnico es impresionante. La transición de la fotografía del mundo real a la zona misteriosa es visualmente impactante, con un uso brillante de la luz y el color para crear una atmósfera iridiscente y onírica. Los efectos especiales se integran perfectamente en la narrativa visual, solo por lo visual, ya vale la pena verla. La banda sonora, realza los momentos de mayor tensión y emotividad, añadiendo una capa adicional de inmersión.
Su parte final es la más enrevesada. Estos últimos 25 minutos dejan al espectador aturdido y con la boca abierta. Es aquí donde Garland parece retomar el control y ofrecer algo más cercano a su estilo visto en Ex Machina, explorando temas de identidad, transformación y autoaniquilación de una manera más profunda y reflexiva.
En conclusión, Annihilation es una película que, a pesar de sus fallos, merece ser vista. Es un intento valiente de ofrecer algo diferente en el género de ciencia ficción, aunque no siempre logre equilibrar sus ambiciones narrativas y conceptuales. Para los aficionados al cine de ciencia ficción que buscan algo más que entretenimiento superficial, la película ofrece suficientes momentos de reflexión y maravilla visual para justificar su visionado. Es una peli que invita al debate y a la reflexión, y su impacto generará diversidad de opiniones entre los espectadores, desde la admiración hasta la decepción.