
«Agente de policía Nicholas Angel. Nacido y educado en Londres. Licenciado por la Universidad de Canterbury en 1993, con doble matrícula de honor en Políticas y Sociología. Estudió en la Academia de formación policial Hendon, mostrando una gran aptitud para los ejercicios de campo. Principalmente en pacificación urbana y en control de revueltas. Alcanzó la excelencia académica en los cursos teóricos y en los exámenes finales. Recibió la porra de honor. Se licenció con matrícula de honor en el servicio de policía municipal. Rápidamente se estableció con eficacia y popularidad entre la comunidad. Siguió mejorando sus habilidades con cursos en conducción avanzada, y… Ciclismo avanzado. Participó de lleno en varias extracurriculares, hasta la fecha ostenta el récord de la policía municipal en los cien metros lisos. En 2001 inició el servicio activo en la famosa unidad de respuesta armada SO19. Recibió un premio a la valentía por su aportación a la resolución de la “Operación anti-crack”. En los últimos doce meses ha recibido nueve menciones especiales, ostenta el récord de mayor número de detenciones en la policía municipal, y ha recibido tres heridas en el cumplimiento de su deber. La más reciente en diciembre, cuando fue agredido por hombre disfrazado de… Papá Noél».
Con este currículum cualquiera pensaría que el agente Angel es el policía perfecto que todos quisieran tener a sus órdenes, pero no es así. Sus superiores, hartos de la perfección de Angel, deciden ascenderlo a sargento y, de paso, sacárselo de encima trasladándolo a Sandford, Gloucestershire, uno de los numerosos pueblecitos con encanto de la campiña inglesa. Al principio parece que Angel se ve obligado a retirarse en un lugar en el que no sucede para lo que se pueda necesitar un hombre de acción como él, pero poco a poco el recién llegado empieza a sospechar de una serie de sucesos extraños que ocurren en Sandford. Primero de todo, parece que se permiten ciertas ilegalidades, como vender alcohol a los menores de edad, en beneficio del «bien común», mientras que otras, como una estatua humana son perseguidas con obsesión. En segundo lugar, un grupo de ciudadanos que se hacen llamar la Alianza de Vecinos Vigías controla al pueblo entero como un pequeño «gran hermano», mientras que el cuerpo de policía, liderado por el inspector Frank Butterman, se lo toma todo a guasa, empezando por su hijo, Danny, que además de agente de policía es el borracho del pueblo. En tercer, y último lugar, las cosas empiezan a cambiar cuando una serie de misteriosos asesinatos perpetrados de las formas más crueles ensucian el historial del pueblo, mientras que todos los habitantes de Sandford los clasifican como meros «accidentes». Ante esta situación, el sargento Angel decide que no descansará hasta que resuelva estos crímenes, aunque estos afecten negativamente a Sandford en el premio de «Pueblo del Año».
Tres años después de cosechar el éxito con Zombies Party (2004), Edgar Wright y Simon Pegg regresan con su peculiar Trilogía Cornetto. En esta ocasión, en lugar de seguir con el terror más clásico, se adentran en otro género lleno de tópicos como el cine de acción policial, pero sin perder ni un ápice de su estilo. En Hot Fuzz cogen todas las características de las películas de acción norteamericanas pasadas de vueltas, como Arma Letal, Le llamaban Bodhi o Bad Boys II, algunas de las películas favoritas del inocente personaje de Nick Frost, Danny, y las trasladan a un pequeño pueblecito de la campiña inglesa, llenándolo de explosiones, disparos y sangre, mucha sangre.
Sin embargo, la trama de Arma fatal no se limita a tiros y acción al estilo estadounidense, sino que además incluye un misterio basado en las películas de asesinatos en serie perpetrados por una misterioso encapuchado perteneciente a una secta que se decide a limpiar el pueblo de todos sus males. Lo que es curioso es que este argumento tiene ciertas semejanzas con una historia del escritor español Juan Gallardo Muñoz, más conocido como Curtis Garland. En la novela El culto de la carne sangrante, un grupo de personas encapuchadas se dedica a asesinar a todos aquellos que puedan perjudicar un pequeño pueblo del norte de California. En este sentido, tampoco tiene que sorprendernos esta similitud, ya que la Trilogía Cornetto bebe y se nutre de las novelas de género pulp. En concreto, cada una de ellas profundiza en el triunvirato de la conocida como «novela barata». Zombies Party es un claro ejemplo de las historias de terror y zombies, Arma fatal pertenece en el género noir y de intriga, mientras que Bienvenidos al fin del Mundo opta por la ciencia ficción.
Rodada en su mayoría en Somerset, Arma fatal no solo contó con la participación de los actores habituales de la trilogía, Simon Pegg, Nick Frost, Bill Nighy, Rafe Spall o Martin Freeman, sino también con actores del calibre de Paul Freeman (En busca del arca perdida), Stuart Wilson (Arma Letal 3), Paddy Considine (El ultimátum de Bourne), Karl Johnson (El ilusionista), Jim Broadbent (Gangs of New York), David Bradley (The Strain), o Timothy Dalton (007: Alta tensión). Sin olvidarnos de los inigualables cameos de Cate Blanchett, que no muestra su cara como ex-novia de Nicholas Angel, Steve Coogan en el papel de inspector de policía, o el mismísimo Peter Jackson como el violento Papá Noél.
Antes de terminar, no debemos olvidar que el sabor escogido para esta entrega de la Trilogía Cornetto fue el clásico, por el color azul muy parecido al de la policía. En esta ocasión, la broma del cornetto va un poco más de ser testimonial, y se establece como un referente de la trilogía, como también sucederá en Bienvenidos al fin del Mundo.
Sin duda alguna, Arma falta es la mejor película de la trilogía, tanto por tener una visión más original y menos paródica del género en la que se incluye, a la vez que mantiene el estilo de Wright y Pegg contando una historia realmente atractiva que, si bien recuerda a las historias noir, no deja de ser más original que el clásico ataque de muertos vivientes de Zombies Party.