
A finales de los años treinta, cuando la radio aún era uno de los grandes entretenimientos domésticos, en Chicago nace la WBN, una emisora decidida a llegar a todo el país, para ello ha preparado un gran espectáculo inaugural tanto para el público como para los inversos. Sin embargo, lo que nadie se podía imaginar era que, de repente, una extraña voz se infiltre en la emisión con unos enigmáticos acertijos que precederán al asesinato de alguno de los empleados. Mientras la policía no sabe ni por donde empezar, el guionista jefe Roger Henderson tomará las riendas y resolverá el caso antes de que el programa llegue al final.
Allá por los setenta, un joven George Lucas en su momento más álgido a nivel creativo no paraba de preparar futuras historias, de allí nacerían cosas como Star Wars o Indiana Jones, pero también esta cinta, Radioland Murders, que se inspiraba en la época dorada de la radio que influyó en el joven Lucas y sus seriales. Sin embargo, como a menudo pasa, el proyecto cayó en un cajón hasta que el bueno de Lucas pudo recuperarlo a principios de los noventa y adaptarlo a los nuevos tiempos para llevarlo a la gran pantalla. Para ello contrató a Mel Smith —actor y director británico que participó en pelis como Escápate como puedas o Bean— y a todo un elenco de secundarios, de esos que no son grandes estrellas pero que conocen su trabajo para que el público se centrara más en la historia que no en los actores. Nombres como Brian Benben, Mary Stuart Masterson, Ned Beatty, Brion James, Michael Lerner, Michael McKean, Jeffrey Tambor, Stephen Tobolowsky, Christopher Lloyd, Larry Miller, Dylan Baker, Corbin Bernsen, Bobcat Goldthwait, Harvey Korman o Peter MacNicol. A pesar de ello, de contar con un guion repleto de intriga y humor, así como una reducción de presupuesto mediante el talento de ILM y de un diseño de producción brillante, se estrelló en la taquilla pasando al olvido y llegando a muchos mercados directamente en vídeo.
Asesinatos en la radio es una de esas pelis olvidadas y que no lo merecían, algo que no solo pasaba en los ochenta y en los noventa, sino también hoy hay decenas de cintas que pasan a mejor vida sin pena ni gloria. Pero debe ser revisionada ya que a pesar de retratar una época que no está en el recuerdo de muchos —por no decir de muy pocos—, tiene todos los elementos para ser un entretenimiento familiar en todos sus sentidos.

Además de unas interpretaciones geniales y muy bien encontradas, la principal baza con la que cuenta esta peli es su guion, no solo por la historia a la altura de las mejores comedias de enredo y de las cintas de intriga mejor tejidas, tiene unos diálogos rápidos y muy ingeniosos, que combinan el humor verbal con el visual. Además, el montaje consigue que tengamos la impresión de que todo sucede casi en tiempo real y al mismo tiempo, es decir, mientras Roger corre por los pasillos y los asesinatos van teniendo lugar entre bambalinas, el espectáculo continúa, haciendo que la música que la radio ofrece a sus oyentes se convierta en la banda sonora de peli.
En muchos sentidos, Asesinatos en la radio entra en el saco de esas pelis incomprendidas de las que todos conocemos alguna y seguramente es de nuestras favoritas, y no entendemos como es que nadie más ha oído hablar de ella. ¿Una víctima indirecta de que haya demasiado oferta? Probablemente, pero no por ello debe quitarnos el deseo de recuperarla y disfrutarla como el primer día, ya que si bien podamos saber quien es el asesino porque la hemos visto veinte o treinta veces, querremos seguir viendo los gags que la llenan, oír los chistes que sabemos de memoria y, porque no, dejarnos llevar por la magia del cine… quiero decir de la radio.