
De la mano del mismo director que nos trajo La jungla 2 (Alerta roja), Máximo riesgo y Deep Blue Sea —entre otras obras de profundidad filosófica—, nos llega la última road movie protagonizada, ojo a la originalidad, por una peculiar pareja formada por un policía y un ladrón que se titula… Jue di tao wang … A cuadros os he dejado, ¿no?
Jue di tao wang —o Skiptrace como se le ha distribuido internacionalmente, o Atrapa a un ladrón en su versión castellana—, está protagonizada por el gran Jackie Chan en el papel de Bennie Chan —no se han matado mucho con el apellido—, un policía de Hong Kong que lleva décadas investigando la muerte de su antiguo compañero a manos de un misterioso mafioso, Matador. Aunque la investigación ha dado muchas vueltas, por fin parece que ha encontrado el camino, sin embargo este pasa por el peor lugar, ya que necesitará la colaboración del único que le podrá ayudar, el ex-presidiario y jugador de casinos, Connor Watts, interpretado magistralmente por Johnny Knoxville. Después de que Connor sea secuestrado por la mafia rusa tras dejar embarazada a la hija de su jefe, Benni tendrá que rescatarle y cruzar con él toda la Estepa Mongola y el desierto del Gobi, antes de poder resolver el misterio que lo persigue desde hace años.
Esta producción chino-americana, que haría pensar en una película insoportable, debe decirse que, aunque no es una obra de arte, sí tiene su gracia. Aunque hay muchas partes en las que se siente que el público objetivo no es el occidental, la sensación no es la que se nos ha dejado de largo, sino que realmente busca gustar a un espectro amplio de público. En este sentido, por un lado tenemos la acrobáticas bofetadas del incombustible Jackie Chan —que sigue haciendo lo mismo que cuando tenía veinte años—, y aunque esta versión se aleja de la de Hora Punta, es cierto que sigue siendo el mismo perfil de policía serio y entregado, que está dispuesto a todo para cumplir con la justicia. Lo curioso del asunto es que aquí, los chillidos y las exclamaciones no las lleva a cabo Chris Tucker, sino que el elegido no es otro que un Johnny Knoxville muy inspirado en un papel perfecto para él como es el del gamberro caradura.

Pero lo que realmente nos llama la atención y funciona a la perfección es la combinación de los talentos de ambos, ya que habrá muchas escenas de acción en las que los golpes certeros pero humorísticos de Jackie encajarán a la perfección con los gritos y los trompazos a lo Jackass del bueno de Knoxville… haciéndonos pensar que ninguno de los dos actores ha utilizado dobles en este rodaje, como las tomas falsas demuestran al final.
Con una dirección y montaje muy al uso, logra captar rápidamente la atención del espectador distraído y del aficionado a las películas de acción. El primero descubrirá una película tonta y sin pretensiones que solo busca entretener, por lo que la verá con una sonrisa en el rostro; mientras que el segundo, ese amante de la acción más cañera, verá aquí una peli de las de antes, en las que la acción, aunque impostada, encajaba en la trama sin que nadie lo discutiese —como las canciones en los musicales—, y la disfrutará como se podían disfrutar las películas de Stallone, Seagal o Schwarzenegger allá por los ochenta y noventa. Estamos ante una de esas películas de sobremesa de un domingo o de la sesión nocturna del sábado, cuando no echan nada más, y uno prefiere pasárselo bien riendo a costa de los golpes que reparte Jackie Chan o los que recibe Johnny Knoxville, sin tener que pensar en argumento profundo, grandes tramas de trasfondo, viajes en el tiempo o conexiones con una gran franquicia. Aunque no sea memorable, es muy disfrutable.