
De la mano del director español Gabe Ibañez llega una historia que bebe mucho del conocimiento creado por el gran Issac Asimov sobre robots que conviven con las personas, por desgracia no llega a la calidad que en un principio promete.
En un futuro no muy lejano la Tierra sufre una creciente desertización, Jacq Vaucan (Antonio Banderas), un agente de seguros de una compañía que fabrica robots, investiga un caso aparentemente rutinario cuando descubre algo que podría tener consecuencias decisivas para el futuro de la humanidad. Banderas produce y protagoniza este thriller futurista, que especula sobre lo que ocurriría si la inteligencia artificial superase a la humana.
La premisa es buena y el comienzo marca un buen camino, a pesar de no tener los derechos o la historia de los relatos de Asimov, muchas cosas sí que son parecidas. Los robots son máquinas creadas por los humanos para facilitar la vida tanto laboral como del hogar, ellos se encargan de todo el trabajo duro. La compañía creadora de los autómatas se llama ROC robotics, guiño a la U.S. Robots de Asimov. Además los robots cuentan en su sistema con parámetros del estilo “las tres leyes de la robótica”, de esta manera pueden controlarlos y no se rebelan, pero el reciente caso de ciertos robots que parecen incumplirlas altera la aburrida vida de nuestro protagonista. Banderas en un principio está bien y la forma de desarrollar los acontecimientos es ordenada, pero conforme avanza la trama se vuelve caótica y sin sentido, Banderas acaba siendo cansino y hasta aburrido. Una lástima porque la película prometía mucho y podía suponer un soplo de aire fresco a un género que tampoco ha sido muy explotado de manera correcta. El estilo visual está muy conseguido, es cierto que la estética decadente y distópica recuerda mucho a Blade Runner pero los efectos especiales de los autómatas dan mucho el pego. Teniendo en cuenta que el presupuesto es bastante bajo en comparación a las películas estadounidenses tengo que decir que ha visualmente queda muy bien, los autómatas tienen la misma calidad que la vista por ejemplo en Acero puro. Por desgracia la historia es lo que no termina de encajar del todo bien y puede hacer que se haga pesada a mitad del metraje.
Autómata es una película con un buen planteamiento que no sabe aprovechar sus propias cualidades. Aun así merece la pena verla sobretodo si eres fan de este mundillo.