22 de junio de 1990, el último día de instituto la pandilla de Andy, Steven, Oliver, Peter y su autoproclamado líder, Gary King, también conocido como «el Rey» —por lo del apellido y eso—, una fecha importante que celebrar para una panda de adolescentes descontrolados como esta. Así que deciden recorrer la «Milla de Oro» de los pubs de su pequeño pueblecito, Newton Haven, para coger la borrachera más increíble de la historia. Sin embargo, allá por el sexto bar empiezan a perder miembros de su pandilla y, al final, acaban pedos en una colina a las afueras de su pueblo.
Veinte años después, todos ellos han madurado y se han convertido en personas respetables y trabajadoras. Todos excepto uno, Gary. Tras años de alcohol y drogas, Gary es un hombre de mediana edad que vive anclado en el pasado, sigue vistiendo igual, sigue conduciendo el mismo coche, sigue escuchando la misma cinta de cassette, como si el tiempo no hubiera pasado. Después de una terapia en grupo de rehabilitación, Gary decide reunir a sus viejos, que no lo quieren ni ver, para emborracharse una vez más y revivir la que fuera su mayor noche. Al principio parece que será la noche más aburrida de sus vidas, excepto para Gary, que está pletórico, pero, en el cuarto pub, todo cambia. Gary y sus amigos tienen una pelea con un grupo de chicos que, al desmembrarlos, se desmontan como «madelmans» y chorrean una extraña plasta azul. Después de este encontronazo, el grupo de amigos decide seguir la ruta por las pubs, fingiendo pasárselo bien y no saber nada acerca de los robots, simples o hombres-huevo chafi-chafi. Así, lo que empezó siendo un aburrido paseo por su antigua ciudad, se convertirá en una alocada carrera por la supervivencia… Y para lograr lo más importante, conquistar El primer correo, El viejo conocido, El gallo famoso, Las manos cruzadas, Los buenos compañeros, El sirviente fiel, El perro de dos cabezas, La sirena, La colmena, La cabeza del rey, El agujero en la pared y El fin del mundo, los doce pubs que conforman la «Milla de Oro».
Bienvenidos al fin del mundo demuestra que han pasado diez años desde que Edgar Wright y Simon Pegg se unieran para rodar Zombies Party. La historia tiene elementos más maduros, más propios de la edad de sus creadores y, en consecuencia, de sus personajes. El ejemplo más claro es la desgracia que rodea a Gary King, si bien en las anteriores películas había personajes pringados, estos eran felices con su forma de vivir, sin embargo Gary se nos presenta como un enfermo, un alcohólico y un drogadicto que no consigue seguir adelante con su vida. A pesar de ello, los creadores no olvidan su estilo tan característico, en que una pequeña historia de intriga, aliens y supervivencia se convierte en todo un espectáculo digno de las mayores súper-producciones.
Uno de los elementos más interesantes de esta película, dejando de lado su doble faceta de espectáculo y de madurez, es como los elementos habituales de la ciencia ficción son introducidos en una historia que, a priori, no parezca ser el mejor contexto para ello. En Bienvenidos al fin del mundo podremos disfrutar de una invasión extraterrestre en toda regla, en la que la humanidad deberá luchar por su supervivencia. Pero lo hará de una forma muy peculiar, ya que si en otras películas, como en Independence Day (Roland Emmerich, 1996) o Pacific Rim (Guillermo del Toro, 2013), se prima la valentía y el heroísmo, en este caso predomina más la rebeldía y la mala ostia. Tal y como dice el propio personaje de Gary King:
«¡Eh! Es nuestro derecho humano básico ser unos paquetes. Esta civilización se fundó gracias a los paquetes. ¿Y sabes qué? Me llena de orgullo».
Aunque ello no deja de lado algo tan esencial para este tipo de películas como es que los humanos somos muy peligrosos para los invasores del espacio:
«Somos más beligerantes, más cabezotas y más paquetes de lo que os podríais imaginar».
Como es costumbre en las películas de esta trilogía, Edgar Wright se hace cargo de la dirección, mientras que escribe el guión junto a Simon Pegg, que también protagoniza la cinta. El reparto está formado por los habituales Nick Frost y Martin Freeman —que obtiene un papel más importante y menos testimonial que en anteriores ocasiones—, Paddy Considine —que ya participó en Arma fatal—, y las nuevas incorporaciones de Eddie Marsan, Pierce Brosnan y Rosamund Pike. Además, la película cuenta con un gran número de cameos y colaboraciones de actores que habían aparecido en las anteriores películas, como Bill Nighy, Julia Deakin, Rafe Spall, David Bradley, Michael Smiley, Alice Lowe, Reece Shearsmith o Mark Donovan —uno de los primeros zombies que aparecen en Zombies Party—, entre muchos otros.
A diferencia de en Zombies Party y Arma fatal, los papeles se intercambian entre Simon Pegg y Nick Frost. En esta ocasión, Frost deja atrás sus papeles de pringado y de tontaina, para ser un hombre de negocios responsable, mientras que Pegg, que en las anteriores películas era el chico con trabajo o el poli súper-eficiente, se convierte en Gary King, un auténtico paria, que no deja de ser una suma de lo peor de los anteriores personajes de Frost.
Bienvenidos al fin del mundo tiene todos los elementos clásicos de la trilogía: la ambientación en el campo inglés, los pubs, el gag de la valla, la sangre —aunque sea azul—, y, sobre todo, los cornettos. Pero, en esta ocasión, estos helados solo aparecen representados por un envase verde —un color muy relacionado con los aliens y la ciencia ficción— revoloteando en el aire, cuyo sabor es la menta con chocolate.
Puede que Bienvenidos al fin del mundo no sea tan novedosa como Zombies Party, o tan delirantemente trepidante como Arma fatal, pero es el broche de oro perfecto para la Three Flavours Cornetto Trilogy de Edgar Wright, Simon Pegg y Nick Frost.