
The Bikeriders es una película que, aunque busca rendir homenaje al cine clásico de los años 60, especialmente a ese cine de rebeldes y subculturas marginales, termina dejando una sensación ambigua. Hace el intento de capturar la esencia de las bandas moteras y su espíritu libre, pero con un sentido del humor que a veces descoloca.
La peli sigue a los Vandalos (the Vandals), un club de moteros que comienza como un grupo de forajidos, un poco desubicados, que encuentran en las motos su forma de ser libres y escapar del sistema. A lo largo de una década, ese mismo club empieza a ir por un camino más oscuro. Y ahí es donde a uno se le viene a la cabeza compararla con la serie Sons of Anarchy.
Sin embargo, aquí es donde la película se desmarca un poco de lo que esperarías. Mientras que en Sons of Anarchy la acción y los tiroteos están siempre presentes, en Bikeriders se toma su tiempo para que sientas la atmósfera, como cuando vas por la carretera en una moto y te das cuenta de que todo a tu alrededor está en calma, pero que en cualquier momento todo se puede torcer.
A nivel visual, la película nos transporta a una época concreta: el mundo de moteros de estados unidos en los años 60, una subcultura marginal que queda retratada de manera bastante fiel. La suciedad, el ruido de las motos, el humo constante, y esa vida en los márgenes con pocos compromisos son elementos que quedan bien reflejados, evocando a las clásicas historias de rebeldes sin causa.
En cuanto al reparto, destacan Tom Hardy como Johnny, el fundador y líder de la banda, cada vez que aparece en pantalla, captura toda la atención del espectador, aportando una profundidad fascinante a su personaje. Austin Butler es Benny, el joven guaperas despreocupado y chulito, una mezcla de Jax Teller y James Dean. Y por supuesto destaca Jodie Comer quien interpreta a Kathy, la narradora de la historia que aporta una humanidad y calidez necesarias en un ambiente cargado de violencia y caos. Su personaje se convierte en el hilo conductor moral y emocional de la película. Su forma de ser ofrece un contraste refrescante frente a la brutalidad que la rodea.

Pero el problema principal de la película radica en su estructura narrativa. El guion, aunque cuenta con una premisa interesante -el ascenso y caída de una banda de moteros- parece depender demasiado de las viñetas y los flashbacks. En lugar de ofrecer una progresión clara y dramática, el relato avanza de forma fragmentada, lo que debilita la fuerza de la historia. Esto se siente especialmente problemático en una película que aborda temas como la lealtad, la violencia y la identidad dentro de una subcultura peligrosa. El espectador nunca llega a profundizar del todo en el deterioro moral del club de moteros ni en las motivaciones más oscuras de sus miembros, lo cual deja una sensación de superficialidad. Además, ese enfoque humorístico que tiene hace que no te la tomes en serio, a pesar de ser una historia basada en hechos reales.
En definitiva, The Bikeriders es una peli para los que disfrutan el lado más nostálgico y reflexivo de la vida motera. Si esperas la adrenalina y las intrigas de Sons of Anarchy, puede que te falte algo de acción. Como experiencia visual y nostálgica, cumple, pero como reflexión sobre el mundo de los motociclistas y su impacto en la cultura, se queda algo corta. Aun así, es una película que vale la pena ver, sobre todo para aquellos que disfrutan de un cine con sabor a clásico.