Black Adam es el enésimo intento de DC para presentarse como pieza fundamental dentro del DCEU (Universo Extendido de DC) o como se llame. A pesar de que representa un personaje importante y muy poderoso, la película falla en ofrecer una narrativa profunda y coherente. El desarrollo de personajes es superficial, con un protagonista cuya evolución es predecible y unidimensional. El villano, cuyo nombre no deja una impresión duradera, parece estar presente únicamente para justificar las escenas de acción. Vamos, otro fracaso de DC, y ya van…
La historia de la película gira en torno a Teth-Adam, interpretado por Dwayne «The Rock» Johnson, un personaje que, tras 5.000 años de encierro, emerge en el presente con un sentido de justicia brutal y sin concesiones. La trama avanza de manera inconsistente, dejando al espectador con una sensación de desorientación. Black Adam, a pesar de ser el personaje principal, es tan carismático como una patata. Carece del carisma habitual que caracteriza a Dwayne Johnson en otros papeles. aquí se reduce a un ser unidimensional cuya única función es golpear cosas y mirar al horizonte con cara de intensidad. El guion no logra aprovechar el potencial de un antihéroe complejo, resultando en un personaje principal tan memorable como una planta de decoración.
En cuanto a los efectos especiales, Black Adam ofrece un espectáculo visual aceptable. Las escenas de vuelo y acción están bien logradas, aunque el abuso del CGI en algunos momentos resulta excesivo -como en todas las pelis de superhéroes básicamente-. Las secuencias de acción, aunque visualmente impactantes, caen en la repetición y en el uso excesivo de la cámara lenta, intentando emular el estilo de Zack Snyder sin alcanzar su misma efectividad. Además, la estética de la película tiene un filtro que parece extraído de un cómic barato, lo cual puede resultar atractivo para algunos, pero deja a otros con una sensación de monotonía visual.
Black Adam era un intento de revitalizar el DCEU, introduciendo personajes como Hawkman y Dr. Fate. No obstante, estas adiciones se sienten como intentos desesperados de mejorar un producto ya débil. Aldis Hodge y Pierce Brosnan realizan interpretaciones destacables, pero el guion no les ofrece el desarrollo necesario para brillar realmente. Además, parece muy desconectada del resto de películas, aunque haya guiños a Superman o Shazam! y algo de fanservice.
En definitiva, Black Adam es el equivalente cinematográfico de una hamburguesa de comida rápida: satisface temporalmente, pero te deja con hambre de algo mejor. La película ofrece el nivel justo de entretenimiento superficial. La actuación de Dwayne Johnson, que usualmente salva cualquier desastre, no puede compensar un guion que parece escrito en un día malo. Las secuencias de acción, aunque impresionantes a ratos, son un recordatorio constante de que DC aún no ha descubierto cómo hacer una película de superhéroes que no dependa exclusivamente de los efectos especiales.