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Hablar de Queen es hablar de Freddie Mercury, y viceversa. No se podría contar la historia de una de las mayores bandas del rock de la historia, sin hacerlo de su cantante, que fue mucho más que eso, fue un icono cultural… y aún hoy sigue siéndolo. Antes de que nadie empieza a elucubrar de qué va la peli, os contaré un secreto: va sobre el camino de Queen, desde que eran cuatro inadaptados hasta que se comieron el mundo.
Lo bueno de Bohemian Rhapsody es que no cae en el error de centrar toda la atención en Freddie Mercury… aunque inevitablemente este sea el protagonista de toda la trama, y no es para menos, ya que su vida es la única lo suficientemente controvertida como para llegar a la gran pantalla. Pero lo mejor de todo es que no estamos ante una biografía de Freddie, ni tan siquiera de Queen, sino una representación de lo que supusieron en la cultura, la música y en todos los aspectos que marcaron una época.
Otra de las virtudes de esta película, es el reparto principal, sobre todo el de los cuatro miembros de Queen, ya que parece haber sido escogido con sumo cuidado. No solo interpretan un papel, sino que se mimetizan con sus personajes, algo esencial para una película como esta. En ocasiones, al ver a Rami Malek, uno cree estar viendo al auténtico Freddie, sus gestos, su forma de comportarse sobre el escenario, incluso la mirada parece la misma, consiguiendo que nos olvidemos del actor y solo veamos al personaje. Algo parecido sucede con los papeles de Roger Taylor y John Deacon —interpretados respectivamente por Ben Hardy y Joe Mazzello… sí el niño de Jurassic Park—, pero el que sorprende por encima de los demás, también es el encargado de dar vida a Brian May, Gwilym Lee, que son casi como dos gotas de agua. En este sentido, la película consigue que no estemos viendo a unos personajes, sino a los auténticos miembros de Queen en pantalla.
Este parecido, y el cuidado que se ha puesto en representar una época tan convulsa y peculiar como los setenta y los ochenta, dan la oportunidad de tener la sensación de asistir a un concierto de Queen, en lugar de estar en una sala de cine. La energía, la potencia de voz, el espectáculo… todo ello está presente en Bohemian Rhapsody, y permiten vivir la música de Queen, sobre todo en su tramo final dedicado a su actuación en el concierto de Live Aid de 1985. Y todo ello no solo lo consigue la interpretación de Rami Malek como Freddie Mercury, si no por todas las piezas que compusieron ese momento, ya que se hace honor a todos los personajes que vivieron ese momento, no solo los músicos, sino a todos sus asistentes en el estadio de Wembley, e incluso a los que lo vieron por televisión.
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Sin duda alguna, además del genial mimetismo de los actores y la potencia del espectáculo, es que Bohemian Rhapsody ha conseguido ser uno de los mejores estrenos de este año, a pesar de las dificultades que ha tenido su producción. Ocho son los años que se ha tardado en estrenar la esperada película de Queen, desde que Brian May anunció el proyecto con Sacha Baron Cohen implicado, hasta que se ha estrenado esta película oficialmente dirigida por Bryan Singer, pero que el responsable de terminarla ha sido Dexter Fletcher —también implicado en el segundo intento de llevarla a cabo con Ben Whishaw como protagonista—; y, además de todo ello, hacerlo por todo lo alto y conseguir un productor final digno de su los protagonistas reales que presenta.
Una de las grandes controversias que ha envuelto la película es cómo se mostraría la vida privada de Freddie Mercury. De acuerdo, en Bohemian Rhapsody se pasa un poco de puntillas sobre el tema, y solo se muestra lo esencial para que el espectador comprenda la trama, no se adentra en detalles escabrosos —que Brian May y Roger Taylor ya han procurado evitar—, de la misma manera que tampoco se muestran los últimos y duros años de vida del cantante, sino que termina en una catarsis sobre el escenario de Live Aid en 1985.
Si bien no se llega a derruir el símbolo que es Freddie Mercury, tampoco se llega al hecho de idealizar en extremo al personaje, sino que se intenta mostrar su faceta más humana, con sus más y sus menos, sin entrar ni en unos ni en otros.
Finalmente, solo decir que aquellos que esperen encontrar en Bohemian Rhapsody una peli de lágrima fácil, se llevarán una decepción, ya que en ningún momento se trata de un drama alrededor de la vida de Freddie Mercury, sino más bien una película cargada de un potente espectáculo, con el único de objetivo de mostrar lo mismo que ofreció Queen sobre los escenarios.