Cuando un misterioso grupo de caníbales —que incluso los nativos les tienen miedo— secuestra a tres personas del pequeño pueblo Bright Hope, cuatro hombres emprenderán un largo y duro viaje hacia el Valle de los Hombres Hambrientos, el inhóspito territorio de estos seres, más parecidos a animales salvajes que a hombres. Siguiendo las instrucciones de «indio» que se niega a acompañarles por miedo, el sheriff Franklin Hunt, Chicory, su viejo pero fiel compañero, Arthur O’Dwyer, un vaquero convaleciente de una herida en la pierna, y John Brooder, un elegante e inteligente cazador de hombres se adentrarán en un territorio que les es hostil en busca del ayudante del sheriff, un enigmático prisionero y la esposa del vaquero que han sido arrebatados durante la noche de la cárcel del pueblo.
Una vez más, uno de los géneros más populares de la historia del cine, se pone al servicio del espectáculo para traernos una historia que va más allá de los clásicos tiroteos y los duelos a la puesta del sol. Como ya sucediera en películas como Ravenous (Antonia Bird, 1999) o Cowboys & Aliens (Jon Favreau, 2011), la época, la estética y el estilo del western sirven como escenario perfecto para una historia de horror, sobre seres casi humanos que sienten devoción por devorar a otros hombres, sobre todo cuando se meten en su territorio sagrado.
Uno de los elementos más interesantes del debut como director del versátil escritor S. Craig Zahler, es el reparto con el que ha podido contar para llevar a cabo esta película que él mismo ha guionizado. Para empezar, el gran reclamo es Kurt Russell que, aprovechando el mostacho que se dejó para rodar la esperadísima The Hateful Eight de Quentin Tarantino, se mete en la piel de un clásico sheriff del Lejano Oeste, duro pero a la vez justo. A su lado está Patrick Wilson, como de Arthur O’Dwyer el fiel esposo que, a pesar de las heridas, se une al equipo para ir a rescatar a su esposa, consiguiendo una buena actuación al convertirse en el elemento dramático de la cinta. El tercer hombre es Richard Jenkins, este veterano y gran secundario, toma el papel de Chicory, un anciano que, tras la muerte de su esposa, tiene como única dedicación servir fielmente al sheriff y hacerlo respetar. Finalmente, el cuarto en discordia, es el personaje que, junto con sheriff, hubiera dado más juego, sino hubiera sido interpretado por un más que mediocre Matthew Fox; el protagonista de Perdidos, aún haciéndolo bien, no consigue meterse en el papel de este tipo duro, consiguiendo que el típico personaje malote y carismático nos llegue a caer como el culo… Así de claro.
Además de los cuatro protagonistas, Bone Tomahawk cuenta con la participación de reparto de secundarios digno de envidia, formado por Lili Simmons, Sean Young, Zahn McClarnon, Sid Haig, David Arquette, Kathryn Morris, Michael Paré y James Tolkan.
La idea es llamativa, la historia atrayente y el reparto muy seductor, sin embargo, parece como si todas las piezas que conforman esta película no encajaran del todo bien. Con esto no quiero decir que la película sea mala, al contrario, es mucho mejor que algunas de las películas que se han estrenado en 2015 a bombo y platillo, pero tiene algo que chirría. Por un lado no acaba de ser un western a usanza, por motivos más que evidentes; por el otro tampoco es una película de terror, ya que el elemento de horror apenas se muestra, pero tampoco se respira en el aire que haya algo terrorífico más allá de las sombras; y, finalmente, en mi opinión le sobra una buena media hora. El ritmo es el propio de estas películas, es decir, lento, pero hay parte del metraje que, si bien está bien hecho, parece que no es necesario para la historia que se nos quiere contar. El conjunto de estos tres elementos hace que la película no sea tan perfecta como se podía esperar.
Ahora sí, lo que no se le puede negar a esta película es una brillante puesta en escena. Las largas tomas de noche se grabaron sin apenas luz, aportándole ese aire de realismo que los focos a veces impiden. Además, en toda la película apenas se puede escuchar música alguna, por lo que el clima y la atmósfera de cada escena recae completamente en la historia que consigue mantenernos en vilo.
Aún con todo, Bone Tomahawk —que se estrenó en el 48º Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya, más conocido como el Festival de Sitges, y que le valió el premio a la mejor dirección— es una película más que recomendable para los que quieran probar cosas nuevas, ya que le da cierto halo de aire fresco a una industria que empieza a aquejarse de las modas.