Los años no pasan en balde para nadie, ni tan solo para Rayo McQueen, el que una vez fuera un rápido novato que puso en jaque a los veteranos de la Copa Pistón, ahora es uno de los corredores con más experiencia de la parrilla. Aunque sigue teniendo ese toque que lo hace único, todo da un giro de ciento ochenta grados cuando aparece en escena un joven Jackson Storm, un corredor de la nueva generación que lo adelanta sin más y, de la noche a la mañana, hará que Rayo deje de ser uno de los líderes absolutos de la Copa Pistón a tener que luchar para mantener el tipo. Y no solo será Storm, sino que, poco a poco, los corredores de la generación de Rayo serán sustituidos por novatos hasta que solo quede él de la no tan vieja escuela. Sin embargo, él seguirá luchando, con la mala fortuna de que lleve su cuerpo al límite y sufra un terrible accidente que lo deje fuera de las pistas. Cuatro meses después, mientras la mayoría creen que dejará las carreras como sus antiguos compañeros, él tomará la decisión de entrenarse duro antes de la primera carrera para poder luchar por el título contra el vigente campeón, Storm, aunque para ello deba lidiar entre los nuevos métodos que le impone el equipo y lo que Doc Hudson le enseñó.
Una década después del estreno de Cars, Rayo McQueen y sus amigos regresan a al gran pantalla como deberían haberlo hecho en 2011, con el mundo de las carreras en el centro de la acción, con una historia de superación de las siempre y con un carga emocional más que contundente como siempre ha hecho Pixar. La tercera entrega se distancia de la segunda y regresa a lo que marcó la primera, es decir, con Rayo con protagonista viviremos los más y los menos de ser un corredor profesional y, en este caso, lo que significa hacerse viejo en un deporte en el que los achaques pueden pasar factura. Por si esto fuera poco, además de recuperar a este personaje, también tendremos a Doc Hudson de vuelta —aunque solo sea brevemente—, con nuevas escenas de su juventud que van desde su accidente a algunas de sus mejores actuaciones; y es que uno de las mejores bazas con las que juega Cars 3 es la de ampliar el imaginario de este universo dando nombre y rostro a los corredores que compartieron pista con Hudson.
Después del patinazo relativo —relativo porque no se estrelló en taquilla pero perdió espirítu— de Cars 2, todo hacía pensar que aquí tendríamos otra aventura edulcorada de Pixar intentando sacar provecho de una de sus franquicias favoritas; sin embargo, lo cierto es que logran regresar al camino que marcó la peli de 2006 y aunque en muchos aspectos pueda recordar a ella, el transcurso y la evolución de la historia la hacen completamente diferente, hasta el punto de que la convierten en la sucesora natural de la primera peli.
Lo cierto es que ver a Rayo como un viejo corredor provoca casi lo mismo que ver a Woody o a Buzz dejados en una guardería, pero en este caso se sabe reconducir la situación y evitar la lágrima fácil para hacer que haya una correlación entre Doc Hudson, Rayo y Cruz, viendo que unos son los sucesores de los otros, sabiendo que aunque ya no estén o dejen de correr, su legado seguirá vivo. Además, casi como si corrigiera el error de Cars 2 y después de un sinfín de cortos que ampliaron la filmografía de Cars, aquí se decidió no seguir desgastando al personaje de Mate que, aunque aparece, lo hace en un segundo plano al no tener un papel lógico en la vida deportiva de Rayo.
Como hemos dicho, los años no pasan en balde, pero en el apartado técnico es para bien, ya que estos diez años favorecen de que el entorno de Cars sea mucho más realista que en 2006, hasta el punto de que sino fuera por los personaje de cuatro ruedas —con permiso de las tres de Guido— el realismo conseguido es sorprendente, hasta el punto de que, además de muchas otras cosas, podamos decir que Cars 3 es una película bonita de ver.
Después de ver recientemente las tres pelis en más de una ocasión por mi hija —algo de lo que ya hablé en el artículo de Cars—, tengo que decir que si la primera tiene ese encanto particular por conocer a los personajes —los habitantes de Radiador Springs son geniales—, creo en no equivocarme que esta cinta consigue llegarme más. No sé porqué, pero lo cierto es que la parte «nostálgica» cuando vemos al joven Hudson Hornet correr me llega mucho, hasta el punto de que me encantaría ver una peli de sus años mozos y descubrir a este personaje que parece tener mucho más de lo que aparenta.
En resumidas cuentas, a pesar de sus altibajos y de no ser tan sorprendente como la primera, Cars 3 logra recuperar la trazada que había marcado la primera entrega y devolver a los personajes a un mundo mucho más coherente y no tan pasado de vueltas como fue Cars 2. El cierre perfecto que merecía la trilogía.