Casino Royale no es solamente una nueva entrega de la saga más longeva de la historia del cine sino un nuevo inicio de esta. Los máximos responsables actuales de la franquicia, Michael G. Wilson y Barbara Broccoli, analizaron los resultados de las últimas películas de Bond protagonizadas por Pierce Brosnan y detectaron que, aunque obtuvieron grandes resultados económicos, se estaba llegando a un profundo agotamiento de ideas que podría conducir a una crisis futura en la serie. Ante esta situación, decidieron dar un golpe de timón total y, siendo conscientes del escepticismo que esta decisión generaría en gran parte de crítica y público, empiezan de nuevo retomando la esencia del personaje creado por Ian Fleming y adaptando su primera novela sobre Bond: Casino Royale, publicada en el año 1953.
Esta renovación impide, lógicamente, que Pierce Brosnan continuara interpretando a Bond. Un nuevo actor se haría cargo del reto, pero el proceso se inicia por donde debe, la composición de un buen guion. Se les encarga a los guionistas habituales en los últimos tiempos la realización de una primera versión de este, recogiendo algunas de las premisas básicas de la novela, pero actualizando el argumento al presente. Neal Purvis y Robert Wade presentaron a los productores Wilson y Broccoli un guion sólido e innovador que satisface plenamente las expectativas, aunque se considera que se le puede sacar más partido a la relación entre Bond y Vesper Lynd, el principal personaje femenino. Es por todo esto que Wilson y Broccoli, que quieren convertir a la película en una de las mejores de la franquicia, apuntaron alto y contrataron a Paul Haggis, autor de los guiones de Million Dollar Baby, Flags of Our Fathers, y ganador del Oscar por el guión de Crash. Haggis, que es seguramente el guionista más importante del Hollywood actual, aceptó el reto y remodeló los diálogos entre Bond y Vesper realizando, además, un reajuste general del argumento dotándolo de mayor profundidad.
Una vez finalizada esta fase, los productores contratan a Martin Campbell como director. Campbell, que ya había dirigido GoldenEye en 1995, es la elección perfecta para ponerse al frente de este nuevo proyecto. Su dominio de la acción y el ritmo lo confirma como el indicado.
Formado el equipo creativo, se inició la búsqueda del sexto actor que interpretará a Bond. Se hicieron numerosas pruebas de cámara y se consideran muchos nombres —Ewan McGregor, Goran Visnjic, James Purefoy, Henry Cavill, Gerard Butler, Dougray Scott…—, pero Barbara Broccoli tenía un candidato preferido desde hacía tiempo y lo propuso ya que consideraba que encarnaría mejor el tipo de personaje que se buscaba en esta nueva fase de la franquicia. El actor era Daniel Craig, nacido en Chester, Inglaterra, en 1968, poseedor de una sólida formación interpretativa forjada en el teatro, y que había aparecido en films como Camino a la Perdición y Munich. En cuanto Craig lee el guión y acepta inmediatamente comprometiéndose, además, a rodar tres películas de Bond. Su elección suscitó un gran número de críticas desde el primer momento, muchos creyeron que no daba la imagen del personaje, pero en estos casos siempre se debe esperar a ver el resultado final dejando las opiniones para ese momento ya que las ideas previas no se sustentan en una valoración del trabajo realizado sino en prejuicios sin base sólida.
Finalmente, el reparto queda completado con la presencia de Eva Green como Vesper Lynd, Mads Mikkelsen como el malvado Le Chiffre, Jeffrey Wright, Giancarlo Giannini, Caterina Murino y Judi Dench interpretando a M, la única que continúa en la serie de las películas precedentes.
El rodaje comenzó a finales de enero de 2006 y finalizó en julio del mismo año. La filmación, como siempre pasa en estos casos, se llevó a cabo en una multitud de localizaciones: los estudios Barrandov en Praga, Karlovy Vary —también en la República Checa—, los míticos estudios Pinewood de Londres, Bahamas, Venecia y el Lago Como.
Tras ver la película, la sensación que se tiene es la del trabajo bien hecho. Se trata de un film Bond sólido, bien interpretado, con mucha acción y pletórico de ritmo. El argumento es potente y, en mi opinión, se trata, sin duda alguna, de la mejor película de James Bond de la historia. Las explicaciones son claras. En primer lugar, el argumento tiene de todo, acción, sentido del humor, emoción y entretenimiento constante. Martin Campbell mantiene muy bien el ritmo y planifica una serie de escenas de forma magistral como, por ejemplo, la partida de póker que se produce en la parte central del film. Pero, sobretodo, lo que influye de una forma clara es el «factor» Daniel Craig… Él es Bond. Interpreta el papel reflejando todo tipo de emociones, pero destacando la esencia, es decir, la dureza y la convicción de un hombre que ha decidido desarrollar una tarea de gran riesgo por fidelidad a un país, a una sociedad, por encima de cualquier otra consideración. Bond es un «doble cero», un agente preparado para la eliminación de enemigos potenciales de la sociedad occidental pero también es un creativo que tiene que improvisar constantemente en el transcurso de las misiones. Al mismo tiempo, este trabajo tan demandante le permite huir de problemas internos propios seguramente procedentes de la inadaptación de una persona huérfana desde mucho tiempo atrás, con un pasado turbulento que le ha dado una nueva perspectiva de la vida. Todos estos elementos los representa mejor que nadie Daniel Craig con su interpretación.
En Casino Royale, James Bond es ascendido a la categoría de agente «doble cero» dentro del Servicio Secreto Británico. En su primera misión tiene que enfrentarse a una misteriosa organización que se dedica a la financiación internacional de terroristas. Una de sus caras visibles es el banquero Le Chiffre, que acumula dinero negro de grupos guerrilleros y reinvierte en el aprovisionamiento de células terroristas en todo el mundo. Bond deberá interponerse en el camino de Le Chiffre evitando que este recaude una importante cantidad de dinero en una partida de póker que se celebra en el Casino Royale de Montenegro donde cada uno de los diez jugadores que participaran tiene que poner al menos 10 millones de dólares sobre la mesa de juego. Si Bond gana la partida habrá golpeado duramente a la organización de Le Chiffre, pero si pierde el gobierno británico contribuirá directamente a la financiación de grupos terroristas. Para controlar el tema económico, el gobierno británico envía a Vesper Lynd para colaborar en la misión de Bond. Sin duda, la acción en el casino constituye el escenario central del film, pero antes y después la película tiene otros grandes momentos de interés mientras seguimos la investigación que lleva a Bond por diferentes localizaciones.
Sin desvelar más detalles sobre el argumento, podemos decir que la película muestra una acción muy física, casi brutal, pero también un sentido del humor incisivo poco visto anteriormente que rompe con algunos de los convencionalismos de la serie que resultaban prescindibles.
Con Casino Royale se estalecieron las bases para el futuro de la saga que continuará por este nuevo camino que tan hábilmente se ha trazado. Aquellos que buscan acción la tendrán y el público que echaba en falta algo más en esta clase de películas comprobará que James Bond ha cambiado un poco más de lo que se creía. La saga está en buenas manos y ha sido reorientada para continuar entreteniendo eficazmente al gran público en los próximos años.