Neil Marshall escribe y dirige esta historia épica sobre un centurión, Quintus Dias, hijo de un gladiador que sobrevivió para conseguir la libertad, que lucha en tierras britanas contra los bárbaros para expandir el vasto Imperio Romano. Pero la lucha de guerrillas, a la que se ven abocados los soldados romanos, provoca más derrotas que victorias. Después de una fuga, una traición y una terrible emboscada, de la Novena Legión romana solo quedan un pequeño grupo legionarios, liderados por Dias, que se impondrán la misión de salvar de las manos de los bárbaros a su querido general, y más tarde para salvar la vida y volver a casa, creando a partir de aquí una epopeya que recorre los duros paisajes de una Britania muy diferente a la de hoy.
Esta cinta se une a otras muchas que se produjeron antes y después —desde Gladiator a 300— para dar lugar a este péplum moderno, en el que la épica se une con el realismo, mientras se busca la recreación histórica sin caer en lo tedioso. Con una magnífica estética de cómic y una historia muy cercana a peli de Ridley Scott, Centurión resulta ser una agradable cinta de aventuras épico-históricas, con reminiscencias que van desde El Señor de los Anillos —sacando, por ejemplo, mucho provecho de las grandes panorámicas de Escocia, para dar lugar a secuencias parecidas a las de la Comunidad cruzando las montañas nevadas de la Tierra Media—, pero también de cintas de acción como Acorralado o Venganza. Y es que la acción que se genera con el ir de venir de personajes por esos inhóspitos territorios, hace generar una tensión de una historia que si bien sencilla y con bastantes tópicos, nos cautivará.
Además, cuenta con una ambientación bastante más apropiada, y mejor lograda que en pelis ambientadas en la misma época como El Rey Arturo (Antoine Fuqua, 2004), esta se aleja de las «falditas» cortas de los filmes de romanos de los años 50 y 60, consiguiendo un realismo mucho más que necesario en las películas de época histórica. Es decir, los romanos sudan, sangran y luchan hasta el final, casi del mismo modo que sus rivales, los temibles pictos, en lo que es más un choque de culturas, una auténtica guerra, que una lucha entre el bien y el mal.
Como es de esperar, para llevar a cabo una historia en la que el espectador debe empatizar con los personajes, se debe recurrir a actores de talento, para ello, Neil Marshall contó con todo un reparto formado por secundarios de lujos —muchos de ellos procedentes de la televisión británica, al fin y al cabo es una producción franco-inglesa— y por rostros que ahora son muy conocidos, pero que por aquel entonces empezaban a hacerse un sitio en el panorama internacional. Michael Fassbender se convierte en el fiel y duro Quintus Dias —demostrando ese punto de tipo duro que se ganó siendo Stelios en 300— mientras deja ver ese talento interpretativo que hemos descubierto después. A su lado hay nombres como Dominic West como el aguerrido general romano, Olga Kurylenko como la rastreadora picta, Ulrich Thomsen como el temido líder de los pictos, pero también otros como JJ Feild, David Morrissey, Paul Freeman, Liam Cunningham —sí, sí, el Davos de Juego de Tronos—, Noel Clarke y un joven Riz Ahmed.
Con una historia simple pero contundente, un reparto a la altura de la situación y una ambientación perfecta, el resultado es una peli de esas que se dejan ver del tirón, ya que no tiene grandes pretensiones más allá de entretenernos durante la hora y media de metraje. Y es este pequeño detalle, su duración, una de sus virtudes, ya que, si se alargara un poco más, podría carecer del ritmo necesario para atraparnos; algo de lo que padece, por ejemplo, La legión del águila que va por los mismos lares, pero roza las dos horas. Centurión tiene suficiente con esos noventa minutos escasos para atraer nuestra atención, conseguir que conectemos con los personajes y mostrarnos la guerra de guerrillas que predominaba en las conquistas de los romanos fuera del continente europeo; todo ello, sin dejar de ser una cinta acción trepidante que nos entretendrá de principio a fin.