
En 2002, llegó a nuestras pantallas Chicago, un brillante film musical que, aunque comparte algunas características con Moulin Rouge debido a su estilo visual y enfoque, ofrece una atmósfera completamente diferente. Ambientada en los felices años 20, en plena época de entreguerras, la película nos transporta a un tiempo en el que la sociedad, marcada por los estragos de la Primera Guerra Mundial, buscaba escapar de la tristeza mediante el hedonismo, el glamour y el desborde de fiestas y espectáculos.
La trama sigue a Roxie Hart (Renée Zellweger), una mujer ambiciosa con el sueño de convertirse en una gran estrella del espectáculo, similar a su ídolo, Velma Kelly (Catherine Zeta-Jones). Para alcanzar sus metas, Roxie se ve envuelta en una relación extramarital con el vendedor de muebles Fred Casley (Dominic West), con la esperanza de que sus contactos la introduzcan en el mundo de la farándula. Sin embargo, cuando Roxie descubre que Fred solo la utiliza para sus propios fines, decide matarlo. Este acto la lleva a prisión, enfrentándose a una condena que podría costarle la vida.
Una vez en la cárcel, Roxie se cruza con Velma, quien ya es una estrella en el mundo del crimen, y también conoce a Billy Flynn (Richard Gere), un abogado de fama y reputación dudosa, que promete salvarla a cambio de una generosa suma de dinero. Billy, conocido por su habilidad para manipular a los medios y crear espectáculo en torno a los casos judiciales, ayuda a Roxie a construir su imagen pública como una víctima inocente, lo que transforma su juicio en un circo mediático.
La película brilla por su capacidad para mezclar la narrativa con deslumbrantes números musicales, ofreciendo momentos memorables como la icónica escena de Richard Gere bailando claqué o el espectacular número en el que los periodistas se convierten en marionetas, lo que agrega una capa de crítica a la manipulación mediática y la obsesión por la fama. Aunque muchos de los actores principales no tenían experiencia previa en musicales, su desempeño en el film es excepcional, y sus actuaciones vocales y coreográficas aportan un dinamismo que hace que el espectador quede completamente cautivado.

Chicago fue un éxito rotundo en la temporada de premios, recibiendo múltiples nominaciones al Oscar. La película ganó el Oscar a la mejor película, además de los premios a mejor actriz secundaria (Catherine Zeta-Jones), mejor dirección artística, mejor diseño de vestuario, mejor sonido y mejor montaje. Estos galardones son un testimonio de la excelencia técnica y artística de la película, que logra combinar de manera brillante la música, el baile, la narrativa y la crítica social.
El resultado es un filme vibrante, perfecto para los amantes de los musicales, pero también para aquellos que disfrutan del talento de sus actores principales. Chicago es una celebración del color, la música, el ritmo y, sobre todo, de la energía, ya que cada número musical transmite una carga emocional única, desde la pasión hasta la desesperación y la angustia de los personajes. La película logra que el espectador se sienta inmerso en un mundo de excesos, glamour y corrupción, mientras las canciones y los bailes sirven como espejo de las emociones internas de los personajes.
Recomiendo este film a todos aquellos que busquen una película entretenida, visualmente deslumbrante y musicalmente rica. Es ideal para quienes disfrutan de los buenos actores mostrando su talento y para aquellos que se sienten atraídos por historias de ambición, fama y la lucha por el reconocimiento en un contexto lleno de contrastes. En definitiva, Chicago es una opción segura para pasar una tarde entretenida, disfrutando de un espectáculo vibrante y lleno de estilo.