Después de la bochornosa Combustión (2013), parece que el director Daniel Calparsoro se ha puesto las pilas y nos ha mostrado algo digno de visionado, lejos de la vergüenza ajena que fue su anterior película. En Cien años de perdón nos encontraremos con un buen thriller de robos y atracos.
En una mañana cualquiera, seis hombres irrumpen en un banco de Valencia. Su plan parece perfecto y da la sensación que lo tienen todo controlado. Lo que parecía un robo limpio y fácil pronto se complica, y nada saldrá como estaba planeado. Esto provoca desconfianza y enfrentamiento entre los dos líderes de la banda, “El Uruguayo” y “El Gallego”. Sobretodo cuando se descubre que en una de las cajas del banco hay datos que implican a un importante partido político del país.
La cinta comienza con ritmo ya desde el primer momento, enseguida vemos como los atracadores asaltan el banco y toman rehenes, todo de una manera muy organizada y profesional. Algo que dura muy poco ya que el plan que tenían no sale como estaba previsto y deben buscar una alternativa.
A priori nada destacable en comparación a cualquier otro film de atracos, pero donde realmente la hace interesante a la película es esa subtrama política que se descubre por el hecho de guardar en el banco un disco duro con datos “sensibles” sobre un partido político, datos que si salieran a la luz pública podrían comprometer al partido en cuestión. En ese momento se inicia una investigación de evaluación y riesgo por parte de los responsables del partido junto con algunos miembros de la policía para deshacerse o evitar que esos datos caigan en malas malos. Evidentemente esto es España y enseguida nos viene a la mente los partidos que podrían encajar en dicho perfil. Valencia, corrupción, en fin, son elementos que nos tocan de cerca. Siempre he pensado que el cine español debería tirar más por lo hechos que podemos sacar de aquí en lugar de intentar emular siempre lo que hacen los americanos. Al fin y al cabo tenemos mucho donde basarnos. Y eso es lo bueno que tiene la peli, aquí no aparece el típico ladrón superinteligente que lo tiene planeado todo al milímetro o al inspector de policía experto en estas situaciones capaz de detener a los ladrones antes de que puedan escapar. Aquí los delincuentes también tienen problemas y no les salen las cosas como habían planeado, aunque es verdad que en ese aspecto quizá esté algo exagerado ya que en ciertos momentos sus acciones resultan cómicas. El plantel es el de siempre, Luís Tosar no necesita esforzarse para dar siempre una buena interpretación, donde haya un thriller pon un Tosar, y donde hayan polis pon un José Coronado, otro que va a piñón fijo y poco necesita para destacar, por lo demás resaltar a Raúl Arévalo como contacto del partido político y a al argentino Rodrigo De la Serna como el “Uruguayo” cuyo acento e interpretación te sacarán de quicio.
En definitiva Cien años de perdón no deja de ser un buen thriller de atracos, entretenido, con ritmo y con una trama interesante y muy cercana, en este tipo de pelis siempre acabamos empatizando con los delincuentes e incluso queremos que se salgan con la suya, pero es que en este caso más, al fin y al cabo quien roba a un ladrón…