
Guardaespaldas de éxito, hábil con las armas, un maestro en el combate… Eso y mucho es lo que Nicky Larson es, un agente del bien que puede ser contratado por cualquiera para cumplir una misión, vamos, como El equipo A pero en una sola persona, como mucho contando con la inestimable ayuda de Laura, su socia y hermana de su mejor amigo que asesinado por un capo de la mafia. La nueva misión de Nicky será proteger el Cupido, un compuesto químico que se aplica como un perfume y que provoca que aquellos que lo huelan se enamoren perdidamente de quién lo lleva, y cuyos efectos son imposibles de eliminar pasadas las 48 horas. Sin embargo, justo al empezar la misión, el Cupido es robado y cae en las manos de un inocentón que verá cómo las mujeres caen a sus pies. Para impedir el desastre y de que las fuerzas del mal que también lo quieren se hagan con esta potente arma, Nicky pondrá todo su ahínco en recuperarlo al precio que sea.
No es ningún misterio que Philippe Lacheau es un ferviente seguidor del manga y del anime —ya en Se nos fue de las manos se intuía al interpretar un personaje que es dibujante de cómics—, por lo que no es de extrañar que después del éxito de sus anteriores comedias, consiguiese adaptar a la gran pantalla City Hunter, un manga de Tsukasa Hōjō, del que se declaró seguir desde la infancia. Lo curioso del tema es que Hōjō que mantiene los derechos de su obra y acostumbra a rechazar la mayoría de ofertas de adaptaciones de su obra, aceptó enseguida el proyecto francés a pesar de las diferencias culturales. Sin embargo, cuando uno mira el original y lo compara con la cinta de Lacheau, verá que ambos estilos encajan muy bien a la hora de hacer humor —con esos guiños un poco salidos de tono— y de contar la acción —cargada de ese falso postureo pero efectivo—, que sin duda gustará tanto a los amantes del manga como de la comedia de acción francesa. Y es que no es la primera ocasión que elementos japoneses y franceses se cruzan para dar lugar a pelis realmente entretenidas, como en la serie Taxi o en la magnífica Wasabi, protagonizada por Jean Reno.

Dejando a un lado cuanto se acerca o se aleja de la obra japonesa original, lo cierto es que el resultado final sigue la tónica habitual de la obra de Lacheau y de La Bande à Fifi, y no solo porque en el reparto aparecen el propio Lacheau y los habituales Julien Arruti, Tarek Boudali o Élodie Fontan en los roles principales, además de contar con la participación de sus «amiguetes» habituales como Reem Kherici, Gérard Jugnot o Didier Bourdon, además de la aparición sorpresa de la mítica Pamela Anderson; sino por, como hemos dicho, por ese tono desenfado al recurrir a los chistes más básicos de corte sexual pasados de tono, pero que son lo suficientemente bien llevados y justamente medidos al introducirlos entre trepidantes escenas de acción rodadas con muy buen gusto que harán las delicias de los que solo quieren ver un auténtico espectáculo. Es cierto que el hecho de basarse en un cómic hace que las subtramas personales—que le dan fuerza y justifican todo lo demás— que tan bien supieron llevar en Babysitting o Alibi.com, aquí quedan un poco más forzadas al, tal vez, no haber surgido de la mente de estos humoristas, sino haber estar adaptadas por estos.
Sin embargo, a pesar de todo y de que es innegable que se trata de un producto menos universal que otras pelis de Lacheau, lo cierto es que City Hunter es puro entretenimiento, con muchísimo humor que nos provocará carcajadas a la vez que aplaudimos por esa acción ultracoreografiada que si bien se ve muy falsa, en seguida nos permite entrar en el juego y verlo más como un ballet perfecto de tiros, trompazos y postureo.
A pesar de que su filmografía no pueda ser considerada una obra de arte —creo que tampoco lo pretende—, lo cierto es que parece que Philippe Lacheau y compañía han sabido dar con la tecla para conseguir realizar unas comedias destinadas a un público bastante amplio sin hacerles pensar demasiado, buscando más un sano entretenimiento que no una profunda reflexión. Al igual que las otras, City Hunter resulta un soplo de aire fresco, no tanto por la historia, sino por la manera de hacer de la gente que hay detrás.