
Un mes para preparar una película de media hora en una sola toma que se emitirá en directo en el estreno de un nuevo canal televisivo dedicado al terror y a la serie, ese es el proyecto que le ofrecen a Rémi, un director de anuncios y telefilms que se guía por el siguiente lema: rápido y barato, pero presentable. Algo que será suficiente para los productores japoneses para aceptarlo para hacer un remake francés del éxito que triunfó en el país del sol naciente. Sin embargo, no todo será tan sencillo como parece cuando deba lidiar con una producción nefasta, poco presupuesto, actores que se ponen enfermos, las imposiciones japonesas o, simple y llanamente, todo aquello que pueda salir mal, que saldrá mal.
Inevitablemente, a pesar de que este remake francés de la cinta original japonesa que sorprendió al mundo, por mucho que esté a cargo de un hombre con el bagaje de éxitos como Michel Hazanavicius —que no solo dirige, sino que también se encarga de la adaptación—, se trata de una peli que queda a la sombra del original. One Cut of the Dead fue un soplo de aire fresco que, además, no se andaba con rodeos, es decir, se centraba rápidamente en el quid de la cuestión y a partir de allí avanzaba como un torbellino de gags que se sucedían, en este caso se nota la pretensión de la producción a extenderse en el tiempo lo suficiente como para ser una peli de más de hora y media —la original apenas llegaba—, y cumplir con las expectativas del público occidental. Por decirlo de algún modo, a pesar de que la historia sigue siendo la misma —es que es una copia exacta—, se ponen añadidos y se repiten sketches para dejar de ser una cinta relativamente independiente para ser una producción europea con la esperanza de conseguir ese título cada vez más usado de «la comedia francesa del año».

A efectos prácticos, más allá de pequeños detalles necesarios para la traducción —por decirlo de algún modo—, lo cierto es que se trata de la misma peli de Shinichiro Ueda, con los mismos personajes, la misma estructura y las mismas subtramas, solo con pequeños añadidos —sin ir más lejos, la aparición de Yoshiko Takehara haciendo el mismo papel de productora japonesa— y guiños a la cinta original —como el guión que tienen los personajes ilustrado con imágenes de la peli de Ueda—, pero con una pérdida muy importante, el ritmo, algo que provoque que no sea tan atractiva como la japonesa.
Comparaciones al margen, lo cierto es que se trata de una comedia bastante simple y que no pretende hacer nada más que entretenernos un rato, ya que si pretende algo más, se queda por el camino, ya que Hazanavicius no innova en nada respecto a la japonesa original —incluso juraría que si se comparan plano a plano, uno podría decir que la cámara se sitúa en los mismos lugares y con la misma luz—, queriendo sacar provecho de que el público en general no la haya visto. Por otro lado, si bien el reparto encabezado por Romain Duris y Bérénice Bejo cumple con las expectativas, tampoco está en su mejor momento y solo reproducen lo que ya hicieran los japoneses.

En resumidas cuentas, se podría afirmar sin miedo a equivocarse que si no se ha visto One Cut of the Dead, estarás frente a una peli amena, divertida y con mucho gancho, mientras que si la ves con la lección aprendida, te dejará con sabor agridulce en los labios, como esperando mucho más de una buena idea adaptada por alguien como Michel Hazanavicius. No llega a decepción, pero pierde la frescura de un producto original y se acerca tanto al desastre que temes lo peor para ella y para sus involucrados.