
Sylvester Stallone es de sobra conocido por todos nosotros, se ha ganado el apodo de tipo duro por sus innumerables películas de acción (por eso es uno de los elegidos en nuestro decálogo del tipo duro), es un de los actores mas queridos de este género y en Demolition Man no está solo. Wesley Snipes es nuestro otro candidato a tipo duro, el actor ha protagonizado varias películas de acción como Asalto al tren del dinero (1995) o el Arte de la Guerra (2000), pero es la saga Blade la que más reconocimiento le ha dado y la que conoce la mayor parte del público.
En un futuro no muy lejano, en la ciudad de San Ángeles (una fusión de Los Ángeles, San Diego y ciudades de alrededor) la violencia ha sido eliminada del todo, no hay vandalismo, no se cometen asesinatos, es un lugar idílico, de paz y prosperidad. Todo cambia cuando un criminal conocido como Simon Phoenix (Wesley Snipes), retenido en una crioprisión por sus delitos en el pasado, se despierta en ese lugar. Tras la ola de asesinatos que comete Simon, la policía se ve incapaz de actuar frente a alguien como él. Ante la imposibilidad de detener a un criminal de métodos antiguos, la ley dispone como solución liberar al policía que lo capturó en el pasado: John Spartan (Sylvester Stallone) también criogenizado por un delito que no cometió.
La gran baza de esta película es la de contar con los nombres de Sylvester Stallone y Wesley Snipes como protagonistas del film. Por un lado, Stallone interpreta al policía John Spartan, un poli de la vieja escuela que no duda en recurrir a la violencia para detener a sus enemigos, algo que le funcionaba en el pasado pero que en esta época no termina de encajar, al menos cuenta con la ayuda de la agente Lenina Huxley (Sandra Bullock), que resulta ser una fan de las hazañas de Spartan y fascinada con el siglo XX. Y por el otro, esta el criminal Simon Phoenix interpretado por Snipes, un auténtico bestia que no duda en eliminar a todo el que se cruce en su camino, su forma de ser medio burlona le convierten en uno de los malos más carismáticos del género. Y ahí está la gracia del film, ver a estos dos tiarrones enfrentándose entre sí.

Los momentos de acción son muy buenos, se nota que los dos están curtidos en este tipo de cintas, pero la gracia de la película está en los pequeños detalles cómicos que nos muestran. Por ejemplo te multan si dices tacos, el sexo se practica con una aparato de realidad virtual, los restaurantes se llaman Pizza Hut, la biblioteca más importante se llama Schwarzenegger, de hecho Arnold llegó a ser presidente de Estados Unidos, pero lo más divertido es que para usar el servicio se utilizan tres conchas y durante toda la película no le explican a Spartan (ni al espectador) como se utilizan, y se ríen de nosotros por ignorar su funcionamiento. Todo esto hace que el film sea muy ameno y entretenido, no es un peliculón pero te diviertes y lo pasas bien.
Además, lo más curioso es que si la ves en estos tiempos, nos damos cuenta que el futuro que se representa en la película tiene bastantes ¿predicciones? y similitudes con lo que vemos en nuestro día a día. Tras casi treinta años del estreno de Demolition Man, las similitudes cada vez son más cercanas, estas van desde la corrección política y la necesidad de los gobernantes de sobreproteger a los ciudadanos (así como la infantilización de estos), entre otras. Cada vez da la sensación de que ese futuro distópico y lejano que veíamos en sus tiempos está cada vez más cerca.