Mucho antes de que Quentin Tarantino adoptara el nombre de Django y lo convirtiera en uno de los mejores westerns del cine contemporáneo, ese nombre no pertenecía a un esclavo africano, sino a un hombre blanco que lucho con el bando nordista durante la Guerra Civil americana.
Un misterioso hombre que arrastra un ataúd llega a un pueblecito abandonado en mitad de la frontera mejicana, se hace llamar Django y nadie conoce sus propósitos, pero poco importa, ya que el pueblo está sumido entre dos bandas rivales. A un lado está el mayor Jackson, un estadounidense fanático y muy cercano al Ku Klux Klan; al otro está el general Hugo Rodríguez, un mejicano revolucionario que está completamente enfrentado a al primero, que, en sus ratos libres, se dedica al tiro al blanco con mejicanos. Con la intención de aprovecharse de la situación, Django se une al bando de los mejicanos logrando dejar casi diezmados a los hombres de Jackson, sin embargo, no todo es lo que parece y la traición crece bajo cada una de las piedras de este pequeño pueblecito cultivado por la violencia.
Django es un spaghetti western clásico a más no poder, en este caso la influencia americana es mínima, ni tan siquiera aparece un Clint Eastwood o un Lee Van Cleef, una producción italo-española cargada de violencia, largas escenas contemplativas y cargada hasta los topes de disparos de revólver.
Como no podía ser de otra forma, al tratarse de una producción enteramente europea, el reparto está completamente formado por actores y actrices italianos y españoles. Debemos destacar actores como José Bódalo y Eduardo Fajardo, que se convierten en unos excelente rivales del que, en aquel momento, era un actor bastante desconocido, Franco Nero. Este italiano, que con el paso del tiempo se convertiría en el actor fetiche de Corbucci, como lo fuera Wayne de John Ford o Eastwood de Sergio Leone, consiguió con esta película su primer papel protagonista así como el más importante de su carrera. Tan importante fue que Tarantino no pudo evitar invitarle a hacer un cameo en su Django desencadenado.
Aunque Nero no fue su primera elección, Corbucci se enfrentó al rodaje de la que sería una de sus obras maestras apenas sin guión. Fue entonces cuando su hermano Bruno apareció en escena para crear una historia que, al principio, el propio Nero calificó de «sinopsis más detallada», aunque después evolucionaria hasta lo que llegó al público. Lo interesante del rodaje fue que, poco antes de empezar, los estudios que imitaban un poblado del oeste se ensuciaron por completo, y Corbucci prefirió dejarlos tal como habían quedado en vez de limpiarlos, para mejorar la estética de la película y aumentar el realismo. Los exteriores fueron rodados entre Italia y España durante la Navidad de 1965, mientras que los interiores tuvieron lugar ya en el febrero de 1966 en los estudios Elios a las afueras de Roma.
Lo curioso fue que, a pesar de ser una co-producción española, la dura censura de nuestro país no pudo dejar pasar por alto la extrema violencia que contenía la película, así que Django fue clasificada para mayores de dieciocho años, a la vez que fueron recortadas dos escenas: una en la que el personaje interpretado por José Terrón dispara a bocajarro por la espalda a un mejicano que está huyendo; y otra en la que el general Rodríguez —interpretado por José Bódalo— le corta la oreja a uno de los hombres de Jackson y le obliga a comérsela. No es por repetirme con el tema de Tarantino, pero es curioso que una escena muy parecida fuera una de las más duras de la ópera prima de Tarantino, Reservoir Dogs… Todo está conectado.
Escrita por Bruno y Sergio Corbucci, dos de los grandes del cine italiano de mediados del siglo XX, Django se ha convertido en una película de culto al romper con las estructuras habituales del western europeo, sin dejar de ser, por ello, una de las mejores películas del género, tanto por su estética como su trama que se mantiene en secreto hasta el final. Hay momentos brutales, tanto por su peculiar ritmo que pasa de la calma más absoluta a la acción más repentina, así como por la peculiaridad de su historia o por el estilo de los combates. Por ejemplo, hacia la mitad de la película, Django derriba a un gran número de los hombres de Jackson utilizando una Gatling que lleva oculta en el enigmático ataúd.
Como guinda del pastel, está la increíble banda sonora compuesta por Luis Enriquez Bacalov, cuyo canción principal ha pasado a los anales de las canciones de los spaghetti westerns, como la de El bueno, el feo y el malo, la de Le llamaban King o Le llamaban Trinidad.
El legado que ha dejado Django es más que espectacular, además de una treintena de secuelas —entre las que se encuentran las de Tarantino y Takashi Miike—, dejando claro que el personaje creado por los Corbucci e interpretado por Franco Nero ha logrado ir más allá de sus personajes, siendo comparable con el «hombre sin nombre» de Sergio Leone.