El club de la lucha es una película de 1999 dirigida por David Fincher y basada en la novela homónima de Chuck Palahniuk. Narra la historia de un hombre sin nombre (interpretado por Edward Norton) que sufre de insomnio y aburrimiento en su trabajo como inspector de seguros. Un día conoce a Tyler Durden (Brad Pitt), un fabricante de jabón con una filosofía de vida muy peculiar: rechaza el consumismo, el capitalismo y la sociedad moderna. Juntos crean un club secreto donde se pelean a puñetazos con otros hombres que buscan liberarse de sus frustraciones. Pero lo que empieza como un juego se convierte en algo mucho más peligroso y radical.
El club de la lucha es una de esas películas que, en su momento, no tuvo mucho éxito y fue duramente criticada, para posteriormente convertirse en un film de culto y ser reconocido por la prensa especializada. Es ese tipo de películas que triunfa a posteriori. De hecho, en cines no recaudó mucho y fue con el paso al formato VHS donde la película obtuvo el éxito que merecía.
En verdad, estamos ante una de esas películas que marcan época, de ese estilo de films que muestran una crítica social muy clara (aunque mucha gente se quedó simplemente en lo superficial y la tachaban de machista o de incitar a la violencia). El director David Fincher, que venía de hacer Seven y The Game, le imprimió ese estilo videoclíptero de finales de los noventa, como si de un videoclip de la MTV se tratase (la MTV de antes, no la de ahora). Posee una estética muy cuidada, con una fotografía oscura y sucia que refleja el ambiente decadente y violento de la época.
La trama es uno de sus puntos fuertes. Es un rompecabezas enloquecido que te hace preguntarte si necesitas un psiquiatra, un detective privado o quizás ambos, para descifrarlo. En un momento, estás viendo a un hombre con insomnio que asiste a reuniones de grupos de apoyo por adicción, y al siguiente, estás viendo cómo monta una organización secreta centrada en el anarquismo y el caos. Todos conocemos ya ese mítico giro de guion y, aún así, viéndola por segunda o tercera vez, observas lo bien que encaja todo y, sobre todo, ves esas pistas que te hacían pensar que algo no iba bien.
En cuanto al reparto, no se queda atrás. Edward Norton, interpretando a “el narrador”, nos regala una actuación tan sumamente neurótica que nos hace sentir como si estuviésemos a punto de tener un ataque de ansiedad. Brad Pitt, en el papel de Tyler Durden, es la representación perfecta de la anarquía carismática, un líder de culto, guaperas que es el culmen de la representación física masculina, no se me ocurre un actor mejor para este papel. Y la lista de frases lapidarias que suelta, que más de uno recordamos, no se queda atrás. En contraposición, tenemos a Helena Bonham Carter haciendo de Marla, una mujer tan desequilibrada como los protagonistas, que se convierte en un elemento disruptivo en la ya volátil relación entre los dos hombres.
En definitiva, El club de la lucha es una película que no te deja indiferente. La trama tiene más vueltas que un laberinto y los personajes son más inestables que un castillo de naipes. Pero, a pesar de todo, posee un extraño encanto que te mantiene pegado a la pantalla. Es una película que hay que ver al menos una vez en la vida. Y si ya la has visto, seguro que querrás volver a verla. Y recordad: seguid las reglas (aunque yo las haya incumplido).
La primera regla del club de la lucha es: Nadie habla sobre el club de la lucha.
La segunda regla del club de la lucha es: Ningún miembro habla sobre el club de la lucha.
La tercera regla del club de la lucha es: La pelea termina cuando uno de los contendientes grita “basta”, desfallece o hace una señal.
La cuarta regla del club de la lucha es: Solo dos hombres por pelea.
La quinta regla del club de la lucha es: Solo una pelea cada vez.
La sexta regla del club de la lucha es: Se peleará sin camisa y sin zapatos.
La séptima regla del club de la lucha es: Cada pelea durará el tiempo que sea necesario.
La octava regla del club de la lucha es: Si esta es tu primera noche en el club… TIENES que pelear.