
Se ha cometido un asesinato en una de las lujosas casas de Sunset Boulevard. En la piscina de una de ellas se ha encontrado flotando el cadáver de Joe Gillis, guionista de cine sin demasiada suerte, que ha recibido tres tiros. Pero, ¿cómo ha llegado hasta allí? Será el propio Gillis el que nos narre los sucesos que tendrán lugar antes de su fatal final, y cómo pasa de guionista sin empleo a ser el amante y acompañante de una vieja estrella del cine mudo, Norma Desmond, que vive en recluida en su barroca mansión, creyendo que aún es alguien cuando nadie se acuerda de ella.
Esta película es uno de los grandes hitos de la historia del cine, y lo es por muchos motivos. En primer lugar y más evidente, es dura crítica al sistema de Hollywood, de la manera en la que devora a las personas y las escupe al olvido cuando dejan de ser interesantes, en este caso personificado en el personaje de Norma Desmond, a la que el cambio del cine mudo al sonoro la dejó por el camino; algo que, en realidad, afectó a muchos, como a la propia actriz que le da vida a Norma, Gloria Swanson, que lo llevó mejor y se volcó en la radio y la televisión, o Buster Keaton —que también aparece en el cinta como uno de los jueguetes rotos de Hollywood— y que trabajó muy duro para renacer de las cenizas del cine mudo. Si ya fue atrevida en cuanto al argumento, también lo fue, por ejemplo, por la manera en la que narra la historia, ya que la voz en off de un cadáver rompía la narrativa clásica de Hollywood, a la vez que combinaba varios géneros como el cine negro, el drama, el terror y el romántico para plasmar una historia que podía tener muchas lecturas, según la óptica desde la que se viera. Aunque su originalidad también recae en su apartado técnico, que se propuso que el espectador se inclinase, con una atrevida fotografía que se ajusta al tono de las escenas, o que sorprende, como en el caso de la secuencia inicial con el contrapicado en la piscina. Todo ello hizo que en muy poco tiempo fuera considerada unas de las mejores películas de 1950 y de toda la historia, a pesar de las voces discordantes que hubo en la industria que no admitieron las críticas de manera deportiva.

Si por algo también destaca la cinta es por el dibujo de sus personajes, que logran captar en seguida la atención del espectador al estar tan bien perfilados y, por supuesto, interpretados. Los dos protagonistas fueron Gloria Swanson y William Holden; la primera, antigua estrella del Hollywood mudo, que halló en su personaje muchas similitudes con ella, demostró que era tan buena actriz como en su mejor momento, dando vida a una mujer desdichada y terrorífica a la vez, que tanto podría ser la protagonista de un drama como la villana de una cinta de terror. A su lado, William Holden, que aún no había conseguido el estrellato, demostró que podía hacer más que westerns y esta película le preparó para lo que vendría en los años siguientes, haciendo algo más que sonreír. Al lado de ambos, hay toda una larga lista de nombres, muchos de ellos curiosos, como el ya mencionado caso de Buster Keaton, así como los de Cecil B. DeMille, Hedda Hopper, H. B. Warner, Anna Q. Nilson y el de Erich von Stroheim que interpreta al fiel mayordomo de Norma, siendo en realidad un director de cine mudo, como lo fue el propio Von Stroheim que llegó a dirigir a Gloria Swanson e, incluso, se utiliza un fragmento de una película en la que coincidieron para esta película.
A día de hoy, muchos años después de su estreno, El crepúsculo de los dioses es uno de esos grandes clásicos que deben ser vistos, al menos, una vez en la vida, y eso nos permitirá descubrir una cinta con una carga psicológica muy potente, en la que veremos unas relaciones muy tóxicas y peligrosas que llevarán a los personajes al límite… salvando todas las distancias, lo cierto es que a uno le viene a la mente Déjame salir de Jordan Peele, por los derroteros que puede tomar una historia. Sin embargo, debemos tener en cuenta que se trata de una película con más de setenta años de vida, por lo que si bien uno puede sacarle mucho provecho si la ve con la óptica adecuada, también le costará de digerir si no tiene muy clara la premisa de que está ante un clásico; ya que El crepúsculo de los dioses fue un retrato de una realidad en aquel entonces, pero hoy es testimonio de la historia del cine de Hollywood.