
Nicolas Cage se mete en la piel de… Nicolas Cage, un actor que puede que no esté en el mejor momento de su carrera y tenga que hacer cualquier cosa para pagar sus deudas. Su agente le conseguirá trabajo en una fiesta en Mallorca, y aunque al principio se niegue, finalmente accederá, al fin y al cabo solo es dinero. Pero una vez esté allí, descubrirá que su anfitrión, Javi, es un hombre muy rico que tiene una obsesión: Nicolas Cage. Incluso ha escrito un guión para que él lo protagonice. Y si el bueno de Nick no tenía suficiente lidiando con este loco, también se convertirá en un espía en prácticas al ser captado por la CIA, que le pedirá que espie a Javi, quien, supuestamente, es un importante traficante de armas europeo.
Con esta presentación, todos aquellos que nos divertimos con las grandes pelis de Nicolas Cage de hace unos años por fin ven su sueño cumplido, que no es otro que él mismo se explique —de una manera un tanto rocambolesca— su carrera tras caer en desgracia. Lo curioso de todo es que rechazó el papel en un principio, pero después accedió a protagonizar la cinta y se nota que se lo pasó bien interpretando a esta versión pasada de vuelta de él mismo, que habla con personajes interpretados en su pasado sobre cine que ya nadie mira y solo piensa en sí mismo. A grandes rasgos, Nicolas Cage interpreta una versión de estrella en decadencia de sí mismo, aunque sabemos que si bien ha dejado a un lado las grandes producciones, también es cierto que últimamente parece haber encaminado su carrera hacia papeles bastante bien escogidos, que si bien no lo han devuelto a la cúspide, han conseguido resarcir su nombre tras una mal entrada en el siglo XXI.
Además, esta película funciona como un ejercicio de metacine, ya que a medida que avanza la historia, vemos como el personaje de Nicolas Cage crítica tanto el cine de cuando triunfó, como el de hoy en día, reflexionando sobre la necesidad de recuperar el cine sin ser un contenido, sino un espectáculo. A la vez, se ríe de sí mismo con momentazos épicos que nos darán esa dosis necesaria de nostalgia que requiere el cine actual, al mismo tiempo que critica esta tendencia de tener que recuperar constantemente el pasado para avanzar en el futuro. Eso sin olvidar el hecho de hacer un poco de crítica cinematográfica sutil, como cuando va drogado e intercambia un brillante diálogo con el personaje de Pedro Pascal, sí, el Mandaloriano.

Y es que además de estos dos nombres propios que son los protagonistas —aunque la presencia de Cage se come la pantalla de forma constante—, se ha contado con la participación de una buena lista de nombres propios que actúan o se interpretan a sí mismos como Neil Patrick Harris en el papel del agente de Nick, o como los cameos el director David Gordon Green o de Demi Moore. Pero lo más curioso son algunos rostros que aparecen de fondo y que, a nosotros, el público español, nos alegrará el día como son gente como Enrique Martínez, Manuel Tallafé y Jaime Ordoñez… Ah! Y el gran Paco León hace de primo zumbado de Pedro Pascal, otro europeo que se suma a la larga lista de villanos en producciones estadounidenses.
El resultado final de esta alocada idea de que Nicolas Cage interprete una versión de sí mismo, aunque al principio parece que será algo duro de roer, en cuanto encuentro el filón no lo deja y se convierte en una trepidante cinta de acción con tintes de comedia, que en muchos aspectos nos recordará a las últimas cintas de Ryan Reynolds, como El otro guardaespaldas. Sin duda alguna, se trata de una peli muy recomendable, de lo mejor de este 2022 y, lo más importante, no tiene pretensiones de nada, se nota que se ha hecho de forma sincera y que solo busca ofrecernos un buen rato a la vez que reflexiona muy sutilmente sobre el mundo del cine. Una pequeña joya moderna del séptimo arte.