
Que si la serie más vista de Netflix, que si ha batido todos los récords, que si los niños en el cole están copiando los juegos de la serie, que si no distinguen realidad de ficción, etc. Sea como fuere, El Juego del calamar se ha convertido en un fenómeno audiovisual y todo el mundo está hablando de ello. ¿Y qué tiene esta serie para que haya enganchado tanto?
Primero de todo, ¿de qué va El Juego del Calamar?. Si lo resumimos a grandes rasgos, la serie se podría decir que es una mezcla de Humor Amarillo + Battle Royale. Un grupo de personas tiene que jugar a una serie de juegos infantiles y el que sobreviva se lleva mucho dinero, así tal cual. Evidentemente hay un trasfondo detrás para que la historia tenga más gancho, para empezar los concursantes son gente que tiene problemas económicos, gente desesperada que necesita el dinero de manera urgente, además hay una organización detrás que es la que prepara todo el tinglado y de la que sabremos muy poco. Los jugadores están aislados en unas salas y no sabrán a qué juego se enfrentan hasta que comienza, y para más inri, quien pierde, muere. De por sí la premisa es interesante, puede que sea algo que ya se ha visto pero este tipo de pelis/series llaman mucho la atención, además no escatima con la sangre y las muertes, en ocasiones algo “Tarantinescas”. Pero todo eso no seria nada del otro mundo si no tuviera ese estilo visual tan característico.
Y es que creo que la parte visual es de lo más interesante de la serie, tiene una belleza que invita a verla, los colores de las salas, esa arquitectura, esas formas y esos planos están realmente bien realizados y dotan a la serie de un aspecto que la hace atractiva, con ganas de seguir viéndola. Es una serie con un buen envoltorio, y da pie a memes, a hablar de ella e incluso a imitarla. No es casualidad que los malos vayan disfrazados y que la serie se haya estrenado poco antes de Halloween. Una estrategia de marketing que Netflix ha sabido aprovechar.

La serie es coreana y cuenta con nueve capítulos de algo menos de una hora de duración cada uno, de hecho hay uno que dura poco más de treinta minutos, la serie como no, abusa de los cliffhangers para tenernos enganchados y que veamos un capítulo más, otra estrategia más de marketing. Y como la serie ha tenido un éxito brutal, ya se está hablando de una segunda temporada, algo que no era de extrañar. Además el final queda abierto.
En cuanto a la parte mala, está ese mismo final, un final muy predecible que va en contra de lo que tendría que ser, demasiado optimista y esperanzador. Del mismo modo, hay una subtrama relacionada con un policía que queda demasiado coja, no sé si eso pueden arreglarlo en una segunda temporada. También, y aunque por lo general la serie es muy entretenida, es cierto que hay ciertas escenas que bajan mucho el ritmo, es una serie de altibajos y los diálogos en sí, son bastante genéricos. Es cierto que los personajes principales son interesantes y cada uno tiene sus cosas pero no profundizan y por lo general sabremos muy poco de su pasado, por lo que muchas de esas muertas no van a impactar demasiado.

De todas formas, la serie es interesante de ver, tiene una buena premisa, un aspecto visual precioso, una banda sonora que se pega y por lo general es entretenida y bastante diferente del resto. Se entiende que haya tenido tanto éxito y se haya “viralizado”, es carne de memes. Pero también, como todo, se exagera, no es la mejor serie de Netflix ni la que más calidad tiene, pero merece la pena verla.