Mucho antes de los universos paralelos, de las fases, de los crossovers, los reboots, los remakes y todo esta retahíla de elementos con los que hoy estamos tan acostumbrados y que influyen en algo tan importante y, a la vez, tan intrascendente como las continuidades de las diversas franquicias cinematográficas, no había tales cosas. Sí que es verdad que algún que otro remake o una secuela se dejaba caer por las salas, pero normalmente el público no debía lidiar con un amplio bagaje de personajes y hechos cruciales que marcan el antes y el después de las tramas… a no ser que uno fuera un aficionado del género del terror.
No es ningún secreto que entre finales de los setenta y principios de los ochenta vieron la luz las primeras entregas de muchas franquicias claves del género, véase los casos de Pesadilla en Elm Street o Viernes 13, sin embargo, entre todas ellas si hay una que destaca por el sinfín de líneas temporales que ha dado lugar a innumerables secuelas —conectadas o no entre ellas— no es otra que la franquicia de Halloween.
Contando con la entrega más reciente estrenada en 2022, esta franquicia cuenta con trece entregas y, según se cuente, hasta siete líneas temporales, además de contar con un villano principal que, se le haga lo que se le haga, nunca muere, ya que Michael Myers es la encarnación del mal, y el mal nunca muere.
La original
Sin dar más rodeos y empezando por el principio, a pesar del sorprendente final en el que cuerpo de Myers desaparecía frente a los ojos del Dr. Samuel Loomis, se podría considerar que la cinta de 1978 como una continuidad con entidad propia, ya que no solo es la mejor con diferencia, sino que el arco argumental se podía considerar cerrado sin irse por los Cerros de Úbeda.
La secuela
Después del éxito que tuvo la primera entrega, tres años más tarde y sin la colaboración de John Carpenter ni Debra Hill, se decidió hacer una secuela partiendo del punto que terminaba la cinta original, buscando explicar lo que sucedía después de la desaparición de Michael y la hospitalización de Laurie. En este caso, la segunda continuidad se puede establecer uniendo la original y la secuela porque, después de caer completamente asado, era difícil que el villano se levantara.
El patinazo
Después del bombazo que fue Halloween y la relativa buena cogida de Halloween II, se retomó la idea original para la franquicia —en el que la premisa era que cada entrega fuera un relato de terror independiente— y se hizo Halloween III: Season of the Witch, siendo esta una cinta independiente sin conexión con las otras. Sin embargo, las sombras de Michael Myers, Laurie Strode y Samuel Loomis eran demasiado largas y no fue muy bien recibida.
La trilogía del doctor
Al ver que la cosa no cuajaba con la idea que podía ser la más original, para 1988 se tomó la decisión de retomar la relación entre Michael Myers y el Doctor Loomis y en los años siguientes se producirían The Return of Michael Myers, The Revenge of Michael Myers (1989) y The Curse of Michael Myers (1995), en los que después de la muerte de Laurie, Michael descubre que esta tiene una hija y se centrará en ella mientras Loomis lo persigue para salvar al mundo de este azote malvado. A la vez descubriremos, aunque con cuentagotas, donde reside el poder de Michael para revivir una vez tras otra y su conexión la mitología céltica. Estas películas si bien son las sucesoras directas de la obra de Carpenter, dejaron rápidamente de ser originales, se quedaron en entretenidas y pasaron a ser consideradas de culto al interesar solo a los seguidores más acérrimos de la franquicia.
El refrito
Llegados a este punto, uno podría creer que, con seis películas, cinco de ellas conectadas, Halloween había dado todo lo que podía dar, sin embargo, como no podía ser de otro, en 1998, veinte años después de la original, se vio el marco perfecto para seguir cosechando lo que Michael Myers había sembrado. Es aquí cuando se desecharon todas las cintas excepto las dos primeras, que en conjunto eran las que más lógica tenían y se decidió realizar una secuela —y después otra— que no tuvieron ningún tipo de lógica, en los que Laurie y Michael estaban emparentados, la primera mataba al segundo en Halloween H20: 20 Years Later (1998) —es que ni el título tiene sentido—, y el segundo mataba a la primera en Halloween: Resurrection (2002) después de burlar a la muerte con una excusa muy barata y que dejaba en recursos brillantes las utilizadas entre la cuarta y la sexta entrega. El resultado fueron muy malas críticas y muchos bostezos por parte del público que vivió una decepción con el sonado retorno de Michael Myers.
El reboot
Después del fiasco y con el deseo de seguir haciendo caja, los productores dieron el paso más sensato y a la vez innecesario que podían dar, confiar en Rob Zombie para que rehiciera desde el principio la historia. Es decir, se cogieron los mismos personajes de 1978 y se adaptaron a la actualidad para estrenar en 2007 Halloween y en 2009 Halloween II. Aunque de entrada fueron criticadas, después es cierto que han sido reconsideradas cuando se ha dejado de lado las comparaciones con la obra de Carpenter y se han visto como lo que son, demostrando que había ciertos elementos —como la relación familiar entre Laurie y Michael— que bien hechos podían funcionar.
La revisión
Finalmente, cuando se acercaba el cuarenta aniversario de la película original de 1978, David Gordon Green y Danny McBride —fans confesos de la franquicia— se unieron para renarrar la historia de la mano de Blumhouse y demostrando un auténtico cariño por Halloween y el deseo de volver a aupar a lo más alto del terror, se sacaron de la manga Halloween de 2018. Esta es una secuela directa de la cinta de 1978 —y es que la obra de Carpenter es difícil de obviar—, que omite todo lo demás, y se centra de nuevo en el personaje de Laurie Stroode con Jamie Lee Curtis en su piel. Entre otras muchas virtudes, por lo que destaca esta trilogía es por, mediante las nuevas tecnologías, corregir los pocos errores argumentales de la cinta original —como la desaparición de Myers— y a través de flashbacks conseguir que todas las piezas encajen; llegando a conseguir, incluso, que nos creamos que el bueno de Donald Pleasence ha regresado de la tumba para formar parte de esta, como lo hizo Peter Cushing en Rogue One.
Habiendo visto todas las películas de Halloween debo decir que, en general, a pesar de que admito que llega a punto que no crees que Michael pueda sobrevivir a todo lo que se le echa encima por muchos dioses celtas que le ayuden, no puedo negar que me he divertido con todas y cada una de ellas. Sin embargo, si tuviera que escoger entre el mar de posibilidades que ofrece la franquicia, dejando a un lado la original —una obra maestra del terror y que, incluso con su final abierto, funciona con entidad propia—, en un ejercicio de lógica y esperando que esto sea una recomendación útil para el que lo lea y no sepa como enfrentarse a esta franquicia, yo le diría que viera las dos primeras de 1978 y 1981 por poder ser consideradas una unidad; después, si se quiere más Michael Myers, se pueden ver las de 1988 y 1989, y, para los completistas, la de 1995. Saltaría la independiente de 1982 y las nefastas de 1998 y 2002, dejaría a libre elección las de Rob Zombie pero advirtiendo que se deben ver con la mente virgen y me prepararía para rematarlo con las de 2018, 2021 y 2022, no solo por la buena calidad, sino por como cumplen en cuanto a fan service y aportando lógica a una franquicia que, hasta ahora, no tenía demasiada. Y, como aporte final, una recomendación muy interesante es el episodio dedicado a la cinta de John Carpenter de la serie de Netflix The Movies That Made Us.
Para cerrar este modesto artículo, quiero hacer una petición a los poseedores de los derechos de Halloween: por favor, parad, la nueva trilogía es lo suficientemente buena, digna e, incluso, necesaria como para dejarlo aquí, no estropeéis algo que ha sido una locura y que, al fin, se ha conseguido arreglar. Ahora solo me queda cruzar los dedos y esperar que mal muera definitivamente.