
Cuando se habla de mafia lo primero que nos viene a la mente es cualquier escena de los numerosos filmes que nos han contado sus historias, entre estas películas hay autenticas obras de arte, como la que ahora tenemos entre manos… El padrino. Por muchas que hayan venido después, estamos ante la joya de la corona del género, cuyas secuelas dieron una visión completa del auge y caída de la familia Corleone, pero fue esta, la primera entrega, la que creó escuela y sentó las bases de este género tan respetado como temido.
Como ya hemos dicho cuando uno piensa en mafia, piensa en películas de mafia, pero en realidad una de las primeras imágenes que nos pasa por la cabeza es la imagen de Marlon Brando caracterizado como Vito Corleone, el gran capo y padrino del cine de mafiosos, acariciando un gato en la penumbra. El público en general no sabe que esta magnífica obra cinematográfica se inspiró en una novela de un autor italiano, Mario Puzo, pero el motivo por el cual, a pesar de basarse en una novela —porque en estos casos es siempre mejor el libro que la película—, resulta ser mejor el film que la novela, es porque fue el mismo autor de la obra literaria junto con el director del film, Francis Ford Coppola, quien escribió el guion del film, dando así una obra maestra del cine contemporáneo.
La ley seca hace años que ha desaparecido, y las familias mafiosas de Estados Unidos deben buscar los ingresos en otros productos ilegales, como la droga, pero el veterano capo de la familia Corleone, Don Vito, cree que no es un producto moral y éticamente limpio, porque teme que llegue a les escuelas, pero el resto de familias, e incluso su propio hijo y heredero, Sonny, son favorables a este nuevo negocio, alejándose así de la prostitución, el juego y la extorsión, provocando diferencias entre las familias y llevándolas al enfrentamiento directo. En medio de todo ello, su hijo menor, Michael, vuelve de su servicio militar, y a pesar de que su padre quiere que sea político o algo que le aporte poder pero de forma legal, él quiere involucrarse en los negocios de la familia, sin saber si quiera matar a alguien a sangre fría. Todo se complica cuando el enfrentamiento llega a mayores, con el Don herido y moribundo, momento en el que Michael tendrá que actuar como el hombre que no creen que sea.
Este es el planteamiento inicial de un film de casi tres horas, donde se nos muestran los conflictos económicos entre las distintas familias y como actúan ante ello, tanto los mismos gánsters, como los policías e incluso los políticos.

El padrino no es tan solo una obra de arte por tener un extraordinario libreto basado en una excelente historia, sino por un magnífico reparto lleno de profesionales y de grandes estrellas —y de futuras grandes estrellas como Al Pacino que con su interpretación llega a hacerse ver como uno de los mejores actores de este siglo—. La imagen de El padrino es sin duda Marlon Brando caracterizado como un italo-americano de sesenta y pico años, que a pesar de ser un delincuente a los ojos de la sociedad actúa también como un padre de familia, amigo y marido, llegando a ser querido hasta por sus propios enemigos. Brando hace una inigualable actuación demostrando que es —o que desgraciadamente fue— un actor muy versátil y de gran calibre. Junto a él, pero al mismo nivel, encontramos al ya nombrado Al Pacino que, a pesar de su juventud, demuestra, como se ha podido ver después, que es un extraordinario actor solo comparable al mismo Brando y a su amigo Robert De Niro —que se quedo fuera del film por no encajar en ningun perfil de la historia, pero que intervino como el joven Vito Corleone en El padrino II—. Detrás de estos dos grandes profesionales se encuentran unos jóvenes Diane Keaton, James Caan y Robert Duvall, entre los nombres más conocidos. Debemos decir que al momento de elegir el reparto Francis Ford Coppola y su equipo de casting estuvieron trabajando y haciendo numerosas pruebas a los distintos actores, ya que al principio no estaba asegurado ni el mismo Marlon Brando, que hasta que no se puso queso debajo las mejillas y creó el personaje de Don Corleone, no convenció al director.
El trabajo del director, como pasa en todas las obras de Coppola como Apocalypse Now, u otras películas de este maestro, tiene un excelente enfoque, y su trabajo de los ángulos y las sombras son sobrecogedores, impregnando la sala con la acción casi obligándote a entrar en la historia, consiguiendo que no apartes la mirada de la pantalla durante todo el film a pesar de su espectacular duración, que en ningún momento se nos hará pesada e iremos de una secuencia a otra como si de un baile se tratara.
Se podría hablar y hablar sobre El padrino, pero es algo que ya se ha hecho tantas veces que es innecesario, por lo que me quedaré al decir que no hay discusión de que esta peli es una obra maestra del cine, sin parangón, inigualable e irrepetible, simple y llanamente perfecta.