
M. Night Shyamalan es un director que ha construido su cine en torno a la sorpresa, la atmósfera y el minimalismo narrativo. Esos giros de guion tan recordados como en El sexto sentido o Señales le han generado una fama reconocida. Esta película no es solo un thriller con toques del género de superhéroes, sino algo mucho más profundo.
Uno de los grandes logros de la película es su manera de dotar de verosimilitud a los clichés del cómic. Aquí es donde Shyamalan se luce. No nos da un superhéroe tradicional, sino una versión madura y sin florituras. David Dunn (Bruce Willis) y Elijah Price (Samuel L. Jackson) encarnan esa clásica dualidad de los cómics: el héroe y el villano como dos caras de la misma moneda. Dunn es un hombre que no sabe quién es realmente hasta que su contraparte, Price, le obliga a enfrentarse a su destino. La fragilidad extrema de Elijah contrasta con la resistencia sobrehumana de David, estableciendo una simetría casi poética. Es como si nos dijeran: un héroe solo existe porque hay un villano que lo define.
El reparto está al nivel de lo necesita esta película. Bruce Willis nos da una interpretación sobria e introspectiva, muy distinta a sus papeles de acción más conocidos. Su David Dunn es un hombre atrapado en la monotonía, y su evolución se percibe en pequeños gestos y miradas. Por otro lado, Samuel L. Jackson entrega una de sus actuaciones más memorables como Elijah Price. Con una presencia elegante pero inquietante, logra transmitir la complejidad de su personaje: un genio obsesionado con encontrar significado en su sufrimiento. Su forma pausada de hablar y la intensidad en sus expresiones refuerzan la idea de que no es solo un villano, sino una figura trágica.

Si la comparamos con las películas de Marvel, el contraste es abismal. Mientras que el UCM apuesta por la acción, los efectos especiales y el humor, El protegido se apoya en el realismo y en personajes complejos. Mientras que Iron Man o Los vengadores están diseñadas para entretener con héroes carismáticos salvando el mundo, aquí tenemos a un tipo que ni siquiera sabe que es un héroe, y cuya batalla es más interna que externa. En este sentido, se parece más a la trilogía de El caballero oscuro de Nolan, que también explora el heroísmo desde una perspectiva psicológica y filosófica.
Cuando la peli se estrenó, generó opiniones divididas, pero con el tiempo ha sido reconocida como una obra adelantada a su época. En un mundo donde el cine de superhéroes se ha convertido en una fórmula repetitiva, esta película sigue siendo un referente por tratar el mito heroico con madurez y profundidad. Shyamalan no solo adapta los códigos del cómic, sino que los desmonta y los reinventa, ofreciendo una visión más filosófica y realista de lo que significa ser un héroe.
En definitiva, El protegido (Unbreakable) es una de las películas más inteligentes y sutiles del género. No necesita trajes llamativos, escenas post-créditos ni crossovers épicos para funcionar. Es una película que demuestra que lo esencial de un superhéroe no está en los poderes o en los disfraces, sino en su viaje de autodescubrimiento y aceptación. Una obra de culto que, con el tiempo, ha sido reconocida como una de las mejores aproximaciones al mito del héroe en el cine. Sin duda de lo mejor del género.