El díptico formado por El secreto del Unicornio y El tesoro de Rackham el Rojo, es uno de los títulos más revolucionarios de las aventuras de Tintín. Por un lado crece la espectacularidad de los escenarios, como las escenas a bordo del Unicronio, que se han convertido en una de las más extraordinarias de la serie, haciendo que a la vez el argumento también crezca. Esta espectacularidad se vio motivada por la ocupación nazi de Bélgica, que obligó a Hergé dejar de tratar temas de actualidad, como había hecho hasta entonces, i trasladar los personajes a situaciones de carácter más aventurero, para que su nueva publicación, Le Soir, no le pusiera trabas. Así pues, tanto estos dos álbumes, como los dos dípticos que los siguieron –Las 7 bolas de cristal, El Templo del Sol, Objetivo: la Luna y Aterrizaje en la Luna-, fueron los que introdujeron el formato de Gran Aventura -Sí! Sí! En mayúsculas- en la serie de Tintín, a la vez que se convertían en los álbumes más queridos de los lectores de Tintín, tanto por su valor técnico-artístico, como argumental.
Como ya hemos dicho un poco más arriba, uno de los puntos fuertes de estos álbumes son los grandes escenarios históricos, exóticos y subacuáticos, realizados por los colaboradores de Hergé, como Bob de Moor y Edgar P. Jacobs, haciendo que una trama sin enemigos -como sucede en El tesoro de Rackham el Rojo, y más adelante en Tintín en el Tíbet– se convierta en una de las aventuras más espectaculares.
Además de todas las mejoras técnicas, como la susodicha espectacularidad de los escenarios, este díptico es importante por dos motivos, en primer lugar porque conocemos un poco más al Capitán Haddock, del que solo conocías la personalidad y los defectos, y en segundo lugar, porque se introduce a uno de los personajes principales de las aventuras de Tintín, el Profesor Silvestre Tornasol, dejando cerrado el elenco principal de los álbumes creados por Hergé.
Paseando por los mercadillos de Bruselas, Tintín encuentra la maqueta de un barco, una pieza magnífica a muy buen precio, siendo un regalo perfecto para el Capitán Haddock. Con la maqueta en las manos, se ve acechado por dos hombres que quieren comprar a cualquier precio el barco, llegando, incluso, a seguirlo hasta su casa. Después de rechazar las sustanciosas ofertas, Tintín se encuentra con el Capitàn, quién, para asombro del reportero, sabe que barco es… El Unicornio. Para contarle como ha reconocido el navío, Tintín y el Capitán van a casa de este último, donde un retrato de François de Hadoque, antepasado del Capitán, tiene como fondo el mismo barco. Desafortunadamente, cuando Tintín regresa a su casa en busca del barco, este ya no está, y en seguida se dirige a casa de uno de los compradores compulsivos, el Señor Sackarina, donde Tintín descubre que existe una copia exacta del Unicornio. Completamente despistado, el reportero regresa a su casa, que está completamente patas arriba, como si alguien hubiera buscado algo, pero el que encuentra algo muy interesante es Milú, que descubre un pequeño pergamino enrollado que contiene un breve pero enigmático poema: “Tres hermanos unidos. Tres Unicornios juntos viajando al sol del mediodía hablarán. De la luz vendrá la luz Y lucirá. [símbolos incomprensibles] la † del Aguila.” Tras este descubrimiento, Tintín no duda un segundo en contárselo al Capitán, quien también tiene algo que contarle, el pasado de François de Hadoque i porqué hay gente tan interesada en las maquetas, ya que el Unicornio esta relacionado con un tesoro de un incalculable valor. Todo ello lleva a Tintín y al Capitán a seguir la pista de los pergaminos, siempre y cuando que los carteristas se lo permitan, algo que de lo que Dupont y Dupond ya se están haciendo cargo.
Tras las peripecias vividas en El secreto del Unicornio -que no desvelaré-, Tintín y el Capitán Haddock están a punto de comenzar el viaje por mar que los llevará a las coordenadas de los pergaminos del caballero François de Hadoque. Pero justo antes de partir, la información del viaje se filtra a la prensa, y poco después aparecen centenares de personas ante su puerta asegurando ser descendientes de Rackham el Rojo, y pidiendo una parte del tesoro. Entre toda esta gente también hay un hombre, escuálido, ataviado con un abrigo verde y una camisa cuyo cuello almidonado le va absurdamente grande, y un poco duro de oído, que se presenta como Silvestre Tornasol, i les ofrece colaborar en la expedición con su submarino de bolsillo. Pero el Capitán no quiere saber nada de él, sobretodo después de haberle destrozado la ropa.
Tras este breve episodio y con todo el equipo preparado, la expedición a bordo del Sirius -el mismo barco que aparece en La estrella misteriosa capitaneado por un amigo de Haddock- empieza su travesía. Además de Tintín y el Capitán, la expedición cuenta con la protección de los detectives Dupont y Dupond, y la presencia de un polizonte, Tornasol, que ha logrado meterse a él y a su invento en el barco.
A pesar de la inesperada incorporación a la tripulación, la esperada búsqueda del tesoro ha empezado. En primer lugar encuentran la isla donde el caballero de Hadoque sobrevivió al naufragio del Unicornio, donde descubren vestigios de su presencia, como una estatua hecha por los indígenas, el bote que utilizó para llegar a la isla, i una cruz con marcas contando los días que estuvo en la isla. Pero, encontraran el Unicornio? Y algo aún más importante, descubrirán el tesoro que esconde? Eso, damas y caballeros, os lo dejo a vosotros, los lectores.