Ron Howard suele ser de esos directores que con poco te hacen mucho. Tiene su propio estilo y suele ser bastante reconocido en sus films. Este veterano director ya lleva unas cuantas pelis en sus espaldas y tras la genial Rush (2013) le toca el paso a En el corazón del mar, la última película dirigida hasta la fecha.
En el invierno de 1820, Owen Chase, un experto cazador de ballenas junto a otros marineros de la tripulación del Essex sobrevivieron en alta mar en durísimas condiciones después de que una enorme ballena blanca hundiera su barco. Owen, obsesionado con la idea de dar caza al cetáceo, se enfrentó a las tormentas, al hambre y a la desesperación. Su historia esta inspirada en la historia real en la que se basó Herman Melville para escribir el famoso relato ‘Moby Dick‘.
Estamos ante una película que trabaja en dos niveles, por un lado tenemos las escenas del escritor Herman Melville (Been Whishaw) buscando la historia perfecta que lo redima de su vocación de escritor, para ello va a visitar a uno de los pocos supervivientes que quedaron de dicha historia, y por otro lado, los hechos verdaderos que inspiraron la novela «Moby Dick» (1851). Vemos la epopeya de Melville y las dificultades que afrontó el Essex, el barco ballenero que en 1820 se embarcó en un temerario viaje a la caza de ballenas para obtener el aceite que permitiría iluminar las ciudades de Nueva Inglaterra. Era un negocio arriesgado y heroico a la vez que ambicioso para los banqueros, que eran los que se hacían cargo del costoso viaje. Estos pusieron a George Polland (Benjamin Walker) como capitán del Essex, un novato de familia noble al que le encomendaron esta gran empresa, algo que en seguida generará un enfrentamiento con el primer oficial Owen Chase (Chris Hemsworth), mucho mas experto en la navegación y menos reticente a la hora de acatar ordenes. El resto de la tripulación se ira posicionando sobre uno u otro. Pero obviamente todo cambia cuando el conflicto pasa a la única y exclusiva supervivencia. Perdidos en el océano y sin prácticamente alimentos se verán los momentos mas duros de la película. Esta parte debería reflejarnos lo cruel y dura que era esa vida pero le falta más emotividad, no llegamos a empatizar lo suficiente como para conmovernos, quizá las escenas en esos momentos y los pocos diálogos no sirvan para meternos de lleno en la historia. Algo que previamente sí había conseguido, cuando vemos como trabajan los balleneros y como cazaban ballenas para extraer ese tan codiciado aceite. Y evidentemente, el momento álgido de la película es cuando aparece la gran ballena blanca, esa en la que Owen se obsesionará durante el resto de la película hasta el punto de perderlo todo. Visualmente la película llama mucho la atención, los efectos especiales están a la altura y ese filtro verde-azulado que se utiliza le dan un toque muy de época, como si viéramos un relato histórico al que el paso del tiempo le ha hecho mella. En general, la película entretiene pero no llegar a ser tan épica como la historia que luego se contó de ella, de todas maneras es muy disfrutable sobre todo si te gustan las películas de época.