François Pignon es sin duda alguna uno de los más grandes personajes que nos ha dado el cine francés, en concreto, la comedia. Creado por el director y escritor Francis Veber en 1973, apareció por primera vez en pantalla en 1973 en el film L’emmerdeur, El embrollón en castellano. Un personaje como cualquier otro pero con unas posibilidades infinitas, hecho que aprovechó Veber, convirtiéndolo en un personaje recurrente de sus películas.
Una de las características del personaje, que permite su gran versatilidad, es que no es siempre la misma persona, su edad, su familia, su historia, etcétera, van cambiando a favor de la historia que Veber nos quiere contar. Pero si que guarda unas características en común, se llama François Pignon y es un hombre ingenuo, servicial, lleno de gentileza y extremadamente torpe.
Además, dicha versatilidad, hace posible que el personaje sea interpretado por diversos actores, que van añadiendo sus miguitas para posteriores interpretaciones, creando, de este modo, un personaje en constante evolución.
Las películas, mayoritariamente comedias, de Veber suelen ser historias con un dúo de protagonistas, un torpe y uno más astuto. Este esquema es muy habitual en la cinematografía del director galo, y no necesariamente debe incluir a un François Pignon, pero si personajes que nos lo recuerdan. Esto sucede en filmes como ¡Que te calles! (2003) protagonizada por Jean Reno y Gérard Depardieu, en que el primero es Ruby, un ladrón y asesino profesional que se cruza, por casualidad, en el camino del bondadoso Quentin, interpretado por Depardieu, que pretende ayudar a su nuevo amigo, pero lo único que consigue es entorpecerle.
Es cierto que el punto de partida de las películas de Francis Veber es siempre el mismo, y la base a partir de la que se estructuran se repite cinta tras cinta, pero es una forma tan genial que siempre tiene éxito, y tan solo en Francia, sino en el resto del mundo. Por ejemplo, se han hecho versiones de Les fugitifs (1986), Three Fugitives (1989), y de su obra maestra, La cena de los idiotas, de la que se han realizado centenares obras teatrales en el mundo, y cuya versión americana, mucho menos notoria que la original, fue estrenada en 2010 bajo el nombre de Dinner for Schmucks., protagonizada por el cómico norteamericano, Steve Carell.
El propio Francis Veber revisionó y mejoró la primera aparición de Pignon, ya que en 2008 dirigió y escribió la nueva versión de L’emmerdeur, protagonizada por Patrick Timsit y Richard Berry.
Como ya hemos comentado en el apartado anterior, François Pignon es un personaje en constante evolución, desde 1973 hasta la actualidad ha ido filtrando sus características abandonado las menos atractivas, para acumular las que mejor funcionan.
La sorprendente interpretación de Jacques Brel nos presenta por primera vez a un esbozo de François Pignon, un vendedor de camisas deprimido porque su mujer le ha dejado, y que pretende suicidarse, es descrito como un hombre sin ambición, sin ganas de seguir progresando, monótono, en definitiva. La gracia del personaje reside en sus desgracias, con un humor negro y satírico, Veber, nos hace reír de un pobre hombre solitario y deprimido. Lo más sorprendente de la interpretación es el actor que se escogió para convertirse en este personaje, un ídolo de los sesenta, cantante y hombre cotizado, Jacques Brel nos sorprende con esta versión de sí mismo, aunque si tenemos en cuenta que el mismo año que se estrenó el film lo dejó todo y se retiró a la Polinesia francesa, podemos ver como una gran parte de Pignon pertenece a Brel.
Diez años más tarde de L’emmerdeur, Pierre Richard, uno de los mayores cómicos franceses, recoge el relevo de Brel, para llevar a Pignon a su siguiente fase. Este actor aporta vida al personaje, ya que a pesar de ser un suicida, un desgraciado, deprimido crónico y sin futuro, la gracia del personaje dejan de ser sus desgracias para pasar a ser su torpeza, ya que nada le sale bien. A pesar de que con Brel esta característica ya aparecía, será con Richard con quien se acentuará.
Junto a Pignon/Richard aparece un nuevo personaje que sirve para crear el contraste que hemos comentado anteriormente, entre un personaje torpe y otro astuto, este será Lucas interpretado por Gérard Depardieu. Esta pareja de cómicos tendrá tan buen resultado en la realización del film de 1983 Les compères, que tres años más tarde actores y personajes repetirán en Les fugitifs pero con historias completamente distintas, la única vinculación son la forma de ser de ambos personajes, ya que Veber aprovechó la versatilidad de los personajes para crear una nueva historia completamente distinta. Es importante remarcar que hasta el segundo film de Pierre Richard como Pignon, no se utiliza el término idiota, con en francés, para denominar la estupidez del personaje.
Si bien el personaje existe desde que Jacques Brel le diera vida, siendo mejorado por Pierre Richard años después, no es hasta que Jacques Villeret lo interpreta, tanto en teatro como en cine, cuando las características de Pignon quedan bien marcadas. Todo lo que habían empezado a apuntar Brel y Richard, es aprovechado y mejorado al máximo por Villeret, que por primera vez nos ofrece un Pignon completo, personificado en un empleado de Hacienda aficionado a crear maquetas con cerillas.
La idiotez de François Pignon se basa en unas características esenciales, es corto de mente, no entiende, por ejemplo, que una persona pueda llamarse de nombre Juste, Solo, en versión doblada. Es espontáneo, suelta las cosas como le vienen a la cabeza, a la amante de Pierre la tilda de loca y de ninfómana en su presencia. Es torpe físicamente, intenta ayudar a Pierre, pero acaba aplastándolo y agravando su estado. Mete la pata sin descanso, a la esposa de su anfitrión la trata como si fuera su amante y viceversa. Se despista con facilidad, a Juste Leblanc le llama para saber si la esposa de Pierre está con él, pero acaba celebrando que le ha comprado los derechos de su novela. Le divierte la simpleza, se ríe con las situaciones más elementales, ya sea una confusión de nombres o un chiste malo. Es plomizo, Pierre le echa de casa varias veces, pero él nunca se va, y es capaz de hablar de sus maquetas hechas con cerillas durante horas. Pero es como un niño, no tiene malicia, es curioso, tierno y disfruta cuando recurren a él continuamente para que llame por teléfono, como si fuera un juego.
La interpretación de Jacques Villeret es brillante, ya que además de coger un personaje, que podríamos denominar a medias, y completarlo, consigue que el espectador se meta en la historia, y aunque no sea un idiota como él se sienta identificado. Su actuación, tanto en teatro como en cine, fue tan aclamada que en 1999 ganó el César al mejor actor por su intervención en Le dîner de cons.
En 2001 Veber recuperó a Pignon para convertirlo en contable de una empresa de preservativos. Daniel Auteuil fue el escogido para convertirse en este hombre, sin vida, sin futuro, metódico y rutinario, que se ve envuelto en una trama para evitar ser despedido, haciéndose pasar por homosexual, llevándolo a las más extrañas situaciones, como aparecer en un desfile con un condón en la cabeza.
El personaje que había dejado Villeret era tan perfecto que era imposible mejorarlo y era todo un reto interpretarlo, pero Auteuil consigue hacerlo notablemente, aportando nuevos toques al personaje. Habíamos dicho, en términos generales, que Pignon era torpe, plomizo, corto de mente y bondadoso, pues en esta ocasión se le añade una característica que lo llevará a un nuevo nivel, a partir de ahora será también soso y aburrido.
Esta característica ya había sido apuntada en la interpretación de Brel, ya que en esa ocasión el personaje era un vendedor de camisas, adicto a su trabajo y a unas figurillas de una gasolinera, pero el dramatismo de la historia hacia de esta característica algo poco destacable como cómico, y las posteriores interpretaciones de Richard la eliminaron del personaje. Pero Auteuil la recupera y aprovecha la evolución que ya ha hecho el personaje para darle otra faceta al término «aburrido».
En El juego de los idiotas, La doublure en francés, Gad Elmaleh remata la evolución del personaje, que sigue siendo soso, aburrido, plomizo y torpe, pero una característica que habitualmente queda supeditada a las demás, la de la bondad, en esta ocasión no, ya que Pignon se involucra en una complicada trama de engaño para conseguir el dinero que le hace falta a su amada, a pesar de que ella no se lo pide. En este film, Veber consigue demostrar que el personaje de Pignon funciona en cualquier tipo de historia, incluso en una historia completamente romántica. Además, el creador del personaje cerró un poco el círculo con diversos guiños, como la peculiar colección de abrebotellas del padre de Pignon que ha sido invitado a una cena para que cuente su afición, como en La cena de los idiotas.
Treinta y cinco años después de la primera aventura de Pignon, Veber recupera la historia original del suicida y el asesino a sueldo, en esta ocasión interpretados por Richard Berry y Patrick Timsit, pero el personaje de Pignon que aparece en el film es el resultado de más de tres décadas de evolución y seis actores en su piel, consiguiendo de este modo una nueva versión de L’emmerdeur mucho más divertida y atractiva para el público, y mucho menos deprimente como la de 1973, además el personaje de Milan consigue una nueva dimensión con la interpretación de Berry, ya que a pesar de que sigue siendo un asesino ya no es tan oscuro y con mal carácter, sino un personaje más profundo y con una personalidad mucho más divertida.
Casi simultáneamente al nacimiento de Pignon de la mano de Brel, tan solo un año antes Francis Veber y Yves Robert daban vida al doble de François Pignon, de nombre François Perrin.
François Perrin es otro nombre recurrente dentro la obra de Veber y tiene las mismas características que su hermano Pignon. Pero mientras que François Pignon ofrece una versatilidad en cuanto a historia e interpretación, Perrin, habitualmente interpretado por Pierre Richard, esta es mucho más limitada, ya que la vinculación entre personaje y actor ha llevado a que sea difícil que alguien más se meta en la piel del Grand Blond.
Además de Perrin, Pignon tiene otros alter egos, evidentemente, con las mismas características, pero con otros nombres. Los más destacados son las interpretaciones de Richard Pryor en The Toy (1982), de Tom Hanks en The Man with One Red Shoe (1985) y Martin Short en Pure Luck (1991). Además, Martin Short protagonizó junto a Nick Nolte Three Fugitives, el remake de Les fugitifs, escrito y dirigido por el propio Veber.
Sin duda alguna hay numerosos personajes, tanto en el cine francés como internacional, así como en diversos géneros, desde la comedia a la aventura, que han dejado huella en el imaginario del público. La mayoría de ellos, por no decir casi todos, hay una estrecha relación entre el personaje y el actor que los interpreta, y pocos son los casos en que un personaje que permanece vivo durante tantos años es interpretado por tantos actores, y tan diferentes entre ellos. Este el caso de François Pignon, que empezó un simple personaje protagonista, pero con el tiempo se ha llegado a crear una saga con siete películas con este nombre, y muchas más con diversos nombres como François Perrin, Eugene Proctor o Richard Harlan Drew.
Esta longevidad, así como la versatilidad del personaje, son debidos a la universalidad de sus características que son interpretables por cualquier actor de cualquier país, obteniendo el mismo resultado ante cualquier público del mundo. La dificultad reside en escoger al actor idóneo, ya que para ser torpe, plomizo, aburrido, corto de mente y bondadoso se debe ser un buen actor cómico y resultar creíble ante el espectador, e incorporarlo en la historia correcta para que desate todo un torbellino de situaciones complicadas y divertidas, para crear una de las mejores comedias de la historia del cine.
Esta claro que François Pignon tomó una importancia notable a partir de la realización de la obra teatro y el film homónimo Le dîner de cons, y la interpretación de Jacques Villeret convirtió el personaje en un hito del cine francés, siendo una referencia junto a grandes personalidades como Monsieur Hulot de Jacques Tati o el Gendarme de Louis de Funès.