
Cinco páginas, solo cinco páginas y una portada son las que le hacen falta a este dúo mexicano de autores para poner punto final a la vida de uno de los grandes personajes del noveno arte: Superman.
Descubrimos a un Clark Kent de más de quinientos años que regresa a la Tierra que defendió casi trescientos años después de abandonarla. Atrás ha quedado su rostro perfilado, su barbilla prominente y su flequillo de azabache; ahora luce una larga barba blanca, una melena a juego y una incipiente calvicie, eso sí, sin perder ni un ápice de los poderes que lo convirtieron en el superhéroe que es. Estamos ante un Kal-El mucho más sabio, pero mucho más cansado por haber visto como la sociedad que un día protegió, ahora se ha convertido en el enemigo contra el que él siempre había jurado luchar, poniendo al todopoderoso alienígena en un conflicto interno sobre el qué debe hacer… y no digo más porque vale la pena leer este pequeño pero espectacular cómic directamente a través de la web del sello creado por los mismos autores, Moon Head Press.
Seguramente os estaréis preguntando: ¿por qué hablar de un cómic de solo cinco páginas? Sin duda alguna, porque en esas pocas páginas los autores consiguen recoger el testigo de un personaje legendario, respetar su canon y otorgarle un final a la altura del personaje. Si nadie nos dijera que se trata de un fancomic, seguramente pensaríamos que estamos ante un pequeño producto de DC, ya que todo parece encajar a la perfección para que este sea el auténtico final de la historia de Superman del mismo modo que Logan fue el final lógico para Lobezno en el cine.
Es en este sentido que Preciado y Bayliss consiguen lo que ya consiguieron con The Deal —un cómic de Batman del que seguro que hablaremos dentro de poco—, y es dar una vuelta de tuerca más a un personaje que conocemos de sobras. Pero lo que realmente destaca de God’s End es la epicidad de todas sus viñetas. No penséis que es una simple aventurilla, nada más lejos, al contrario, si se editara en papel podría hacerse en gran formato —uno de esos cómics que no caben en las estanterías—, ya que cada viñeta contiene todo un universo casi infinito, acorde con las dimensiones del escenario en el que transcurre, el universo al completo. Todo ello con unos colores planos y vivos, incluso un poco estridentes, sin apenas sombras, solo las suficientes para remarcar los pasajes de la historia que contrastan con una supuesta «luz», dando lugar a una composición muy particular pero que funciona tanto con la historia como con su tono. Además, la narración sirve como testamento al propio personaje que revela sus últimos años convertido en algo parecido a un explorador del infinito, en busca del equilibrio que la Tierra parece haber perdido.
Lo genial de todo esto es que estamos ante una obra magnífica, digna de las mejores editoriales de cómic del mundo, que no tiene ni un punto débil, ni una grieta en su entramado, pero que ha sido distribuida libremente por sus autores y todos nosotros podemos disfrutar de ella. Y si por si eso no fuera poco, también podéis disfrutar de un motion comic elaborado por Eliot Hochberg tan espectacular como el propio cómic.