Godzilla y Kong: El nuevo imperio es la última entrega del MonsterVerse (y ya van cinco), una franquicia que parece tener la habilidad mágica de saltar entre lo espectacular y lo ridículo con la gracia de un kaiju borracho. Dirigida por Adam Wingard (el mismo que en Godzilla vs Kong y de la infame Death Note), esta entrega continúa la tradición de enfrentar a titanes colosales en batallas que desafían todas las leyes de la física, la lógica y el buen gusto cinematográfico. Si buscas una narrativa profunda y personajes memorables, tal vez te hayas equivocado de peli.
Empezamos hablando de lo positivo (que no es mucho). Los efectos especiales son, sin duda, el punto más alto de la película. Los paisajes espectaculares y las escenas de acción emocionantes logran sumergir al espectador en el universo de estos titanes gigantescos. El CGI está tan bien hecho que casi te olvidas de que estás viendo criaturas ficticias y no un documental de National Geographic sobre la fauna de otro planeta. Últimamente, se ha visto un bajón de calidad en los efectos gráficos de las películas de acción. Especialmente con las de Marvel o DC. Sin embargo, en esta película el CGI está por encima de los esperado. La banda sonora también hace su trabajo, bombardeando tus oídos con una mezcla de estruendosos tambores y cuerdas dramáticas cada vez que alguien -o algo- aparece en pantalla.
La trama, por llamarla de alguna manera, se divide en tres partes. Primero, tenemos a Kong, quien ahora vive en la Tierra Hueca, buscando a sus semejantes y, de paso, encontrando al villano de turno. Es como «Indiana Jones», pero con más pelo y menos sentido del humor. Luego está Godzilla, enfrentándose a otros titanes por el planeta, como si fuera el protagonista de una serie de peleas de lucha libre protagonizada por kaijus. Finalmente, tenemos a los humanos, esos adorables extras que corren de un lado a otro buscando una señal extraña en la Tierra Hueca. Todas estas tramas se van uniendo durante el transcurso de la película para sorpresa de nadie.
Ahora, vamos a la carnicería. La narrativa no es que no ofrezca elementos revolucionarios, es que no ofrece elementos. Aunque la acción es entretenida y mantiene al público al borde de sus asientos, la trama se siente como una excusa para ver a Godzilla y Kong golpearse entre sí y a cualquier cosa que se cruce en su camino. Los personajes humanos, aunque no son tan odiosos como en entregas anteriores, siguen siendo tan relevantes como una bicicleta en un submarino. Dan Stevens hace lo que puede con su papel, aportando algo de diversión con su estilo a lo Chris Pratt, pero incluso él parece ser consciente de que su personaje es más plano que una hoja de papel. Del resto de personajes nada destacable, vuelve a aparecer la niña muda y su madre, ah, y el alivio cómico que aparecía en la anterior para gusto de nadie.
La película también se toma algunas libertades creativas con la lógica interna del MonsterVerse. Ahora hay una Tierra Hueca aún más hueca, un planeta de los simios versión 2.0 y una especie de Godzilla (con una nueva transformación a lo Freezer de Dragon Ball) que parece haber salido de una sesión de gimnasio intensiva. Todo esto sin la más mínima preocupación por la coherencia o el desarrollo de personajes. Es como si los guionistas hubieran decidido que, dado que ya estamos viendo monstruos gigantes peleando, ¿para qué molestarse en darle sentido a todo?
Los fans de las primeras películas del MonsterVerse (yo incluido), como Godzilla de 2014 o Kong: La isla calavera, probablemente se sentirán decepcionados al ver en lo que se ha convertido esta saga. Hemos pasado de películas en las que los monstruos eran verdaderas amenazas para la humanidad, a simples pretextos para escenas de acción sin sentido. La falta de personajes humanos sólidos y la sobrehumanización de los monstruos hacen que sea difícil conectar con cualquier cosa que esté sucediendo en la pantalla.
En conclusión, Godzilla y Kong: El nuevo imperio es una película que ofrece una tonelada de entretenimiento visual y acción emocionante, siempre y cuando dejes tu cerebro desconectado. Es una experiencia cinematográfica que se disfruta mejor sin expectativas de profundidad o desarrollo de personajes, y es bastante mejor que la anterior. Si te gustan las películas donde los monstruos se dan de sopapos y los humanos corren en círculos, esta es tu película. Si esperabas algo más, bueno, al menos los efectos especiales están bien.