Poco después de terminar con la amenaza de Ronan el Acusador, los recién constituidos Guardianes de la Galaxia se alquilan al mejor postor cumpliendo encargos que suelen conllevar la sustracción de mercancías de valor. Tras gestionar mal un trabajo para la raza de los Soberanos, se ven en una situación de máximo peligro de la que solamente podrán escapar cuando haga su aparición un misterioso personaje que se revelará como el padre de Peter Quill, alias Star-Lord.
El rutilante éxito crítico y comercial de Guardians of the Galaxy (2014), permitió a Kevin Feige dar luz verde a la continuidad de la saga ofreciendo libertad creativa total a James Gunn para que siguiera imprimiendo su frescura y socarronería al mundo cósmico de Marvel Studios. Este grupo de personajes, creado en las viñetas por Dan Abnett y Andy Lanning en 2008, no era conocido por el público en general, pero ha sido la mejor elección a la hora de introducir un tono de comedia digna al MCU. El buen hacer de James Gunn a la hora de generar un equilibrio orgánico entre el humor, la acción, la narrativa de aventuras, y los escenarios cósmicos, se ha revelado como una fórmula de éxito que, a buen seguro, tendrá un peso muy marcado en el MCU post-Avengers.
Tratando concretamente el caso de Guardians of the Galaxy Vol. 2, comprobamos que esta expansión del universo cósmico depara emociones fuertes. Si en el primer film habíamos tomado contacto con los Kree, ahora son los Soberanos y los Celestiales los que entran en acción. Este Vol 2. recupera el tema de la familia deambulando entre la nostalgia y la redención. Incorporar a Kurt Russell como Ego, el padre Celestial de Star-Lord, supone un auténtico golpe de efecto. Russell es un actor cuyo extenso y carismático bagaje le ha conferido un aura de roba-escenas permanente. Y verlo como padre de Quill, no solo encaja, es que vemos en Chris Pratt a un sucesor natural de Russell en cuanto a registro interpretativo, carisma, y fiabilidad en acción y comedia.
Alrededor de Star-Lord surgen temas como la fidelidad al grupo o al padre perdido. La necesidad de recuperar una figura familiar desconocida parece imponerse al vínculo confiable con seres que han forjado una amistad desde la diversidad. Trabajar unidos hacia un objetivo común ha creado alianzas que una familia redescubierta pretende cambiar. Normalmente, la familia supone un entorno de seguridad y comodidad. pero en este mundo de tramas subrepticias, la confianza no surgirá del lado habitual. El debate interior de Quill afecta a los Guardianes puesto que pone en tela de juicio el peso que cada uno de ellos otorga a la lealtad. Finalmente, esa fascinación por un mundo que se abre, acaba mostrando sus vertientes oscuras y resitúa la acción hacia la órbita de la venganza. Para James Gunn, la comedia es su entorno natural, pero sabe diseminar suficientes elementos en sus tramas para hacerlos brotar en beneficio de un mensaje optimista, convenientemente matizado por zonas de sombras.
Pero más allá de Quill, el director consigue que el grupo de personajes avance en sus respectivos desarrollos argumentales. Este heterogéneo «grupo de pringados» evoluciona en su madurez y describe parámetros que serán importantes en el devenir futuro. Gamora (Zoë Saldana) sigue fascinando por su fiereza y su ruptura constante de arquetipos. Tendrá oportunidad de desescalar su enfrentamiento con Nebula (Karen Gillan) al converger en aquello que más las une: su resentimiento hacia Thanos. Drax (Dave Bautista) divierte con su timing cómico, explotando a fondo la combinación entre guerrero experimentado y curioso taciturno, cuyo estado de permanente ensimismamiento no excluye que diga verdades como puños. Groot (voz original de Vin Diesel), por su parte, es el personaje que más ha ofrecido en el género fantástico duplicando una única línea de diálogo.
Pero, sin duda, Rocket Raccoon (voz original de Bradley Cooper) se reafirma como estrella de la función. Más allá de la brillantez técnica en su puesta en escena, Gunn saca mayor partido al dotarle de una nobleza enterrada bajo capas de mezquindad y egoísmo. Su habilidad para tomar decisiones controvertidas, pensando siempre en el corto plazo, se deriva de su tortuoso pasado en el que ha tenido que convertirse en un necio para sobrevivir, siendo el producto de experimentos genéticos. La lealtad de la que hablaba anteriormente es puesta a prueba en las decisiones del mapache. En ocasiones, creemos estar delante de un cretino, pero, al profundizar, comprendemos mejor sus motivaciones y de ahí surge esa empatía arrolladora hacia alguien que casi siempre acaba salvando el día.
Gunn también se ha mostrado muy hábil creando esta raza de seres auríferos, los Soberanos, que además de constituirse en una amenaza muy creíble, cuentan con el liderazgo sibilino de Ayesha, a quien da vida la siempre deslumbrante Elizabeth Debicki. Ayesha sí es un personaje surgido de los cómics, pero el entorno del mismo ha sido completamente modificado para dar pie a la más que probable entrada de un personaje emblemático en la tradición cósmica de Marvel: Adam Warlock.
Además, la inclusión de Mantis (Pom Klementieff) aporta nuevas oportunidades en la interacción entre personajes y depara momentos de comicidad, surgidos a partir de situaciones corrientes.
Tal como ocurrió en la primera parte, la fórmula triunfadora de Guardianes se sustenta también en el nuevo «Awesome Mix» de los 70-80. Un grupo de canciones que, nuevamente, encajan en el tono general de la película e incluso en los estados de ánimo de los personajes en cada momento. De todas ellas destaco la espléndida «The Chain«, de Fleetwood Mac, «Southern Nights«, de Glen Campbell, y «Come a Little Bit Closer» de Jay and the Americans.
En conclusión, Guardianes de la Galaxia Vol. 2 compensa la pérdida de originalidad gracias a la ampliación del universo cósmico, mientras trata de desentrañar las facetas ocultas de los personajes ante un escenario que exigirá lo mejor de ellos en el futuro.