La historia empieza con unos experimentos que se realizaron en los años setenta, en pleno comunismo, con humanos en un programa militar que pretendía crear un equipo de súpersoldados, pero debido a los problemas, dicho programa fue suspendido, las instalaciones cerradas y todo lo relacionado con él desmantelado. Sin embargo, su líder científico, después de años dedicados a una investigación que está a punto de irse por el retrete, hace estallar el laboratorio… y ya sabemos que conlleva eso, que él también sufra todo tipo de cambios. Ahora, cuarenta años más tarde, el loco doctor reconvertido en villano ha regresado en busca de venganza y los únicos que tendrán el poder suficiente para detenerlo serán el resultado de esos experimentos que fueron dispersados por Rusia, viviendo exiliados y sin haber envejecido ni un ápice.
Estos superhéroes rusos serán conocidos como los Zashchitniki, traducido en Occidente como los Guardians, un equipo de humanos modificados con súperpoderes, y también es el título de esta peli, una de las últimas súperproducciones rusas, cuya única intención es hacer frente a la invasión americana del mercado cinematográfico con la versión soviética —sí, ya sé que la URSS desapareció hace décadas, pero siempre suena mejor así— de los Vengadores. Para la ocasión, en lugar de Iron Man, el Capitán América o Thor, tenemos a un equipo de élite formado por un hombre capaz de generar campos electromagnéticos (una suerte de Magneto), otro que puede teletransportarse a gran velocidad (un Flash o un Mercurio), una mujer que controla el agua y puede hacerse invisible (a medio camino entre Aquaman y Susan Storm) y otro que tiene la capacidad de transformarse en medio oso para obtener su fuerza (muy en la línea de Hulk), a no ser que se enfade mucho, momento en el que se convierte en un enorme oso pardo que arrasa con todo lo que se cruza en su camino.
Ahora podría ponerme a hablar del director, del guionista o del reparto, pero sus nombres tan impronunciables para nosotros como irreconocibles fuera de sus fronteras, por lo que nos centraremos en decir que lo cierto es que, a pesar de la mala fama que tiene las producciones rusas actuales que solo buscan copiar las americanas, todos ellos hacen un trabajo más que aceptable para ofrecer al público una historia que es más de lo mismo, pero lo suficientemente bien hecha como para ser entretenida. Es cierto que algunos elementos digitales son mejorables, pero, en general, es la versión “crispetera” de los russos frente a la invasión mundial del cine de superhéroes norteamericano.
De la misma manera que DC intentó competir con Marvel, es imposible luchar contra la maquinaria bien engrasada de Disney, ya que si bien ahora ha perdido un poco el norte al respecto, siempre ha ido aguantando el filón del éxito de los superhéroes, haciendo que sean un rival al que nadie puede vencer. Y si no o pueden hacer ni Superman ni Batman, es de esperar que una retahíla de superhéroes extranjeros como los que aparecen en esta cinta, que tampoco consiguieran nada más que un éxito aceptable, pero nada del otro mundo. Fuera de sus tierras no fue ningún éxito, para sorpresa de nadie, pero en territorio nacional se hizo escuchar lo suficiente para que se planeara una secuela que se canceló, pero lo cierto es que si alguien cree que lo ha visto todo en cuanto a cine de superhéroes, esta cinta le demostrará que no es así, a la vez que le hará pasar una buen rato.