Cuarenta años después del estreno de Halloween en 1978 y pasándose por el forro todas las continuidades que se forjaron a lo largo de estas cuatro décadas —de las que ya hablamos—, en 2018 llegó a nosotros el nuevo reboot —si es que puede llamarse de algún modo en este universo tan caótico— en el que pretendían reforzar una franquicia que se había deteriorado a lo largo de los años por un mal uso consumista hasta el punto de que, a pesar de que habían seguido haciendo películas, ninguna de ellas lograba triunfar bajo la larga sombra de la cinta original de John Carpenter.
Precisamente él es la guinda del pastel que le falta a todas las cintas de la franquicia, ya que, a excepción de la primera, Carpenter no estuvo involucrada en ninguna hasta que se anunció que Blumhouse —actualmente uno de los referentes del cine de terror— se hacía con los derechos de la producción después de unos resultados irregulares de la última entrega, con la pretensión de hacer un tributo al título original. Fue por ello por lo que se contó con el veterano cineasta que regresó, no solo como asesor y productor ejecutivo, sino también como responsable de la banda sonora, algo que se había perdido después de The Season of the Witch. Por otro lado, una vez confluidos dos elementos como Jason Blum y John Carpenter, David Gordon Green y Danny McBride —sí, ese de las pelis y series cómicas gamberras de corte estadounidense— hicieron una propuesta que les convenció en la que ambos escribirían el guion y el primero la dirigiría.
Con la filosofía Blumhouse —que en muchos aspectos se asemeja a la que tuvo Carpenter en 1978, es decir, el bajo presupuesto, pero sin reducir la originalidad—, se decidió darlo todo para que la película no cayera en el gran saco de secuelas de Halloween y poder celebrar el aniversario del estreno original por todo lo alto. Como no podía ser de otro modo, una vez las piezas clave de la producción estuvieron unidas, se pasó al casting, cuya única pieza esencial fue la de recuperar a la Laurie Strode original, es decir, la gran Jamie Lee Curtis. Pero en este caso, en lugar de buscar el perfil de la «chica final», se hizo evolucionar el personaje para retratar el perfil de una mujer que lleva décadas preparándose para el regreso del mal… que de nuevo fue interpretado por Nick Castle —salvo en las escenas de acción—; junto a ellos dos, hay un reparto con nombres como Judy Greer, Andi Matichak —hija y nieta de Laurie—, James Jude Courtney —como la Sombra en las escenas más duras—, Will Patton o Toby Huss.
Una vez las piezas estuvieron bien encajadas junto una historia que si bien gira alrededor de lo mismo —las tramas de Halloween no dan para más—, consigue llamarlos la atención con un giro especial y conectando con la película de 1978 de tal forma que no nos molesta que se salte a la torera todas las posibles continuidades, ya que si bien las cintas anteriores son perdonadas por buena voluntad, en este caso se debe admitir que estamos ante una buena secuela.
Como no podía ser de otro modo, con todas estas buenas piezas y las ganas del público por ver como el mal sigue regresando una vez tras otra, la cinta fue muy bien recibida, ya que le daba un soplo de aire fresco —así como ciertas lecturas secundarias— a la franquicia. Ante esta situación y con mucho cuidado se plantearon dos secuelas para cerrar una trilogía que no ha decepcionado… hasta la última entrega. Con el mismo equipo técnico, la producción de Blumhouse y el respaldo de Carpenter, al reparto se unieron Thomas Mann, Jim Cummings, Kyle Richards, Nancy Stephens, Charles Cyphers —que volvían a ser Lindsey, Marion y Leigh Brackett— y Anthony Michael Hall —en sustitución de un Paul Rudd que no pudo retomar el papel que realizó en 1995, en La maldición de Michael Myers, por problemas de agenda—, de este modo se trazó un plan para seguir tejiendo una conectividad con la cinta original, a la vez que se actualizaba un hito del cine como Michael Myers. Entre otras virguerías, además de una larga secuencia inicial que añadía trasfondo a los personajes y servía como una conexión con la cinta de 1978 —sustituyendo, de algún modo, lo ocurrido en Halloween II—, se incorporó al elenco a Donald Pleasence… y no penséis que se lo resucitó, pero casi, ya que, contando con Tom Jones Jr., un miembro del equipo técnico cuyo parecido con el difunto actor es más que razonable, y la voz de Colin Mahan, e hizo una jugada parecida a la de Peter Cushing en Rogue One, haciéndonos dudar de si era posible algo así.
Como todo en este mundo, debido a la pandemia, los estrenos, así como partes del rodaje, de Halloween Kills y Halloween Ends se vieron retrasados un año dejando las fechas previstas de otoño de 2020 y 2021, pero ¿ha merecido la pena? Como punto a favor tiene que no estamos frente otro refrito de esta franquicia —que tiene unos cuantos— y el equipo logra darle un forma lo suficientemente original e interesante para que el espectador en general se sienta atraído.
Sin embargo, lo cierto es que después de una buena arrancada con la cinta de 2018, Kills tuvo un bajón de calidad, no tanto de forma, sino de contenido, ya que pretendía ahondar en algo que Halloween no tiene, que es lecturas ocultas. Pero, en este sentido, la que se pega el batacazo es Ends, ya que tarda bastante en arrancar y cuando lo hace es para presentarnos una historia de abusos que deriva en una lectura filosófica bastante superflúa sobre el mal, alejándose del slasher que todos esperábamos para querer ser una peli de terror seria… y Halloween no puede serlo. Es aquí donde la trilogía, que había empezado bastante bien, comete su mayor error que no es otro que ir en busca de la originalidad en el lugar equivocado, cuando podrían haber permanecido en el tributo para el fandom y cumplir las expectativas con un gran espectáculo final —lo único que perdona un poco a Ends es su tramo final que pretende darle un final a la franquicia—, pero, desafortunadamente, no ha sido así.
Como conclusión me gustaría enviar un mensaje a los propietarios de los derechos de esta franquicia, y no es otro que: ya está, no hagáis más, por favor. Es cierto que no estamos demasiado satisfechos, ya que no se ha logrado cerrar el círculo de forma correcta ni por todo lo alto, dejando cierto sabor agridulce de decepción por una mala conclusión de la trilogía; pero ello demuestra que, desafortunadamente, estamos ante una franquicia que debe descansar y mucho, que no habrá nada nuevo que pueda emerger de debajo la larga sombra de la cinta original de John Carpenter. Pero no habéis dado un final convincente, esperemos que el mal ahora sí que haya muerto.