
Después de dos primeros años bastante moviditos en Hogwarts, Harry espera que este tercer año sea diferente, pero los problemas empezarán antes de llegar al colegio, ya que después de hacer magia con la hermana de su tío Vernon, huye de casa mientras es perseguido por lo que parece un perro gigante negro. Cuando cree que deberá convertirse en un fugitivo, es acogido por el consejero de asuntos mágicos que no solo le quita hierro al asunto de utilizar magia sin permiso, sino que se encarga de estar bien protegido de la posible amenaza que supone Sirius Black, un prisionero de Azkaban que se ha huido y fiel seguidor de Voldemort y, por lo tanto, enemigo de Harry.
Después de dos libros en los que Harry descubre el mundo mágico y en el que conocerá al mago que le hizo la cicatriz y acabó con sus padres, llega el momento de enfrentarse a un pasado que ni tan siquiera vivió, sino que se trata del pasado de sus padres, de los amigos de colegio de estos y de lo que estos hicieron cuando fueron jóvenes. Así como el hecho de enfrentarse a los traidores que facilitaron a Voldemort encontrara y matara a su padres. De esta manera, veremos que el presente libro no se articula alrededor de un misterio —aunque lo haya— ni del descubrimiento de un mundo nuevo —que también sucede—, sino de conocer los hechos que llevaron a Harry a tener la vida que tiene hoy en día y, lo más importante, como debe lidiar con las verdades que conocerá, para bien y para mal.
Por decirlo de algún modo, El prisionero de Azkaban es algo más que un libro de fantasía, sino de conocer las conexiones que el protagonista de la saga tiene en el mundo mágico, ya que sus padres no eran entes aislados, sino que como se fue mostrando con cuentagotas en los dos anteriores libros —la amistad de Hagrid con sus padres, la relación de los maestros de Hogwarts con ellos—, sino que tenían una vida y unos amigos, y será a través de ellos que Harry puede conocer como eran sus padres, sea mediante Remus Lupin, Sirius Black o Peter Pettigrew. Como podéis ver la principal palabra que estamos usando en esta reseña no es otra que conocer, y es que si hasta ahora podíamos hablar de descubrir, ahora lo principal será conocer, ya que Harry pasará de raspar en la superficie del mundo mágico para ahonda en él, a medida que debe enfrentarse a la realidad que lo rodea, en un camino de cambio constante, siendo esta la primera etapa del paso entre niñez y madurez.
A pesar de que siempre he dicho que mi libro favorito es el segundo, es cierto que seguramente es en este tercero que J. K. Rowling demostró porque su obra está dónde está, ya que se nos ofrece una trama muy trabajada, con unos giros muy interesantes que van más allá de la mera aventura juvenil, sino que resulta una vuelta de tuerca al hilo argumental de la serie, para demostrar que los magos son mucho más que gente hábil con varita, sino que tienen sentimientos y emociones con los que lidiar. Por si esto fuera poco, uno de los puntales de El prisionero de Azkaban es que es el único libro en el que Harry no se enfrenta a Voldemort; en el primero fue con Quirrell de por medio y en el segundo fue en un recuerdo, aunque seguía siendo Voldemort, pero aquí el villano, el peligro que acecha en cada página, es Sirius Black. Y, encima, al final, descubrimos que en realidad Sirius no era un peligro, lo era Pettigrew/Scabbers, pero sin llegar a ser una amenaza como lo fue Voldemort en las entregas anteriores. Las revelaciones del final del libro nos permiten ver como Rowling logra mantener la tensión sin que realmente exista. En este sentido, este será el último libro en el que Voldemort no es una gran amenaza, sino un elemento contextual.
A parte de este detalle, también nos podemos fijar en que se presentan personajes que jugarán papeles importantes en las entregas, no solo en los casos de Sirius y Remus, por ejemplo, o la relación entre estos y Snape, sino otros más secundarios como Cedric Diggory y Xo Xang, que aquí son muy secundarios pero que en adelante serán personajes importantes en las diferentes tramas que rodean a Harry.
A grandes rasgos, podríamos decir, como ya hemos hecho, que Harry Potter y el prisionero de Azkaban es la novela más redonda y completa de toda la serie, y la última de la primera etapa, ya que a partir de la siguiente los libros crecen en extensión y todo girará más alrededor de la lucha entre el bien y el mal. Pero ya llegaremos a eso más adelante…