Más de veinte años han pasado ya desde que el fenómeno Harry Potter abandonara las estanterías de las librerías y se pasará por los cines, causando un auténtico efecto rebote, a que si con los libros ya fue una auténtica locura, la capacidad de las películas para llegar a todo el mundo creció exponencialmente. En 2001 empezó una década durante la cual se estrenaron ocho películas —a una por libro más dos para el último, algo que se puso de moda por aquel entonces—, y aunque, como siempre, hubo opiniones para todos los gustos, no podemos discutir que es innegable que nos arrastraron al cine.
Personalmente, creo que fui de los afortunados de poder leer el libro antes de ver la película e, incluso, diría antes de que la locura potterhead llegara a nuestro país, por lo que cuando cruce las puertas de la sala hace ya más de cuatro lustros, sabía a lo que me enfrentaba en cuanto a la historia… lo que no me podía esperar fue lo que vi. Recuerdo las palabras de mi madre que dijo después de leer el libro: si hacen una peli y la hacen bien, será impresionante; y no se equivocó ni un ápice, ya que a pesar de las diferencias —que las hay— desde el minuto uno la película te transporta al universo Harry Potter, dándonos acceso a nosotros, meros muggles —aunque sigo esperando la carta de Hogwarts— al mundo de los brujos, la magia, los hechizos y las pociones. A grandes rasgos y salvando las mencionadas diferencias —algunas incomprensibles, otras fruto del cambio de medio—, lo cierto es que la primera entrega de Harry Potter fue lo que debía ser, captando toda la esencia de la novela de J. K. Rowling, y poniendo la primera piedra —filosofal, por supuesto— de lo que vendría después, ya que si ésta fallaba, las otras se quedarían por el camino.
Y ¿qué tiene que no la hace fallar? Dejando a un lado el innegable trabajo brillante de adaptación en cuanto a la ambientación, se nota que hay un esmerado trabajo de condensación de todo lo que se narra en el libro, no solo el argumento sino también los pequeños detalles y la caracterización de los personajes. En este sentido, estamos ante una peli en la que todos los departamentos hicieron un trabajo brillante. Para empezar, bajo expresa petición de la autora, se reunió a un reparto completamente británico de actores veteranos, con nombres como Maggie Smith, Richard Harris, Robbie Coltrane, Fiona Shaw, Richard Griffiths, Ian Hart, John Hart, Alan Rickman, Warwick Davies, Julie Walters, John Cleese, David Bradley o Zoë Wanamaker, la mayoría de los cuáles repetirían en las siguientes entregas y a los que se unirían otros tantos del mismo calibre. Sin embargo, es indiscutible la presencia en pantalla de actores como Smith, Harris o Rickman, lo cierto es que el peso de la actuación recae en los niños protagonistas. No soy demasiado fan de las películas protagonizadas por niños, ni tan siquiera cuando era pequeño, pero este caso es la excepción que confirma la norma, ya que se nota que los responsables que hubo tras las cámaras sabían como trabajar con niños sacando el máximo partido a los talentos de Daniel Radcliffe, Ruppert Grint y Emma Watson, como Harry, Ron y Hermione, pero también a los secundarios que nutren el paisaje potteriano, como Harry Melling, Matthew Lewis, los hermanos Phelps y Tom Felton.
En este sentido, Chris Columbus demuestra sus tablas al trabajar con niños —véase el caso de Solo en casa o Sra. Doubtfire— y llegar al punto justo en el que los personajes infantiles resultan creíbles tanto para grandes como para pequeños.
Hay casos de películas bien hechas, pero muy pocos en los que películas bien hechas basadas en productos anteriores que tienen que satisfacer tengan éxito, y este es uno de estos. Ya que desde la adaptación muy correcta de Steve Kloves y ajustada al original, pasando por un casting perfecto, cuyo resultado fue dar rostros para el imaginario popular, unas interpretaciones muy bien logradas y que encajan a la perfección con los diferentes perfiles —tanto de la cinta como del libro—, y, sobre todo, una ambientación inmejorable, lograron que esta cinta no fuera un fiasco como en otros casos —The Last Airbender o Eragon, por decir los primeros títulos que me vienen a la mente—, y marcara un hito, un referente, de como se debía adaptar un libro infantil al cine, sin terminar siendo una peli infantil infumable para el resto de la familia. Debe ser vista y, a poder ser, en la edad adecuada para poder creer que ese sobre con tu nombre llevado por una lechuza pueda llegar en cualquier momento.