
Tras la violenta muerte de su nueva familia, Jill llega a Sweetwater un futuro pueblo en mitad de la nada que su difunto marido había construido a la espera de algo que estaba por llegar y que lo haría tremendamente rico. Aún sin saberlo, decidirá permanecer allí porque ese debía ser su hogar y, para ello, contará con la ayuda de dos elementos inesperados: Harmonica y Cheyenne. Mientras que el segundo es un pistolero que se siente ofendido por haber sido involucrado en la muerte de la familia de Jill, en la que también perecieron tres niños; el primero es un pistolero sin nombre que parece buscar algún tipo de venganza que nadie conoce y está dispuesto a enfrentarse con el temible Frank. Este es un hombre despiadado y auténtico responsable de la familia de Jill, que parece actuar bajo las órdenes de Morton, un hombre de negocios cuyo objetivo es apoderarse de las propiedades de Jill y del importante recurso que esconden: el agua.
Después del éxito de la Trilogía del Dólar no fue ninguna sorpresa que Sergio Leone buscara, y con razón, un cheque en blanco para la que debía ser su gran obra: Érase una vez en América. Sin embargo, seguía siendo un director italiano de westerns europeos, por lo que Paramount le pidió que hiciera otro con un presupuesto ajustado de cinco millones. Atado de pies y manos, Leone no dudó en aprovechar cada céntimo de ese dinero y, literalmente, demostró lo que valía. En este sentido se aprecia que Hasta que llegó su hora es un western más adulto, que si bien conserva los elementos básicos del spaghetti, también hay un trasfondo más trabajado de los personajes y de las tramas, yendo más allá de la mera cinta de acción y disparos, para ahondar en toda una retahíla de motivaciones: la venganza de uno, el deseo de prevalecer de otro, la búsqueda de una vida mejor de otros… haciendo que cada vez que se apriete el gatillo haya un porqué.
Por si la historia no fuera lo suficientemente contundente como para impresionar al público, Leone tuvo la oportunidad de trabajar con un reparto que, aún hoy, sigue siendo impresionante. Sí, vale, hasta ahora lo había hecho con nombres como Clint Eastwood, Eli Wallach, Lee Van Cleef o Gian Maria Volonté, buenos actores todos ellos, ninguno tenía la talla ni el brillo de las estrellas que participaron en Hasta que llegó su hora… Charles Bronson como el hombre sin nombre, el gran Jason Robards como el ambiguo Cheyenne —un personaje que me encanta por la humanidad que hay tras su faceta de villano— y el legendario Henry Fonda como villano de la función, unos nombres que no son moco de pavo, más bien todo lo contrario, a los que también se añadiría un Claudia Cardinale espectacular en el papel femenino principal, que si bien no recae la acción, si toda la trama, perfilando una mujer fuerte y decidida a no dejarse doblegar, algo poco habitual en el western y más en el europeo. Además de muchos otros nombres propios del género como Frank Wolff, Keenan Wynn o Gabriele Ferzetti.

Como curiosidad tenemos a tres nombres propios como Jack Elam, Woody Strode y Al Mulock dando vida a tres pistoleros casi sin líneas al principio que se baten con Charles Bronson en un duelo en los primeros minutos de la peli; pero la rumorología dice que Leone quería que fueran Clint Eastwood, Lee Van Cleef y Eli Wallach, y que los tres murieran en una suerte de metáfora fílmica en la que se diera carpetazo a la Trilogía del Dólar cargándose a tres de sus míticos protagonistas… pero, desafortunadamente, no fue así.
Hasta ahora, Leone tenía una buena historia y un reparto espectacular, y como colofón tuvo un escenario sin igual. Si bien volvió a rodar en España e Italia, en los ya esenciales platos de Tabernas, también tuvo la oportunidad de rodar en Monument Valley, en Arizona, pudiendo emularse con los grandes del western americano clásico como fueron John Ford y Howard Hawks, dotando a la peli de una verosimilitud de la que las anteriores carecían, más cercanas al mito que a la realidad.
En resumidas cuentas, nada podía salir mal, y nada salió mal, ya que Sergio Leone demostró una vez más el talento que tenía como director en producciones de este tipo y todos tuvieron que sacarse el sombrero ante la maestría con la que sacó provecho de todas las piezas de las que pudo contar. Y aunque Hasta que llegó su hora no podrá estar a la altura de la Trilogía del Dólar, por el mero hecho de venir después, si que fue toda una declaración de intenciones al demostrar que podía desprenderse de elementos claves para él hasta entonces como Clint Eastwood, la violencia exacerbada sin demasiado sentido y el sentido del humor. Una pieza clave del spaghetti western y marcaría un hito en el género. ¡Im-pres-cin-di-ble!