
Desde siempre han habido héroes y villanos, en la eterna lucha entre el bien el mal, no solo en el cine, sino también en la literatura y todos los otros medios, ya que buscamos esos extremos para distanciarnos de la amplia gama de grises en la que vivimos. A pesar de ello, en algunas ocasiones, sobre todo en el mundo del cómic, se ven los llamados antihéroes, unos personajes que están predeterminados a ser malvados pero por algún motivo acaban siendo uno de los baluartes del bien. Uno de estos hombres, aunque no lo sea propiamente dicho, es Hellboy.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis se dedicaron al ocultismo —algo que realmente sucedió—, a intentar conseguir formas poco convencionales de ganar la contienda. Una de las investigaciones más importantes que llevaron a cabo fue en una vieja iglesia de Escocia, donde, de la mano de Rasputín, resucitado de su antigua muerte en la Rusia zarista—; allí, el brujo ruso, que consiguió conjurar un viejo ritual pagano para llamar a un demonio, pero justo en el momento que parece haber triunfado, un grupo de soldados americanos asesorados por el doctor Trevor Bruttenholm, consigue reducir a los alemanes y hacerse con dicho demonio… que, para su sorpresa, no es más que un niño de color rojo con cuernos y cola. Educado como un humano oculto tras la protección del profesor Broom y de la agencia secreta que dirige la B.P.R.D. —en castellano Agencia de Defensa e Investigación Paranormal—, convertirá a este demonio en un héroe que lucha contra lo desconocido. Junto a él no solo hay agentes especiales tipo CIA, sino que también hay otros seres con poderes como Abe Sapien, un hombre anfibio, y Liz Sherman, una mujer que crea y controla fuego. Para ellos las cosas son sencillas gracias a sus poderes, pero el equipo de Hellboy deberá hacer frente a una temible amenaza… Rasputín ha regresado de la muerte otra vez.
Hasta el momento del estreno de este film, tan solo habíamos visto superhéroes con mallas y máscaras, pocas veces asociados a una agencia gubernamental, y Mike Mignola brindó esta oportunidad a Guillermo del Toro, para que este obrará su magia creando una versión cinematográfica del héroe rojo, en la que se entremezcla realidad, fantasía y seres del horror cósmico de Lovecraft. Ahora, visto en retrospectiva, es cierto que tiene muchos defectos y sufre del paso del tiempo, sobre todo en los efectos especiales o en el tono colorista, pero sigue siendo la mejor adaptación que se ha hecho hasta ahora.

El reparto escogido para llevar a cabo está al nivel del director, John Hurt es el profesor Broom, Selma Blair es Liz, el metamórfico Doug Jones, se pone en la húmeda piel de Abe Sapien, y el más sorprendente de todos es el actor que interpreta a Hellboy, Ron Perlman, sorpresa incluso para él, que en el making of afirma que “la magia del cine reside en convertir un hombre de cincuenta años en un demonio de no más de treinta”. Además el malvado es Rasputín está interpretado por uno de los habituales villanos del cine, el checo Karel Roden, que logra captar la esencia mística y enigmática del personaje en la versión presentada por Mignola en los cómics.
Tal vez a los más puristas seguidores del cómic no les guste esta versión de la historia, que puso en la gran pantalla uno de los primeros arcos del personaje, pero debemos tener en cuenta que la combinación de Mignola con el estilo de Del Toro, logra como resultar una magnífica adaptación. A pesar de diferir un tanto de la obra de papel, lo cierto es que consigue algo importante, dar consistencia a todo el mundo de Hellboy y en apenas dos horas, no solo nos cuenta una historia, sino que sienta las bases del universo que servirá para ir a siguientes entregas… aunque, al final, solo hubiese una; algo que a los que no hayan leído ni una página de Mignola agradecerán no perderse en este mundo en el que duendes, brujos, hechizos y seres arcanos se entremezclan con situaciones reales o, incluso, históricos.
Seguramente, lo que más nos chirría es la presencia del personaje de John Myers, ya que está completamente sacado de la manga, y si bien sirve como vehículo para pasar de un mundo a otro, lo cierto es que no era necesario, ya que se le otorga cierto protagonismo en detrimento del potente Hellboy de Ron Perlman… un personaje que, a estas alturas, ya ha pasado a la posteridad del séptimo arte.