
2008 fue el año de los superhéroes, entre otros, se estrenaron películas tan importante para el devenir del género como Iron Man y El increíble Hulk; justo un año antes se había terminado la trilogía de Spider-Man de Sam Raimi, por lo que el mundo quería y necesitaba más héroes en quien confiar en momentos difíciles. Pues bien, hubo un héroe, o algo así, que regresó tras cuatro años en las sombras. Después de muchas especulaciones y muchos giros, que deparaban un final triste para todos los seguidores —como sucedió con la esperaba tercera parte—, se estrenó la segunda parte de Hellboy.
En esta ocasión, y alejándose de la historia personal que lo vinculaba a los villanos de la primera entrega, Hellboy y su equipo, la A.I.D.P. —para los neófitos, la Agencia de Investigación y Defensa Paranormal—, se enfrentan a una raza de elfos olvidada que vive el subsuelo esperando a renacer o morir sin que nadie los recuerde. Sin embargo, entre ellos está el príncipe Nuada, primogénito del rey, que se opone al parecer de su padre y que no permitirá que su puebla muera en el olvido, y iniciará una guerra demasiado grande como para controlarla, hasta el punto que llegue un momento que se escape de sus manos. Sobre todo cuando su principal objetivo es despertar al Ejército Dorado, una antigua creación indestructible de los duendes, que fue oculto para evitar los males que podía provocar, no solo en la humanidad, sino en todos los seres que pueblan la Tierra. Por fortuna, Hellboy no estará solo, además de Abe Sapien y Liz Sherman, su mejor amigo y su novia, contará con la ayuda de la nueva incorporación a la A.I.D.P., Johann Krauss, un extraño personaje medio-hombre medio-ectoplasma de origen alemán, que se mantiene sólido en un traje de contención creado por el Profesor Broom.

A pesar de basarse en le universo creado por Mignola para Hellboy, en esta ocasión Guillermo del Toro opta por centrarse en una historia completamente original, pero que encaja a la perfección con lo que el dibujante había contado hasta entonces. Es cierto que se aleja de lo trascendente de la primera entrega, siendo esta una batalla más mundana, alejada de la mitología lovecraftiana de la primera entrega, pero consigue captar la atención del espectador a lo largo de todo su metraje… salvo si, de entrada, te fijas en que solo hay un desenlace posible, teniendo en cuenta el vínculo entre los dos príncipes.
Si ya lo hiciera en la primera, aquí Guillermo del Toro suelta todas sus capacidades para crear monstruos raros y grotescos, algo palpable en todas sus pelis, pero aquí se deja ir ya que los personaje creados por Mike Mignola parecen hechos a medida para encajar en el imaginario del peculiar director mejicano.
Al tratarse de una secuela que se sustenta en unos personajes muy potentes, se recurrió al reparto que ya protagonizó la primera parte. Encabezados por un Ron Perlman que está en su salsa como diablo rojo, Selma Blair, Doug Jones y Jeffrey Tambor repetirán, a los que se les unirá un nombre tan interesante como sorprendente, Seth MacFralane —creador de Padre de familia, y voz de Peter, Stewie y Brian—, que prestará la voz al curioso hombre ectoplásmico.
Comparativamente hablando, algo inevitable en una secuela, a pesar de tener una historia acertada y cautivadora surgida de la colaboración directa de Guillermo Del Toro y Mike Mignola, lo cierto es que no logra encandilarnos como lo hizo la primera entrega, que se fijaba más en los orígenes del personaje. Sin embargo, lo cierto es que la peli está a la altura de las expectativas, permitiendo que el espectador disfrute de la trama, de los efectos especiales y de la narrativa de la mano de unos personajes bien definidos, a la vez que consigue un final relativamente concluyente para que la ausencia de la esperada parte no duela tanto. Si bien el fandom a logrado que el Hellboy de Perlman consiga la consistencia de personaje fílmico, tanto esta como la otra no logran alejarse de la potencia de los primeros números del cómic, del que sigue siendo una suerte de complemento, interesante pero aún dependiente de él, sobre todo en esta segunda entrega.