
Después de confesar al mundo de que era Iron Man, la fama de Tony Stark a crecido exponencialmente; además de ser un multimillonario, ahora también es un héroe que parece destinado a grandes cosas… sin embargo, no es oro todo lo que reluce, ya que el reactor ARC que lleva en el pecho para no morir está provocándole una extraña radiación para la que ni tan solo J.A.R.V.I.S. consigue encontrar algo que la cure. Además, mientras él se regodea al ser el héroe de América y del Mundo y se enfrenta a los políticos que quieren controlar sus armaduras, en el este, lejos del glamour de Los Ángeles, un tal Ivan Vanko está tejiendo una venganza en nombre de su padre para destruir todo lo que Howard Stark creó, incluso su hijo.
Inmediatamente después del éxito de la primera entrega, los engranajes se pusieron en marcha para llevar a cabo una segunda parte de Iron Man, se reunió todo el equipo de nuevo —a excepción de Terrence Howard que fue inteligentemente sustituido por Don Cheadle—, al que se unieron Samuel L. Jackson, esta vez como secundario y no solo como un cameo, Scarlett Johansson en el papel de Natasha Romanoff, Sam Rockwell como Justin Hammer, y Mickey Rourke como el gran villano de la cinta, Ivan Vanko, más conocido en las páginas de los cómics como Whiplash. En cuanto a la historia, después de los rodeos que se dieron para concebir la primera parte, dudando sobre la naturaleza de los villanos y del tipo de poderes de los que podrían disponer, en este caso se confío en Justin Theroux, que venía de escribir Tropic Thunder —protagonizada por Downey y por la que conseguiría su segunda nominación a los Oscars—, y el resultado fue… bueno… confuso. Junto con Iron Man 3, esta sigue siendo de las pelis más criticadas de Marvel, una opinión que no comparto, aunque admito que los chascarrillos y las bromas fueron en aumento —algo que necesariamente no es malo—, también debemos admitir que la profundidad de los personajes, sobre todo de su protagonista, va en aumento, ya que vemos como sufre por ser un superhéroe a la vez que eso le cuesta lidiar con su día a día, eso sin contar sus problemas de salud derivados de su poder. En este sentido, aunque en el cómic Tony se daba a la bebida, podríamos estar frente una buena adaptación del cómic Demon in a Bottle, ya que vemos como, a pesar de lo que él mismo podía esperar, ser Iron Man no es tan fácil como pudiera parecer.
Personalmente, otra de las virtudes de Iron Man 2 es la presencia de un villano a la altura de Obadiah Stane, y eso que en este caso se aprovecha la figura del malvado, ya que en la primera era Iron Man se dedicaba a cazar sus propias armas de malas manos —si es que hay de buenas que puedan usar armas—; aquí tiene una amenaza que, además, lo sitúa contra las cuerdas al utilizar una tecnología muy similar a la suya y que le complica el uso de su armadura con la misma facilidad que hacía en la anterior entrega. Puede que no sea su papel más brillante ni el actor sea un gran intérprete, pero Mickey Rourke cumple y acojona lo suficiente para que dudemos del poderío de Iron Man. Y no solo eso, sino que además tenemos un villano poderoso generando una dupla —rollo Palpatine y Vader—, en el personaje de Justin Hammer. Bien es cierto que el aspecto de yupi que le da Sam Rockwell se aleja un poco de lo que todo el mundo podría esperarse, pero es interesante ver que en el mundo de las armas pudiera haber alguien más fanfarrón que el propio Stark.

A parte de esto, se incluye otra subtrama en la que se va estructurando el futuro del UCM, con la presencia de nuevo de SHIELD, Nick Fury, Coulson y la Viuda Negra, lo suficientemente simple para que no devore el argumento principal, pero también bastante compleja para que comprendamos que el mundo en el que se mueve Iron Man no solo hay tíos enlatados, sino que hay otras personas con poderes que pueden ser amigos y enemigos. En este sentido, lo que aquí vemos es realmente el futuro de los Vengadores, cuando todavía estaban en pañales, y es que, a estas alturas, cuando se estrenó Iron Man 2, Thor y Capitán América ya estaban en producción, ya que ambas se estrenarían en 2011, justo un año antes de uno de los acontecimientos más esperados del cine… Los Vengadores. Es por ello, que estas tres películas, fueron como el obstáculo final para ver si realmente funcionaría este gran evento o sería un fiasco.
No sorprenderé a nadie si digo que la Fase 1 —cuando tal vez todavía no se la llamaba como tal—, fue un laboratorio de pruebas para encontrar la fórmula perfecta para que Iron Man, Capitán América y compañía llegaran al mundo y sacudieran el género de la manera que lo hicieron. Se dio algunos palos de ciego, se cometieron algunos errores, pero se consiguió establecer el esqueleto perfecto para que nada fallara de aquí en adelante… y la plantilla fue Iron Man 2, con los dos villanos, las dificultades del héroe, la presencia —más o menos directa— de SHIELD, y esos finales cerrados, pero, a la vez, lo suficientemente abiertos para que el público deseara ver la siguiente entrega. Hasta ahora las películas podían funcionar de forma individual, pero es a partir de la segunda entrega de las aventuras de Stark que supimos que esto era mucho más grande de lo que jamás hubiéramos podido imaginar.