En pleno boom de la inteligencia artificial, os invito a hacer un viaje en el tiempo, concretamente, un viaje de cuarenta años hacia el pasado, cuando la tecnología de la comunicación no estaba tan expandida como ahora, y en la que tener acceso a ellas no era tan fácil como lo es ahora al sacar el móvil del bolsillo, para descubrir la historia de un chico que comete el error de conectarse a un ordenador militar y jugar con él a un programa de estrategia militar que puede desencadenar la tercera guerra mundial.
Este chico se llama David, y en el verano de 1983 no era más que un solitario un poco gamberro que pretende librarse de los cursos de verano pirateando el ordenador de su colegio y cambiar sus notas y las de Jennifer, la chica a la que quiere impresionar. Sin embargo, al intentar acceder a los servidores de una empresa que diseña videojuegos, se conectará por error a un ordenador militar secreto… Bueno, en realidad, el error será buscar una contraseña secreta para entrar y empezar a curiosear en su interior, para terminar jugando con un programa que él supone un mero ejercicio estratégico, cuando en realidad mete la mata hasta el fondo al provocar que el ordenador engañe a la cúpula militar de Estados Unidos, que creerán estar siendo atacados por la Unión Soviética, y los preparativos para responder que pueden acabar con el mundo… recordemos que estábamos en plena Guerra Fría.
Como podemos ver, la premisa es muy sencilla y, hoy en día, bastante inverosímil, por la evolución de la tecnología, sin embargo, la buena narrativa en la historia hace que consigamos olvidarnos de todo cuanto tenemos y situarnos en la piel de los protagonistas para ver el peligro de lo que va sucediendo. La genialidad de la peli es tratar esta historia que no deja de ser una aventura de carácter juvenil o adolescente, con la seriedad suficiente como para que se vaya un poco más allá y, de algún modo, fuera una muy posible situación que se hubiera podido dar en ese momento… Algo que se podría extrapolar a la actualidad, teniendo en cuenta los pasos agigantados que están dando los programas de inteligencia artificial, hasta el punto en el que creo no equivocarme si digo que la personificación de Joshua —nombre con el que se conoce el ordenador de WarGames— está más cerca de lo que pensamos.
Si todo lo anterior es posible es gracias a la labor de un equipo liderado por John Badham, un artesano del cine británico, que aunque hoy se ha pasado a la televisión, en los setenta y ochenta dirigió títulos tan conocidos como Fiebre del sábado noche o Cortocircuito. Bajo la batuta del inglés, encontraremos a un reparto increíble para la época; además de una larga lista de rostros conocidos como John Wood, Dabney Coleman y Barry Corbin, secundarios de esos que no se perdían ninguna, lo cierto es que el peso recae a dos jóvenes estrellas del momento, Matthew Broderick —que después también aparecería en Lady Halcón, Todo en un día y Proyecto X, clásicos del Hollywood de los ochenta— y Ally Sheedy —que participaría también en El club de los cinco, la mencionada Cortocircuito y Yo, tú y mamá—, cuya química y desparpajo en pantalla hace que nos creamos esta historia, a priori, poco creíble.
Otro pilar que le aporta realismo es un montaje muy bien hecho, en el que nos creemos que Joshua habla, y los rápidos cambios de plano entre los rostros de los actores y las pantallas en movimiento del sistema del ordenador, para plasmar, por ejemplo, la tensión final del clímax, cuando, en realidad, no son más que un montón de personas mirando una pantalla.
Como ya he apuntado, lo cierto es que WarGames no es más que una peli juvenil de ciencia ficción de nivel moderado de los ochenta, como tantas otras; sin embargo, por algo que no se puede definir con claridad —más allá de su buen hacer—, ha conseguido sobrevivir al tiempo con mucha dignidad, hasta el punto que hoy, cuatro décadas después de su estreno, aún sigue siendo más que disfrutable y, en ningún momento, provoca vergüenza ajena como, desafortunadamente, suele pasar. Un clásico del blockbuster ochentero imprescindible para los amantes de la ciencia ficción.