Los Wachowski, Andy y Larry, o Larra, en fin, los hermanos Wachowski, ese dúo de directores que allá por el 1999 nos trajeron una de las pelis más populares, y por la que me considero fan incondicional, de todos los tiempos: MATRIX. Sí, una peli que subió el listón en lo que a ciencia ficción se refiere, sus técnicas que la convirtieron en un icono son a día de hoy básicas para cualquier película de acción mínimamente decente. Cuando una de tus primeras pelis tiene éxito, uno le sigue la pista al director, o directores que la han hecho, en este caso, los Wachowski tras hacer Matrix y sus secuelas, que aunque no sean tan buenas como la primera mantienen una calidad aceptable, esperas que vuelvan a inventar la rueda, ¿y qué tenemos? Bueno tras terminar la trilogía Matrix y sus sucedáneos hicieron Speed Racer (2008), vale que en 2005 participaron en V de Vendetta aunque como productores y guionistas, no como directores. Pasemos al siguiente, El atlas de las nubes (2012), una peli basada en un libro y que aunque considero que no era del todo mala, si que era algo lenta y difícil de seguir para la mayoría del público, la peli prometía pero pasó desapercibida. Por eso tras conocer su próximo título uno esperaba que esta pareja renaciera y volvieran a subir el listón del género de ciencia ficción que tanto me gusta. Para ello qué mejor que contar con el apoyo de la compañía que confió en ti para el éxito de Matrix, más un buen colchón de 170 millones de dólares de presupuesto. Algo grande se avecinaba ¿a qué sí? Pues no, decepción is coming.
Y es que la peli es mala, pero mala de verdad, no tiene ningún sentido, parece una película hecha por un estudiante de primero de carrera, cuando te enseñan los recursos típicos de las películas de cine, no hay nada que digas, ostras se han currado esto, o que bien hecha está tal escena, nada y me fastidia mucho porque tenía la esperanza que esta película podría encontrar hueco en un género en el que está prácticamente todo inventado. En lugar de eso nos encontramos con situaciones tópicas unido a escenas ridículas. Los actores no se esfuerzan ni siquiera en disimular los hechos. Channing Tatum no tiene ningún carisma y su rostro no expresa ningún tipo de emoción y esas orejas de elfo innecesaras no ayudan a mejorar el personaje, y las botas voladoras que lleva en las que patina sobre el aire de risa. Mila Kunis es muy guapa pero da la sensación de que se lo esté tomando a cachondeo el guión, como si no fuera con ella. El malo de turno Eddie Redmayne que ganó el Oscar por su papel en La teoría del todo, debería de devolver la estatuilla a la academia ya que su sobreactuación en representar el papel de villano dan vergüenza ajena. Vamos que nadie se salva. Encima sale Sean Bean y ¡no muere!, un actor que en sus mejores actuaciones su personaje siempre moría y ni siquiera hacen bien eso, lo tenían a huevo macho.
A si que nada, otra película que se irá al cajón del olvido, recordada por pocos y admirada por nadie. A este paso pocas compañías van a volver a apostar por este dúo de directores, y me sabe fatal porque pienso que son de los directores que saben innovar y siempre ofrecen nuevas opciones y estilos para sus películas, o eso creía. Más que Jupiter Ascending debería haberse llamado Wachowski Descending, perdón por el chiste malo.