Hace mucho tiempo en un blog de cine muy, muy lejano, una amiga y colaboradora decidió reseñar La casa de cera, una película que en Filmaffinity tiene poco más de un 4, en IMDb apenas un 5 y en Rotten Tomatoes un 25%… Vamos que no es precisamente la mejor película del mundo. Sin embargo, los caminos de la crítica cinematográfica son inescrutables y, en pocas semanas, se convirtió en el artículo más visto de aquel blog. Ahora, años después y sin ser un gran seguidor de las películas de terror adolescente tipo slasher, me propuse ver La casa de cera y hacer la correspondiente reseña de ella. Este es el resultado.
Un grupo de amigos —dos parejitas de enamoradas, el hermano de una de las chicas y su fiel escudero— realizan un viaje por carretera para ver un importante partido de fútbol en Austin, Texas. Sin embargo, por el camino se ven obligados a hacer noche cerca de un pueblecito perdido, Ambrose, en el que se verán obligados a quedarse una noche más cuando uno de sus coches se estropea misteriosamente. Todos ellos empezarán a curiosear por el pueblo sin saber que se están metiendo de lleno en la boca del lobo, sobre todo cuando descubran su principal atracción, la Casa de Cera de Trudy y el horrible secreto que esconde.
Antes de empezar a criticar —cosa que en este caso sería muy fácil de hacer— debemos tener en cuenta que estamos ante un remake de un remake de una película de los años treinta, es decir, estamos ante el culmen de lo innecesario. Sin embargo, en su defensa diremos que el planteamiento «juvenil» le da un nuevo enfoque a la historia más clásica de terror y, además… No ahora en serio, no puedo decir demasiadas cosas más en defensa de esta peli más allá de que realmente da miedo.
Desde un principio se ve a venir que la película no acabará mal, sino fatal, ya que estás películas solo pueden ir de mal en peor. Además los chicos hacen todo aquello que no se tiene que hacer cuando parece que estés en una peli terror, bajan escaleras que no deberían bajar, se encierran en lugares en los que no deberían encerrarse, etcétera, etcétera. Por lo que está claro que la peli no depara demasiadas sorpresas, más allá de los habituales sustos que te puedes pegar por un buen montaje de cinta de terror.
En cuanto a su reparto, pues bueno, lo es al uso: las chicas chillan lo que tienen que chillar, los chicos hacen las estupideces que se les presupone —como separarse en un lugar en el que no conocen a nadie— y el villano acojona lo que tiene que acojonar, y nada más. Pero bueno, que podemos esperar de una película cuya principal estrella no es otra que Paris Hilton que, por cierto, fue expresamente solicitada por el director para interpretar tan brillante papel.
Para ser sinceros creo que he visto películas mucho peores —de muchos géneros diferentes, no solo de terror—, y si tienes ganas de ver una peli con ganas de pegarte unos cuantos sustos, La casa de cera es una buena elección, pero por ello no esperéis ninguna obra maestra del cine terror, ya que esta es lo que se llama una peli de confección o prêt-à-porter. Mientras que existen películas de «alta costura» hechas con un propósito y con esmerado cuidado en los detalles, hay otras, como esta, que son pelis que se tenían que hacer y se hicieron, punto. ¿Está mal hecha? No exactamente, pero tampoco es que sea una maravilla. Sin ir más lejos, hasta que los protagonistas no empiezan a ser perseguidos por los villanos, la verdad es que la película es realmente aburrida y sin nada de interés, pero cuando los Sinclair empiezan su irrefrenable ataque la cosa se pone emocionante, que al menos ya es algo.
¿Con todo esto qué quiero decir? Pues algo muy sencillo, que la película no es buena, ni es mala, sino simplemente olvidable y prescindible. Y, algo más importante, que aún pasados los años sigo sin comprender por qué pudo convertirse en el artículo más leído de un modesto blog de crítica de cines.
Y, como conclusión final, solo diré que si los museos de cera ya no me entusiasmaban antes, después ver esta película seguiré una buena temporada sin entrar en uno.