
La familia de Paula vive en una pequeña localidad francesa en la que se dedican a cuidar de una granja de la que viven todos ellos, y, como cualquier adolescente, mantiene cierto tira y afloja con sus padres y su hermano mayor… sin embargo, la familia Bélier tiene una peculiaridad que hace que la vida de Paula no sea tan sencilla como la de cualquiera de sus compañeras y amigas, ella es la única que no sufre de sordera. Esto la convierte en la intérprete de todos ellos, desde simples conversaciones en una tienda, a incómodas visitas con el médico de familia. A pesar de todo, es el día a día de todos ellos, por lo que lo capean como pueden, pero todo da un giro cuando el maestro de música de Paula descubre sus dotes como cantante y la encamina a presentarse a un concurso, algo que su familia no comprenderá ya que, debido a su sordera, para ellos la música solo son vibraciones que pueden sentir con el tacto.
Como sucede en las comedias francesas recientes, a pesar de lo fácil que sería contar una retahíla de chistes malos sobres sordos, se busca el guiño humorístico en las situaciones comunes llevadas al extremo, como la susodicha visita al médico en la que una hija debe hablar sobre la vida sexual de sus padres, para generar humor a partir de contextos que, en la realidad, serían completamente atormentadores. Este humor más agradecido, menos cruel, y que busca que empaticemos y no la burla, siempre va atado a una historia muy tierna, íntima y tremendamente lacrimógena que empieza con una premisa en apariencia secundaria, pero que va siendo cada vez más fuerte hasta que todo gira a su alrededor. En este caso, es la relación entre la música y la comunidad sorda y como esto puede quedar alejada, haciendo que gente en la situación de Paula se sienta aislada.

Para llevar a cabo tremenda historia, muy peliaguda como veremos, Éric Lartigau recurrió a reparto a la altura de la situación, con dos actores cómicos con mucho bagaje interpretando a los padres sordos de Paula, como son François Damiens y Karin Viard, algo que conllevo importantes críticas por parte de la comunidad sorda que crítico no haber recurrido a actores con dicha característica. En parte tienen razón, pero el trabajo de Damiens y Viard es genial y a los que no reconozcamos los errores, veremos en ellos dos personas sordas, ya que su interpretación nos llevará a creérnoslo. Si bien ellos y otros actores como Éric Elmosnino, como profesor de música, se llevan parte del protagonismo, lo cierto es que todo el peso de la cinta recae en la joven actriz y cantante Louane, que surgida de un concurso televisivo de talentos, aquí da un paso más allá hasta el extremo de emocionarnos cuando canta, sobre todo el tramo final de la cinta.
La genialidad de la cinta de Lartigau fue tal que, como suele suceder, acabó vendiendo los derechos para el mercado americano, hasta convertirse, de la mano de la realizadora Sian Heder en una tremenda película titulada CODA que potenciaba más la faceta dramática de la historia y que sí que contó con actores sordos, lo que le valió el Oscar a la mejor peli de 2021… ¿algo injusto para La familia Bélier? ¿un honor un tanto extraño? En cualquier caso, demuestra que la historia de origen, sencilla en apariencia, pero compleja en el fondo, logra llegar a un amplio público, de la misma manera que sucedió con Intocable.
Comparativamente, La familia Bélier resulta más banal y superficial que CODA, a pesar de ser una el remake de la otra, pero creo que si dejamos a un lado las comparaciones, la primera, de la que estamos hablando en estas palabras, se ajusta a la perfección al género cómico francés, en todos sus aspectos, y el resultado es una genialidad como muchas otras “mejores comedias francesas” de los últimos años, ya que si bien puede estar cerca de lo inapropiado, lo cierto es que se trata con mucho respeto la sordera sin caer en ningún momento en el error del chiste fácil, a la vez que se nos explica una historia conmovedora que nos llegará a todos, queramos o no, hasta el punto de arrancarnos alguna que otra lagrimilla.