La estela de Salvar al soldado Ryan es muy, muy larga, no solo por la calidad de la peli de Spielberg, que es indiscutible, sino que sentó las bases del cine bélico inspirado en la Segunda Guerra Mundial que se produciría a partir de ese momento. Es decir, no solo fue un punto de inflexión, sino que también estableció el nuevo patrón oro del género. Es por ello que no es de extrañar que todos quisieran reproducir su éxito, sin que ninguno de ellos lo superase… salvo las propias producciones de Spielberg.
Después del éxito de Salvar al Soldado Ryan, el propio Spielberg junto con Tom Hanks produjeron la inigualable serie Hermanos de sangre que crearía escuela a nivel televisivo, siendo de las primeras en demostrar que la pequeña pantalla no era contrario a calidad. Una década después vendría, también de la mano de HBO, The Pacific, y, ahora, casi quince años después de esta, ha llegado a nosotros la cuarta entrega de este particular universo bélico, Los amos del aire.
Tras explorar el día a día de una unidad élite como los paracaidistas y los sufrimientos de los marines en la campaña del pacífico, por tercera vez nos adentramos en la nostalgia y el amor por la épica de los estadounidenses por sus héroes del pasado, centrándonos en los pilotos de bombarderos que desarrollaron sus misiones en los cielos europeos.
Como en las anteriores ocasiones, esta serie, además de contar con la trepidante acción a bordo de los aviones y la tensión que se vivía en estas fortalezas volantes, lo que monopoliza toda la narrativa es el factor humano. Es decir, como las tripulaciones se enfrentaban a las realidades del combate. Desde un despegue relativamente tranquilo, pasando por los fallos mecánicos, los bombarderos antiaéreos y los ataques de los cazas alemanes, hasta las muertes en combate, los aviones derribados, los saltos en paracaídas y los aterrizajes de emergencia. En pocas palabras, lo que realmente conduce la trama, es como estos pilotos, navegantes, artilleros y demás tripulantes superan el hecho de saber que atacaban lugares habitados por civiles como sus familias, saber que un amigo ha sido gravemente herido o ha muerto. Y cómo debían sobreponerse para seguir luchando por el supuesto bien común.
Uno de los principales cambios respecto a las series anteriores, es que el elenco de actores está encabezado por dos caras ya bastante conocidas. En primer lugar está Callum Turner como el Bucky Egan que viene de aparecer en títulos como Emma o la segunda y tercera entrega de Animales fantásticos, Los crímenes de Grindelwald y Los secretos de Dumbledore. A su lado se encuentra Austin Butler en el papel de Buck Cleven, un hombre que últimamente está en todas partes y parece destinado a convertirse en la nueva gran estrella de Hollywood, con títulos a su espalda como Dune: Parte dos, Bikeriders o Elvis. Sin embargo, a pesar de ser los protagonistas y de ser capaces de comerse la pantalla, no lo hacen, y la historia se pluraliza lo suficiente para que todos tengan su momento de gloria, como ocurre con un breve Barry Keoghan, con escaso Ncuti Gatwa o un siempre efectivo secundario como Stephen Campbell Moore.
A pesar del reparto coral, la acción la protagonizan, sobre todo, los pilotos Egan y Cleven, y el navegante Crosby, que ejerce también como narrador. Serán ellos los que vivirán todo lo que hemos dicho anteriormente, cumpliendo su deber en misiones imposibles, llevando de regreso sus aviones e, incluso, luchando desde el interior de los campos de prisioneros en territorio nazi. Esta última, una vertiente interesante y hasta cierto punto novedosa, ya que se nos muestra a estos prisioneros en el campo asignado, como en La gran evasión, pero también en movimiento en los últimos días de la contienda.
Como no podía ser de otro modo, el cuidadoso trabajo de documentación y producción son uno de esta serie, sobre todo cuando son cosas que no se notan, en una ambientación tan perfecta que no pondremos en duda nada de lo que vemos, porque nos lo vamos a creer todo a pies juntillas por lo bien hecho que está.
Salvando algunas diferencias respecto a Hermanos de sangre, creo que Los amos del aire es el punto intermedio entre los combates intensos de Band of Brothers y el drama personal de The Pacific, encontrando el equilibrio entre ambos aspectos y logrando estar, de sobras, a la altura de sus predecesoras, a la vez que añade una pieza más al gran lienzo de historias que fue la Segunda Guerra Mundial.