“Al verlo tuve la seguridad de que era Long John Silver. Tenía la pierna izquierda amputada cerca de la cadera, y bajo el hombro izquierdo llevaba una muleta que manejaba con maravillosa destreza, saltando de un lado a otro como un pájaro. Era muy alto y fuerte, con una cara grande como un jamón: simple y pálida, pero despierta y risueña.”
Así describe el joven Jim Hawkins a uno de los piratas más conocidos de la literatura y el cine, Long John Silver, desde este pirata hasta el reciente Capitán Jack Sparrow, muchos son los bucaneros y lobos de mar que han recorrido los fotogramas de centenares de filmes.
Los piratas son, en el imaginario popular, unos carismáticos personajes, son ladrones y delincuentes pero simpáticos y divertidos, vestidos de formas extravagantes, adictos al oro, al ron y a las aventuras, lo que podríamos llamar unos antihéroes, y así es como el cine y, inevitablemente, la literatura los caracterizado. En este apartado veremos las obras cinematográficas, y apuntaremos alguna de la literatura, donde aparecen los piratas y, de forma general, repasaremos como son representados en cada una de ellas, para más tarde, ya en el segundo apartado, ver estas caracterizaciones en detalle.
La llamada “Edad de Oro” de los piratas estaría situada entre los años 1650 y 1730, en que eran los amos del mar, aterrorizando a los hombres de los barcos y a los tierra, a pesar que la representación que existe hoy en día proviene de la literatura, durante esos años los piratas también llamaban la atención, y lo hacían a través de la prensa y los relatos de primera mano, cautivando a la gente del siglo XVII y XVIII, ya cuando se explicaban sus aventuras como sus finales en el cadalso. Pero a pesar de esta fascinación, todo el mundo era consciente de que eran hombres a los que se les debía temer y odiar.
La verdadera fascinación por los piratas, y la que hoy en día algunos conservamos, proviene de los relatos románticos de finales del siglo XIX. Cuando los últimos piratas desaparecieron entre inicios y mediados del siglo XIX, la imaginación artística pudo recrear la idea del pirata inspirándose solo parcialmente en los acontecimientos verídicos de los que se había dado fe por escrito uno o dos siglos antes, y debido a ello muchos han sido los mitos atribuidos a los piratas, y que aún se pueden observar en algunas películas.
Como todos sabemos, la base del cine es, y ha sido siempre, la literatura, muchas son las historias en papel que se han llevado al cine, entre las cuales también existen historias de piratas, la más conocida de ellas, ya apuntada en este trabajo, es La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson.
Muchos son los relatos, los cuentos y las novelas que tienen entre sus páginas alguna que otra situación en la que intervienen los piratas. Las primeras representaciones de los piratas como personajes románticos se hicieron mediante baladas o romances populares, poemas épicos como El corsario de Byron (1814), El pirata de sir Walter Scott (1821), óperas como Los piratas de Penzance, y los clásicos de la literatura juvenil como La isla del tesoro, que por su importancia le dedicaremos el siguiente capítulo, y Peter Pan de James Matthew Barrie, basada en una pieza teatral.
Tal y como comenta David Cordingly en su obra Bajo bandera negra, “Stevenson unió para siempre a los piratas con los mapas, las goletas negras, las islas tropicales y los marineros cojos con los loros en el hombro”, y así es como ha sucedido en el cine, que ha fijado, ya de forma definitiva, esta imagen, además en estas representaciones de los piratas se incluyen todos aquellos ideales, principios morales y preocupaciones propias de la época en la que fueron escritas, sustituyendo así la imagen real por la de unos justicieros como Robin Hood, creando así al pirata noble como Douglas Fairbanks de El pirata negro (1926) o el gallardo Errol Flynn de El capitán Blood (1935).
Coincidiendo en el tiempo con las aventuras del Capitán Blood, se realizó en 1934 una de las más conocidas versiones de la factoría Disney de La isla del tesoro, y con ella se dio el pistoletazo de salida a las versiones de la novela de R. L. Stevenson, llegando ahora a ser imposible comentar las numerosas películas que se han hecho en base a dicha novela, por ello yo solo me centraré en cuatro, las versiones de 1934, 1950, 1972 y 1990, para ver como ha ido evolucionando esta representación durante los últimos sesenta años.
Como ya hemos anunciado en la introducción, Long John Silver es, con total seguridad, el pirata más conocido de todos, a pesar de ser ficticio, y lo es por la multitud de apariciones que ha tenido en diversos filmes, y no tan solo en las versiones de la novela que le dieron a luz, sino en muchas otras películas que adoptaron el personaje para utilizarlo como el viejo pirata experto.
Cuando alguien piensa en un pirata lo primero que le pasa por la cabeza es a un hombre barbudo, corpulento, con holgadas y coloridas vestiduras, con un loro a la espalda y con una pierna amputada, y esta es la imagen, con algunas matizaciones, del personaje que creó Stevenson para su hijastro a finales del siglo XIX, y aún hoy sigue siendo el referente en cuanto a piratas, por ello, una película tras otra, se fue gestando un personaje que serviría como base para crear lo que más tarde sería el típico pirata en que todos los realizadores y guionistas se basarían para crear sus aventuras.
Los actores que han interpretado a Silver son siempre actores de reputación y veteranos, como el personaje al que dan vida. Entre los actores que han sido el cocinero de “La Hispaniola” podemos destacar a Robert Newton, en la versión de 1950, la más conocida, Orson Welles, en la de 1972, y Charlton Heston en la de 1990.
En los años 50, cuando las superproducciones de Hollywood, como las de Cecil B. DeMille, empezaron a nacer una tras otras, los piratas, aunque de forma más modesta, no se quedaron rezagados, ya que fue en esta época cuando muchos de los clásicos de aventuras dieron a luz, entre ellos, y para ver un ejemplo de esta época, cabe destacar El temible burlón de Robert Siodmak, con el atlético Burt Lancaster en el papel protagonista, modificando la imagen del pirata, de alguien mayor a un joven rebelde y con unos ideales, volviendo a la imagen que creo Errol Flynn en la década de los 30.
Pero no tan solo se quedó en producciones como la ya mencionada, sino que incluso se llegó a realizar una gran película producida por el mismo Cecil B. DeMille y dirigida por Anthony Quinn, con Charlton Heston y Yul Brynner como protagonistas. Pero a pesar de ello, fueron estas películas las que sentaron las bases para las películas que hoy son éxitos de cartelera, como la saga de Piratas del Caribe, que más adelante comentaremos.
El cine infantil y de animación no se ha quedado atrás en dar vida a los piratas, siempre reproduciendo novelas infantiles y juveniles, como las ya nombradas La Isla del Tesoro de Robert Louis Stevenson, y obras teatrales, como Peter Pan de James Matthew Barrie. Sólo observando los filmes de animación de Disney podemos ver como des del clásico Peter Pan (Clyde Geromini, 1953), hasta El Planeta del Tesoro (Ron Clements, 2002), los piratas han sido unos personajes recurrentes en la filmografía infantil y juvenil, y por ello podemos ver una gran variedad de interpretaciones de estos lobos de mar.
Además del clásico de Disney, y de otras muchas versiones que se han hecho de la obra de Barrie, otro film que se debe tener en cuenta al hablar del Capitán Garfio, es Hook (1991) de Steven Spielberg, una versión, bastante libre, del film de animación de la historia de Peter Pan, pero es destacable la representación que se hace del capitán, interpretado por Dustin Hoffman que es caracterizado de la misma forma que en el clásico de 1953.
Muchos son los ejemplos que podríamos comentar sobre el Capitán Garfio, pero la mayoría -por no decir todos-, utilizan como base el film ya comentado de Peter Pan, por lo tanto sería insistir sobre lo mismo. Así pues pasemos a comentar una de las últimas interpretaciones de los bucaneros que ha hecho la factoría Disney, El Planeta del Tesoro (Ron Clements, 2002), aquí los navíos, los personajes y los distintos lugares de la obra de Robert Louis Stevenson, son substituidos por naves espaciales, extraterrestres y planetas lejanos, pero no al estilo de la ciencia ficción, sino en una extraña mezcla entre la era colonial y la era futurista, ya que, por ejemplo, la gente viste como en el siglo XVIII pero las prótesis de los marineros son electrónicas, y las naves espaciales tienen velas a pesar de llevar cohetes a reacción. Todo ello dando lugar a una curiosa forma de representar a los piratas, a pesar de que los, que podríamos llamar, “piratas del espacio”, han sido representados en multitud de filmes.
Ya en 1986, Roman Polanski intentó recuperar el género de los piratas con Piratas, pero a pesar de una magnífica ambientación y un excelente personaje principal, el Capitán Red, interpretado por Walter Matthau, la cinta tuvo un éxito pasajero debido a que la historia era más bien pobre y llena de tópicos mal interpretados, que no gustó al público en general. A pesar de ello, le debemos hacer una mención especial, por ser la primera intentona de recuperar este magnífico género, perdido, a excepciones de películas de serie B y versiones de la imperecedera La isla del tesoro, durante décadas.
Después del poco éxito de la cinta de Polanski, el público tuvo que esperar más de diez años para poder ver de nuevo a los piratas en la gran pantalla, y fue a través de las películas de Gore Verbinski, que, sin duda alguna, son las que han hecho recuperar la pasión por la piratería en el cine de aventuras.
Así pues, en un momento en que todo estaba hecho, se tuvo la idea de recuperar este género, un clásico de las aventuras, y se hizo de forma magnífica, la saga, que empezó con un arriesgado proyecto, de nuevo, de Disney junto con el productor de éxito Jerry Bruckheimer el año 2003 con el nombre de Piratas del Caribe. La maldición de la Perla Negra, resultó ser un éxito de taquilla y de crítica de tales magnitudes que los productores y todo el equipo decidieron realizar una trilogía -tan de moda por aquel entonces-, y se dio a luz a dos películas más, Piratas del Caribe. El cofre del hombre muerto en 2006 y En el fin del mundo en 2007, a la que siguió En mareas misteriosas en 2011, y a día de hoy está en preproducción la quinta entrega, que lleva de título provisional Pirates of the Caribbean. Dead Men Tell No Tales.
El éxito de esta trilogía fue gracias, no tan solo a la historia y la magnífica ambientación, sino a los personajes y a sus intérpretes, en particular, a Jack Sparrow y Johnny Depp, que crearon el tercer estereotipo de pirata, un personaje atlético, con todos los miembros del cuerpo, pero extravagante y extraño, con ciertos aires de misticismo y, por encima de todo, falto de moral, pero en realidad leal hasta la médula.